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La guerra ha terminado

Drama Durante la dictadura franquista, un destacado miembro del Partido Comunista de España afincado en París, viaja a menudo de forma clandestina a España para organizar las actividades de la resistencia contra la dictadura. Sin embargo, la inutilidad del esfuerzo y su progresiva decepción respecto a la ideología del Partido lo desalientan y va cayendo en el escepticismo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
2 de diciembre de 2008
40 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta vez, Resnais centra su relato en un protagonista masculino. Oímos a rachas su monólogo interior en 2ª persona, interpelándose. El guión, escrito por Jorge Semprún a partir de material autobiográfico, lo caracteriza como un revolucionario profesional que se mueve clandestinamente entre Madrid y París, usando documentos falsos y varias identidades. Se sobresalta si alguien le llama por su propio nombre, Diego Mora (Yves Montand).

En el control fronterizo de Behobia, para mantener la personalidad ficticia debe hablar por teléfono, en presencia de los policías, con una desconocida joven parisina, simulando que son padre e hija. A partir de entonces siente viva curiosidad por esa joven sin rostro. Al llegar a Paris, ante cada joven que vea por la calle se preguntará si es ella.
Con sus 40 años, entra en una crisis política y personal. Tiene una amante asidua, Marianne (Ingrid Thulin), que quiere asentarse, tener un hijo, vivir juntos, pero él siente la atracción de la aventura amorosa. A la vez, su disciplina militante se resquebraja, y duda seriamente que la Huelga General planificada por el comité central vaya a triunfar.
Sus frecuentes estancias en España le enseñan que la sociedad está evolucionando y, con el despegue económico de los 60, generando una masiva clase media que, cada vez más ajena a la guerra, empieza a pensar en progreso y futuro e ignora ese pasado de confrontación al que remite la Resistencia. La izquierda europea enarbola la bandera sentimental de la Guerra Española mientras, en realidad, la Dictadura se consolida.
La incertidumbre exacerba el melancólico autoanálisis de Diego, la voz íntima con que se interpela y se plantea el regreso.
Son décadas de vivir camuflado, en perpetua tensión, con minuciosas medidas de seguridad, rituales casi neuróticos para borrar huellas, despistar a sabuesos, prevenir las redadas, transmitir consignas y documentos, imprimir y transportar propaganda.
La encrucijada vital se condensa en tres intensos días parisinos, tras el cruce de la frontera.

El tratamiento narrativo es realista, síntesis entre documental tipo “Nuit et Brouillard”, y lirismo especulativo de “Marienbad” o “Hiroshima”. Las localizaciones son precisas; los detalles, exactos, y dramáticas las interpretaciones (y sobrias e intensas), todo ello subordinado a una tesis sobre la situación política española: la vanguardia revolucionaria no puede guiar a distancia a masas embarcadas en el inesperado desarrollo económico.
Resnais especula menos con las formas del Tiempo, aunque mantienen su fuerza recurrente: en el montaje juega con flashes anticipadores de expectativas, casi todas proyectadas hacia la chica del teléfono, una estudiante radical. Sin desequilibrar el tono realista dominante, aportan poesía.
Aunque enamorarse no está en la agenda de un revolucionario profesional, la acción se demora entre sábanas y susurros, tras el amor de lento orgasmo, las sombras bailando en la penumbra del techo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Archilupo
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7 de agosto de 2008
32 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuarto largometraje de Alan Resnais. Escrito por Jorge Semprún, se basa en experiencias autobiográficas. Se rueda en exteriores y escenarios reales de Paris. Es nominado a un Oscar (guión). Producido por Anatole Dauman, Gisèle Rebillon y Catherine Winter, se estrena el 11-V-1966 (Francia).

La acción dramática tiene lugar en la frontera francoespañola, junto a Hendaya, y en Paris, a lo largo de 3 días de finales de abril de 1965. Diego Mora, alias René Sollanges (Montand), es un activista político español, de mediana edad, soltero, que vive exiliado en Paris. Tras cumplir una misión en España, regresa a París, donde se relaciona con la joven Nadine (Bujold) y convive con la divorciada Marianne (Thulin).

El film realiza una exploración sincera y honesta del estado de ánimo, las dudas, las inseguridades y los sentimientos de decepción y fatiga que embargan el ánimo de Diego, tras 25 años de esfuerzos, estrecheces y sacrificios sin cuento. Los resultados conseguidos le parecen insuficientes, irrelevantes e intrascendentes. Ha sacrificado la vida personal y profesional, percibe una asignación mensual insignificante (80.000 francos), ha renunciado al matrimonio y a la paternidad, incompatibles a su juicio con los riesgos que asume en sus misiones. Considera que las estrategias y tácticas del activismo político no se pueden dictar desde fuera de España en base a visiones retóricas y alejadas de la realidad del país. Sus planteamientos pragmáticos, sensatos y lúcidos chocan con los de sus superiores, empeñados en confundir los deseos con la realidad. Los errores se pagan a un altísimo precio: elevadas penas de privación de libertad de compañeros, amigos, colaboradores, familiares... Le irritan las propuestas violentas de un grupo de jóvenes exaltados e insensatos.

Hundido en su soledad, Diego es presa del miedo, la desesperación y la angustia. Necesita un tiempo de receso para recapitular, reflexionar y decidir. Antes deberá optar por Nadine, que alimenta su pasión y su afición al riesgo, o por Marianne, que le ofrece afecto, comprensión y equilibrio. Ha de tomar decisiones pronto. No podrá. Una misión inesperada le reclama... Y él es disciplinado, fiel, leal. Su sentido del deber es más fuerte que la angustia que le atenaza.

La música, de Giovanni Fusco, colaborador habitual de Antonioni, aporta una partitura de 13 cortes, de melodías intimistas, melancólicas y tristes, que se desgranan, alternativamente, a la manera barroca, clásica y contemporánea. Añade la emocionante canción coral "Seeing You Like This". La fotografía, de Sacha Vierney ("Belle de Jour", Buñuel, 1967), en B/N, busca el realismo y el verismo, evita artificios, usa sólo luz natural y se mueve siempre en escenarios reales. Combina flashbacks y flashforwards. Construye una escena onírica. Las interpretaciones de los tres protagonistas son notables. El relato es relativamente monótono. La tensión dramática es elevada.
Miquel
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24 de abril de 2011
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hermosa película de Alain Resnais que cuenta como actor principal con Yves Montand, uno de los más grandes del cine europeo del siglo XX y el galán por excelencia, actor fetiche del gran Costa-Gavras en films insuperables como "Z" o "La confesión" (curiosamente también con Semprún como guionista). La combinación no podía ser mejor. El tema: la tragedia del exilio español. Hoy por hoy olvidamos a menudo que aproximadamente un cuarto de millón de españoles permanecieron de forma prácticamente permanente fuera del país durante los casi cuarenta años que duró la dictadura de Franco lo cual, sin lugar a dudas, constituye un drama colectivo a todos los niveles, por no hablar del drama individual de cada uno de ellos.

Las reflexiones presentadas por Alain Resnais a lo largo del metraje estuvieron muy presentes entre la intelligentsia española condenada al exilio, nos encontramos con temas muy similares tanto en México como en Francia, pasando por Brasil y Argentina. Está claro que la necesidad de sobrevivir impuso a los exiliados una adaptación forzosa a entornos en buena medida extraños para ellos, dejando a un lado la tan cacareada filiación lingüística existente entre Latinoamérica y España. Todo lo que de provisional pudiera tener el exilio se convirtió en desesperación tras el 45, cuando se hizo evidente que no habría una solución exterior al problema español. La adaptación se produjo por pura necesidad – con mejores o peores resultados dependiendo de los casos – pero los exiliados cargarían a lo largo de todas sus vidas con esa sensación de tragedia colectiva e individual: la nostalgia por los proyectos frustrados, la sensación de desarraigo, el problema de España… todos ellos serían temas recurrentes en las reflexiones de los españoles condenados al ostracismo.

Diego Mora es uno más entre los muchos que durante buena parte del exilio vivieron sumidos de forma lacerante en un mundo de ayer al que sabían que era imposible volver, agotando sus fuerzas diariamente a causa de las penurias impuestas por las circunstancias. Precisamente lo más penoso era el ser consciente de la imposibilidad de volver, remontar el camino de vuelta a España una y otra vez y encontrarte cada vez con un país más irreconocible. Esa inigualable voz en off que nos acompaña del principio al final nos da cuenta de esa amargura: "Una vez más tienes ese rancio e inquieto sabor al cruzar la frontera [...] Una vez más cruzas la frontera con la estremecedora luz de la madrugada [...] De nuevo vas a cruzar". Una y otra vez ese lacónico lamento que surge de las mismas entrañas del ser condenado a no ser, a vivir entre dos mundos y no pertenecer a ninguno. ¿Puede haber una tragedia mayor para un hombre? Muchos personajes de cultura - y otros de los que nunca sabremos por no pertenecer a dicho mundo - como Max Aub, la inigualable Rosa Chacel experimentaron un desconcierto profundo al reencontrarse con España muchos años después de abandonarla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
davilochi
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19 de diciembre de 2008
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica película del magnífico innovador Resnais ("Hiroshima, mon amour"). Narra la vida de un activista político de izquierdas español (Montand) que cruza la frontera para encontrarse en París con sus amigos y amante (Thulin). La clave de la película en su fondo se asienta sobre el excelente y autobiográfico guión de Jorge Semprún dónde se dan cita una reflexión desencantada sobre el valor de unos ideales, sobre la vigencia de unas utopías, sobre la búsqueda de una identidad propia, de un lugar en el mundo. Contenido de sesgo tan político como filosófico y dramático que pudiendo resultar pedante resulta atractivo y muy bien estructurado. Claro que para ello está la segunda clave: la dirección de Resnais, cineasta-autor por antonomasia. Aquí se sirve del guión sin perjudicarlo sino enriqueciéndolo con su enfoque personal, con su estilo formal de flash-backs vertiginosos, repentinos, aparentemente arbitrarios pero sabiamente insertados en la historia para enriquecerla y romper la monotonía narrativa. Así, Resnais vuelve sobre sus temas predilectos a partir de otro escritor guionista: la manipulación y la fragmentación de la memoria, la importancia nostálgica y el referente imprescindible del elemento temporal, con la mezcla constante de presente y pasado, de acciones paralelas, de pasado y pasado, de presente y futuro, explotándose multitud de recursos dle tiempo cinematográfico, todo ello matizado a veces por un original e inconfundible erotismo, tan hábil como persuasivo.
Tiene un defecto, no obstante, el film y no es culpa suya: se trata de una película muy centrada en la posguerra española (pese a la amplitud de la reflexión a cualquier terreno) y que está rodada en Francia, con director francés y actores franceses, al igual que todo el equipo técnico, lo cual pudiera destilar aparente sentido inverosímil para un film realista. Sin embargo y paradojicámente "La guerra ha terminado" refleja muy bien la situación española del momento sin pisar nuestro territorio (más mérito aún tanto del que ya la conocía -Semprún- como sobre todo del resto del equipo galo. Y es que, por razones obvias y penosas, esta película no hubiera podido realizarse en España. Mayores valores, pues, para una gran película.
kafka
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2 de febrero de 2008
12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un revolucionario comunista español exiliado en Francia mantiene una breve relación amorosa con una joven terrorista; pero es su amante de siempre la que se dirige a España para avisarle de que está en peligro mientrs cumple una de sus misiones periódicas. Esta película, la más romántica y optimista de Alain Resnais, está construida sobre su habitual estructura triangular, y juega con complicadas variaciones del pasado, el presente y el futuro.
Txiqui
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