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Simba, la lucha contra el Mau-Mau

Drama Alan Howard (Bogarde) se va a África para visitar a su hermano, pero cuando llega se entera de que ha sido asesinado por los Mau Mau. Decide entonces quedarse para hacerse cargo de la granja de su hermano y, además, para reanudar su relación amorosa con María (McKenna), una joven que vive en África con sus padres. Pero los Mau Mau siguen constituyendo una amenaza, y en este punto María y Alan se encuentran en bandos opuestos. (FILMAFFINITY) [+]
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
21 de julio de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El interés que encierra este film va encaminado a la organización revolucionaria llamada Mau Mau. Los mau mau tienen un nombre peyorativo que causa recelo, así lo pienso y me ha picado la curiosidad por saber sus métodos de actuación y comportamiento.

Los mau mau surgen para combatir el intrusismo de los ingleses. Para organizarse en condiciones nombran a su hechicero, o es designado, según, y luego aplican sus fórmulas de ingreso. Alistan a la gente en diferentes poblados, incluso a la fuerza. En el rito de iniciación hay que beber sangre y comer carne fresca. No he podido saber que carne era, pero parecían lenguas, seguramente que de cabra o de oveja. Luego dicen unas frases en su idioma nativo en versión original, no las traducen lamentablemente pero creo que porque no venía al caso o carecían de especial trascendencia. Una vez realizado el rito, el aspirante a mau mau se queda igual que un boxeador sonado, entonces se le entrega el machete y ya se puede poner en marcha.

Dicho esto, añadir que la ambientación militar y colonial es suficiente, con algún episodio interesante como el del matrimonio que es atacado, pero, y he aquí el problema, los mau mau no alcanzan la crudeza que por ejemplo se alcanza en el Último tren a Katanga (1968). Me ha parecido que las escenas estaban contenidas de violencia y lo considero un desacierto ya que hace perder muchas posibilidades a la narración.

La cuestión del drama romántico tiene más de drama que romántico, ya que se apoya constantemente en una mezcla de problemas raciales, de trabajo y de venganzas entre colonos y nativos. La ambientación es buena, pero desde mi humilde opinión, allí en Kenia, entre nativos salvajes, aislados de la civilización, con el calor de las sabanas y los cuerpos en tensión, debería haber existido menos formulismos y menos reproches y sí más de lo demás y una pasión desatada entre la pareja protagonista que habría aumentado el nervio de la película. Eso es lo que me ha parecido y lo que he echado de menos. Por tanto, pasable y fuera con otra.
floïd blue
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8 de diciembre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como exponente del cine colonial con buenas intenciones, Simba no tiene desperdicio. De entada, se nos sustrae cualquier explicación acerca de por qué los malvados negros llamados mau-mau la están emprendiendo a machetazos con los pobres colonos ingleses, que tantos esfuerzos y sudores han volcado en sus granjas, y en la conversión de una tierra salvaje en un bendito país de apacibles praderas y tranquilos partidos de criquet. Lo que no cuenta la película era que los susodichos colonos se habían quedado con las mejores tierras de Kenya y empleaban a los kikuyus, los habitantes de la zona, como trabajadores a tiempo completo, en una relación laboral próxima al esclavismo, y que les mantenía en la miseria y la pobreza, al tiempo que daba nacimiento a una incipiente clase media kikuyu formada por la gente encargada de tareas administrativas o de servidumbre, dividiendo por tanto al enemigo, en la mejor tradición capitalista. Vemos llegar a Kenya a Dirk Bogarde, tan guapo él (en esta película con un inquietante parecido a Albert Rivera), descubrir que han fileteado a su hermano y pasar de la indiferencia al rechazo racista más absoluto. Por supuesto, hay un bondadoso y civilizado médico negro (el mensaje buenista de la historia), para demostrar que no todos los morenos son malos, y que al final se sacrificará por sus ideales de paz y concordia. Brian Desmond Hurst dirige con buen pulso la cinta, pletórica de incidentes y quiebros en la narración, apoyado en la buena gestión de Bogarde y Virginia McKenna, predestinada a la selva y los animalitos: cuando rodó Nacida libre, su vida cambió para siempre y se dedicó a la defensa de los derechos de los animales y la protección de su hábitat natural. Simba es el prototipo de un cine que ya no puede existir, pero que depara una hora y media de honrado entretenimiento, dentro de los límites antes señalados. Aún no era posible hablar de los males del colonialismo y su parte de culpa en las sublevaciones a que dio lugar.
Eduardo
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