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La dimensión desconocida: La nueva exposición (TV)

Terror. Intriga. Thriller Martin Lombard Senescu es el encargado de la conservación de las figuras de célebres asesinos en el Museo de Cera Ferguson, donde también ejerce como guía. Cuando, a causa de problemas económicos, el propietario se ve obligado a cerrar, Martin logra convencer al señor Ferguson, su jefe, de quedarse con las figuras hasta que consiga venderlas, y las traslada al sótano de su casa. Pasado un tiempo, la esposa de Martin empieza a notar la ... [+]
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
29 de enero de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Episodio de terror sobre la obsesión y la psicosis, sobre los fantasmas del cerebro que operan en el alma, que pueden desequilibrar la razón y conducirnos a la locura.

Vayamos por partes: un empleado de museo, Martin Senescu, es el encargado de mantener en buenas condiciones a unas figuras de cera que representan a asesinos famosos -a Albert W. Hicks, Henri Landru, Burke y Hare y a Jack el Destripador-. Cuando el museo se ve obligado a cerrar decide transportar las figuras a su casa, y preservarlas en el sótano.

El hecho de que el protagonista, interpretado por Martin Balsam (habitual secundario, actor excelso), conserve los maniquíes provocará el disgusto de su sufrida esposa. “¡Prestas más atención a esos asesinos que a mí!”, le reprocha ella. Poco a poco comprenderemos que el afecto que siente Martin por esos monstruos de cera es más intenso y más turbio del que podíamos sospechar en un principio.

Esta entrega se emitió el cuatro de Abril de 1963, hace ya casi cincuenta y seis años, por lo que si algunas escenas no nos consiguen asustar hoy día debemos ser comprensivos. Fue escrita por Charles Beaumont, con ayuda de Jerry Sohl, ya que para entonces Beaumont estaba aquejado de la misteriosa enfermedad que le causaría la muerte. Dirige un valor seguro como John Brahm. Un acierto es que las figuras estén interpretadas por actores reales; si uno presta atención, observará leves cambios en sus rostros.

Aunque la cuarta temporada esté considerada unánimemente la peor, posee pequeñas joyas reivindicables como esta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jackie Daytona
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6 de abril de 2022
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Está tan bien hecho y es tan interesante que podría ser una película por derecho propio. Los capítulos que llegan a los cincuenta minutos de duración y cuentan con una calidad apreciable como en este caso dan una grata sensación mientras se ven. En primer lugar, hay misterio, hay terror y hay intriga. Da incluso más miedo que películas de terror y obras más recientes. Pero lo mejor del capítulo es su originalidad. Se cuenta de una manera muy original lo que ocurre y es como estar viendo, por ende, un sueño interesante más que un capítulo de serie. Muy interesante.

Lo único es que no es el mejor capítulo de la serie y empieza más flojo que de costumbre.
Yocono
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30 de octubre de 2022
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340/17(17/10/22) Entretenido 13 episodio (115 desde que se inició) de la cuarta temporada de la popular serie creada por Rod Serling para la CBS. Dirige John Brahm (12 capítulos realizó para la serie), adaptando un guion Charles Beaumont (uno de los escritores fetiches con 22 libretos), con ayuda de Jerry Sohl, ya que para entonces Beaumont estaba aquejado de la misteriosa enfermedad que le causaría la muerte. Versando sobre un trabajador de un museo de cera, encarnado por un notable Martin Balsam (eterno detective Arbogas del icónico film hitchcockiano “Psycho”), obsesionado con cinco figuras de psicópatas míticos (Albert W. Hicks, Henri Landru [Milton Parsons], Burke y Hare [Billy Beck] y a Jack el Destripador[David Bond]), que tras el cierre del museo se los termina llevando a su sótano. Esta fue la temporada en que los capítulos pasaron de 25 minutos a doblar el metraje (lo que hizo fuera la peor de todas), y esto se nota en que hay algunos michelines a liposuccionar, seguramente con el ‘hándicap’ de reducir el minutaje podría haber ganado en solidez (ejemplo es que se repiten varios crímenes en un desarrollo repetitivo sin más. Aquí hay ciertos subrayados y redundancias que se notan estirar el episodio sin sumar, además de que lo que va sucediendo es previsible, aunque hay un twist final que aporta complejidad y deja al espectador como juez de lo que realmente ha sucedido. Llama la atención que claramente las figuras de cera protagonistas están embestidas por humanos, ello para darle sutiles cambios expresivos. En realidad, si estamos en esta serie de elementos sobrenaturales, y tenemos figura de cera de terror gótico, no hay que ser Einstein para suponer lo que sucederá. Siendo en realidad un retrato de una mente convulsa, de como lo que nos obsesiona nos termina alienando y pudiendo pervertir nuestra psique hasta convertirnos en sociópatas dementes.

Narración de apertura: Martin Lombard Senescu, un hombre gentil, el curador dedicado de la fila de asesinos en el Museo de Cera de Ferguson. Reflexiona sobre las razones por las que los hombres comunes se ven impulsados a cometer asesinatos en masa. Lo que el Sr. Senescu no sabe es que ya se han sentado las bases para su propio tipo especial de locura y tormento que solo se encuentra en Twilight Zone.

Tiene un comienzo atractivo en como vemos como este guía del museo de cera disfruta mostrando y narrando las tropelías de varios asesinos legendarios, como cuida las figuras, como se molesta porque uno de ellos visitantes toca una de ellas. Hasta que su jefe Ferguson (buen Will Kuluva) le da la mala noticia de que van a cerrar el museo en el que el empleado lleva trabajando décadas. Martin se lo toma fatal, intenta impedirlo dándole opciones diferentes, pero Ferguson le espeta que el negocio del Terror ya no renta, ya la gente no se asusta como antes, no hay el morbo en la sociedad que pueda mantener abierto el local. En lo que es una especie de mensaje sobre como la sociedad ha evolucionado, como han cambiado los gustos del espectador que busca algo más. Para pasar al hogar de Martin, donde le llegan las cinco figuras de cera, que estacionará en el sótano, donde tendrá que poner una máquina de aire acondicionado, que le costará mucho dinero en electricidad. Todo esto le provocará un choque increscendo con su esposa Emma (buena Maggie Mahoney), donde entrará el hermano de ella, Dave (correcto William Mims).

Todo ello en un metraje donde la tensión irá aumentando de modo incisivo. Hasta que todo explota en un momento crucial con un crimen (que se veía venir de lejos), entonces Martin se convierte en enterrador. Y aquí es donde el episodio me es estridente, por el modo cuasi-flemático de tomárselo, siguen cayendo los asesinatos, y al alargarse esto se convierte en una cuasi-parodia de sí misma. Hasta desembocar en su ambiguo rush final, donde las lecturas pueden ser varias, sobre todo por que nos falta *información vital.

Es de alabar el buen manejo del sonido y la música, con esos toques de música gótica de órgano, el sonido seco del aire acondicionado en el sótano, el tic tac del reloj en la noche, o ese toque siniestro del canto de un pajarito antes de un crimen.

Muy buena la actuación de Martin Balsam, dotando de alma y hondura dramática a su rol, bañándolo en la patología obsesiva que supera la razón, sabe impregnarlo de intensidad sutilmente, hasta ir cayendo poco a poco en la locura.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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