The Starling Girl

La autonomía del yo y los contextos religiosos, por lo general, no se llevan bien. Si a esto le sumamos que la prota nació y creció en un entorno así, de creencias rígidas y de fuertes grupos de pertenencia, pues tenemos servido el conflicto en bandeja.

En lineas generales, la personalidad de la prota va siempre en sintonía con su propia forma de ser. No son ni sus creencias (pues es creyente y lo reafirma varias veces sin atisbos de hipocresía), ni sus ideas. Sencillamente, sus sentimientos no van a la par de su grupo. Desarrolla una forma natural de dirección propia en base a sus deseos que desestabiliza todo el contexto en el que se encuentra. Frente a ésto, surgirán las claras "tentaciones diabólicas", las puestas en seco a su "egoísmo" en desmedro de los intereses de su familia, tanto sanguínea como espiritual.

The Starling girl es un drama de desarrollo simple. A los pocos minutos de comenzada la historia, ya el conflicto está latente. Solo basta ver y sentir a la prota para calcular la tormenta que se avecina. Todo con sus respectivos vaivenes: una disyuntiva constante que ella mantiene en su interior y que vista desde una mirada más mundana refleja un fuerte conflicto de intereses.

Son sus contradicciones emocionales las que refrescan una historia que se puede antojar previsible, correcta sin dudas, con una tensión emocional siempre medida. El retrato fiel de una voluntad propia, encarnada con total espontaneidad por parte de una actriz que parece comprender y sentir su función como una verdadera "luterana".

Un hermoso trabajo de Laurel Parmet que por momentos deja boquiabierto al espectador, inmiscuye en temas delicados socialmente hablando, un trabajo revelador, con el horizonte enfocado en el amor y la libertad.
Se hace fuerte en la intimidad, disimula ante los demás, y ese disimulo lo utiliza como una fortaleza en pos del amor
Eliza Scanlen hace una magistral y sólida interpretación de este drama que pretende analizar sociológicamente dos hitos que nos permiten dejar constancia del tránsito de la vía de la confrontación a la vía del aggiornamento en las relaciones entre la Iglesia y la modernidad.
Debería sentar un precedente y lograr cambiar el enfoque de ciertos grupos religiosos para poder adaptarse a la vida moderna, y así lograr encajar en los tiempos que corren.-

*La introversión forzada

Jem Starling (Eliza Scanlen) es una joven menor de edad que lucha por definir su lugar en el mundo dentro de la incomodidad familiar, social y cultural en la que se halla inmersa. Su círculo cercano, su comunidad, es cristiana fundamentalista y todo a su alrededor parece conspirar para dilapidar su libertad.

Mientras que la religión puede ser una liberación y una fuente de inspiración para algunos creyentes, para Jem no es más que una condena. Así, la directora realiza un recorrido personal, que no autobiográfico, y explora temas como el abuso, el descubrimiento personal y el empoderamiento femenino.

*El amor no siempre es unilateral

Jem está dividida entre la alegría de pertenecer a la iglesia, de tener el amor de Dios, y la creciente conciencia de su propia sexualidad, que la atormenta continuamente. En mitad de esta confusión, ella se encuentra con Owen, el pastor de su pueblo. Esta pareja se une de inmediato —casi divinamente, según ellos— y comienzan una relación íntima y clandestina.

Pero bajo esta trama romántica e idílica subyace un asunto delicado: el posible abuso de poder por parte del pastor. No obstante, la exploración con autoridad y libertad de acción de la chica parecen evidenciar que estas dos premisas, abuso y descubrimiento autónomo, pueden ser ciertas y condenables al mismo tiempo. The starling girl, de hecho, está contada íntegramente desde el punto de vista de Jem. El espectador se pone en la piel de ella observando cómo el amor por uno mismo es más fuerte y genera más confianza que el amor recibido por los demás, ya sean padres, amigos o amantes.

*Conclusiones

Pese a tocar temas muy controvertidos, The starling girl es una película que se centra sobre todo en el amor propio. Es incómoda y es delicada, siendo valiente al plantear que el abuso y el libre albedrío no siempre son excluyentes. Ofrecer la respuesta adecuada no siempre es fácil y Jem nos llenará de interrogantes sin resolver.

Escrito por Soraya Unión Álvarez

La película te atrae desde el principio y pese a su duración sientes que no le sobra nada. Eso es mucho decir en el cine de hoy en día.

Este drama sobre la mayoría de edad trata de Jem Starling cuando se convierte en adulta, o al menos comienza a convertirse en adulta. Explora el conflicto entre la creciente conciencia sobre su cuerpo y sus necesidades, y las creencias de la iglesia fundamentalista que juega un papel vital en su vida y en la de su familia.

Su familia también es fuente de conflictos: antes de su conversión, su padre había sido músico en un bar de Memphis, pero las tentaciones del sexo, las drogas y el rock 'n' roll regresan tras el suicidio de uno de sus antiguos miembros de la banda.

Lo que la música es para su padre, el baile es para Jem y ella se las ingenia para dirigir el grupo de baile de la iglesia junto al encantador Owen, el pastor de jóvenes de la iglesia que acaba de regresar de Puerto Rico, con quien inicia una relacion amorosa prohibida.

La primera mitad de la película ambienta la escena a un ritmo pausado, pero las tensiones aumentan en la segunda mitad mientras nos preguntamos cuándo serán descubiertos los amantes y cuáles serán las consecuencias.

El reparto es muy bueno y Eliza Scanlen, que está en casi todas las escenas, hace un papel impresionante, mientras que también se destaca Wrenn Schmidt como Heidi, la madre de Jem que intenta mantener unida a una familia numerosa mientras su marido y su hija mayor pierden la cabeza.

Es un debut muy impresionante para esta nueva directora quien evita juicios fáciles o estereotipos y, en cambio, retrata a los personajes y su comunidad con empatía y autenticidad.