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Suspiria

Terror. Fantástico. Thriller Susie Bannion (Dakota Johnson) es una joven estadounidense que viaja a Berlín para cursar sus estudios de danza en una de las escuelas más prestigiosas del mundo, dirigida por Madame Blanc (Tilda Swinton). El mismo día en el que ingresa en la escuela, una de las alumnas, recientemente expulsada, es asesinada. No se trata de un hecho aislado, lo que hace sospechar a la brillante estudiante sobre la implicación de la escuela en los ... [+]
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Críticas 98
Críticas ordenadas por utilidad
30 de noviembre de 2018
136 de 189 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las hemos matado.

Antiguamente, en tiempos de Darío Argento, creíamos que Tres Madres hechiceras regían el mundo desde santuarios ocultos, y nunca nos alejábamos de la poderosa influencia ejercida sobre nosotros, sus hijos.
Sin embargo, a Luca Guadagnino le ha dado por preguntar: ¿cómo puede ser eso posible, cuando convivimos con el horror y el dolor casi a diario, arrastrado desde décadas atrás?
Una madre nunca dejaría a sus hijos así. Y si una madre puede encajar en cualquier lugar, pero deja un vacío insustituible cuando se va, queda claro que hemos sido abandonados a nuestra suerte, viviendo en el peor vacío imaginable.

‘Suspiria’ es un tigre nuevo de rayas viejas.
Una construcción sensible y progresiva sobre los cimientos de la versión original, poniendo un énfasis especial en una feminidad desprovista de figuras maternas que debe aprender a aceptar la falta de ellas, mientras el baile artístico se concibe como único refugio ante toda la brutalidad que anida fuera.
La vieja Europa, en toda su gloria, en toda su decadencia, cerca con un Muro histórico la fachada de la academia, y ningún aula es capaz de anular completamente la soterrada inquietud (lluvia, gritos, avisos, bombas) que suena entre medias de los miembros enérgicos y las melodías de cinta magnética.

Para Susie Bannion, sin embargo, esas paredes sí que disipan la respiración de madre moribunda que la ha acompañado desde Ohio, y cada vez le vienen menos imágenes de ese microuniverso infantil en forma de campiña rural que se le ha derrumbado: en Berlín puede encontrar otro hogar perdiéndose en la danza, entregándose a ella hasta que ya no queden espectros o traumas en su memoria.
La directora Madame Blanc, antes figura inalcanzable de su pasado, se convierte en madre comprensiva que la recibe con los brazos abiertos, calmando cualquier tenebrosidad y desplegando por encima de todos unos ideales tan altos que ningún régimen o época han podido tumbar. En tiempos turbulentos, semejante seguridad no es que sea un regalo, sino casi un milagro.
Allí se disipan las inseguridades que acechan las calles. Toda chica ocupa un lugar importante, sumándose a una estructura mayor que si misma. Y la charla sobre brujas malévolas con el psicólogo Josef Klemperer de la antigua alumna Patricia, abriendo la historia, parece una exageración sin fundamento.

Aunque precisamente dejar de lado el misterio es un detalle de nueva versión inteligente, pasando por encima del “¿serán o no serán?” y yendo directamente a un curioso costumbrismo de aquelarre cocinando en hornillo mientras toman decisiones delante del café, preocupadas porque el sacrificio para la Madre Helena Markos no llegue a tiempo y no puedan pasar el más duro invierno de la humanidad. Inconscientemente, estas mujeres que son madres para tantas chicas también esperan el cuidado de una propia.
Por eso llenan las noches de Susie de pesadillas texturizadas (pelo, sangre, metal, crujidos de hueso), por eso fuerzan el límite de sus extremidades para que toque el cielo, y no perdonan una sola deserción más clamando que son unas tutoras manipuladoras (si quieres manipulación, toma dos tazas… es lo que muestra cierta escena malrollera). Las torturan, las vampirizan y se ríen de los hombres que se acercan a su hermandad, mientras las alumnas son inspiradas a dar “un puñetazo en la cara” con su arte, porque ya se acabó el tiempo de las cosas bellas.
Al lado de estas mujeres feroces, entregadas, creando una formación irrompible, palidece y conmueve el sencillo Doctor Klemperer, sentándose en el jardín nevado de una casucha al otro lado del Muro, donde pasó estaciones enteras junto a su amada esposa Anke: porque al hombre solo le queda añorar el pasado, mientras ellas intentan como sea no volver a repetirlo.

‘Suspiria’ en su versión 2018 es una rareza maravillosa.
Una fábula profundamente alegórica que se permite el lujo de no tener que meter determinados sustos cada tantos minutos, que tiene a un director con tantas ganas de divertirse en el ‘slasher’ como para “cutrear” arbitrariamente sus tiros de cámara y se toma su tiempo para meterte hasta el útero de esa academia Tanz, donde no sabemos lo que hemos visto gritando retorcido en el pasillo oscuro.
Lo más especial quizá sea que, detrás de la obvia provocación estilística, se destila tristeza por este mundo que nos ha tocado vivir, perpetuamente herido por sus guerras y sus revueltas, con el arte arrastrado a su vera, y las mujeres siendo silenciosas víctimas de todas las eras, no importa cuanta sangre hayan dejado en el escenario.

Algún día podremos sanar toda la culpa y la vergüenza que hemos provocado en ausencia de las Madres.
(O eso, al menos, me transmiten las melodías de Thom Yorke)
Si esta evolución “suspiriana” nos deja algo es que, más allá de la barbarie, también sobreviven breves actos de belleza que le dan sentido a todo, como una inscripción apenas visible, prueba de que un hombre quiso a una mujer, de verdad, en la peor circunstancia.
Va por todas las mujeres que huyeron, que soportaron, que se ocultaron, que se entregaron… y finalmente en su propia Madre se convirtieron.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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4 de octubre de 2018
43 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suspiria, la nueva película de Luca Guadagnino, ha inaugurado la 51ª edición del Festival de Sitges con un auditorio abarrotado. El director italiano se ha adentrado en un largometraje de más de dos horas y media para brindarnos un remake de una película, también italiana, del año 1977 con el mismo nombre.

Guadagnino reaparece en las salas de cine con un cambio totalmente radical de su registro. Después de deslumbrar a medio mundo con la delicada, romántica y poética "Call me by your name", el director nos traslada al Berlin de 1977 rodeados de tinieblas, sangre y una película que desgasta físicamente.

Susie Bannion (Dakota Johnson) es una bailarina que decide huir de Ohio para entrar en una prestigiosa compañía de danza de Berlín. Una de las profesoras, Madame Blanc (Tilda Swinton), se deslumbra por el talento de la joven y la acepta. A partir de aquí, la ingenuidad de Susie ante un sueño y un mundo nuevo se desploma tanto para el personaje como para los espectadores, que descubren los rincones más oscuros, tenebrosos y diabólicos de la compañía de danza.

La trama también descubre un tercer personaje principal, el doctor Josef Klemperer (también interpretado por Tilda Swinton), un psicólogo que trata una de las bailarinas de la compañía. Es la visión científica, la personificación de la razón, arrastrado por un pasado donde el nazismo y la posguerra alemana son cadenas para un anciano ahogado por la pena de perder a su esposa.

La película es desconcertante y sufre por culpa de un guión demasiado largo para conseguir llegar a ciertos hechos que son previsibles o desencadenantes de por si. Guadagnino pone de manifiesto su talento hacia una simbiosis entre la banda sonora y diversos planos de cámara (que varían de los más estáticos hasta zooms de primer plano) pero no termina de convencer.

Hay ciertas escenas perturbadoras, que cierto tipo de público deberá apartar la vista por el nivel explícito de las imágenes. Sin embargo, "Suspiria" es como una piedrecita que empieza a rodar desde la cima de una montaña esbelta hasta caer, aumentando hacia un ritmo vertiginoso y de golpe detenerse en seco. La pregunta final es ¿eran necesarias tantas vueltas?

La belleza visual es innegable, pero la falta de un guión sólido que no pretenda tocar tantos palos sin acabar de rematar todas las incógnitas hubiera sido un punto mucho más a favor. Un reparto muy femenino, donde las mujeres lideran, manipulan, ríen, lloran, atacan y se defienden, en definitiva: son las protagonistas. Sin embargo, no acaba de cerrarse bien un círculo que se presentaba prometedor.

"Suspiria", en definitiva, es mucho más que un suspiro. Es un grito lánguido y perturbador, un grito empoderador femenino. Un homenaje visual a la danza pero con una capa demasiado fina para aterrizar entre las grandes películas de terror. Los amantes del original no saldrán contentos (aunque Tarantino salió llorando de emoción).
VictorRodrigo
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17 de diciembre de 2018
41 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existen películas que parecen intocables por el mero hecho de poseer una categoría de culto, y en cuanto se les quiere meter mano, no tardan los puristas del cine en poner el grito en el cielo.

Tengo que decir que en su momento la Suspiria original me sorprendió en grata manera gracias a su absorbente atmósfera creada a partir de su extravagante estética y apabullante banda sonora. Sin embargo, nunca he logrado tener esa conexión de la que se supone, muchos amantes del cine lograron experimentar. En otras palabras, nunca he logrado sentirme atraído ante la historia contada por Argento. ¿Por qué razón no consigo captar o visualizar esa esencia que tanta gente alaba?

Tras ver esta nueva versión, creo que ha habido en mí una respuesta. Y es que al comparar ambas obras me he dado cuenta de que estaba comparando dos tipos de belleza totalmente diferentes, la artificial y la real.

No conseguí tener tanto apego hacia la Suspiria original porque siempre la he sentido como una belleza artificial. Visualizar esta película es una delicia gracias a su cuidada estética, pero el trasfondo que hay es vacío. No hay alma ni sentimiento detrás. Un argumento que avanza sin pena ni gloria, incapaz de hacerme sentir algo. Un guion que no logra sumergirme en su historia cargada tanto de grandes escenarios como de agujeros argumentales.

Inspirándome en American Beauty, es como una flor de plástico; resulta hermosa a simple vista, pero no hay vida más allá.

Es muy curioso leer las críticas de Filmaffinity y el ver como el 90% de las opiniones de la gente, ya sean buenas o malas, coinciden en el hecho de que el guion es flojo.

Luego por otra parte está la nueva versión. Guadagnino ha cogido esa flor de plástico tan alabada y venerada por muchos, casi intocable, y la ha transformado en lo que para mí es belleza real. Una auténtica flor.

Me atrevería a decir que el remake es aún incluso más violento y salvaje que la original, pero sin embargo, posee de mucha más profundidad y alma gracias a los temas y simbolismos tratados. Con esta si que logro conectar con la historia. Logro sentir empatía por sus personajes. Logro sentir la peligrosa y negativa atmósfera que desprende la academia de baile. Logro sentir todo aquello que Argento no me hizo sentir.

Suspiria (2018) no es solo una película. Es un viaje ante el nacimiento, ante la maternidad, ante la soledad, ante el dolor, ante el ansia de poder, ante el miedo, ante la melancolía, ante la desesperación, ante la misericordia, ante la muerte... Es un viaje ante la fragilidad humana, pero sobretodo, ante la belleza del miedo.

En resumen, en mi opinión el remake de Suspiria es una versión altamente mejorada de la original; mucho más profunda y madura. La recomiendo, y mucho. Pienso que para disfrutarla en su plenitud, es necesario dejar atrás ese lado purista del cine que muchos llevamos dentro, y saber apreciar lo nuevo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Teemo
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20 de enero de 2019
46 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
La peli me parece un auténtico despropósito, Luca dijo que él quería transmitir lo que sintió tras ver la original, pues si me dicen que lo que sintió es una alegoría gótica y sociopolítica sobre la menstruación me lo creo.
Terror 0, diálogos aburridos yéndose por las ramas, montaje "artístico" de todo a 100, la música de Yorke en la peli es horripilante( fuera de ella es más disfrutable), absolutamente incapaz de transmitir algo junto con las imágenes.
Valoro las propuestas arriesgadas y que se alejan del original si es un remake, pero aquí se nota que Luca ni le gusta el género y casi que tampoco la obra original, quiere llevarla a otro nivel, pero mezcla cosas que desvirtúan lo que verdaderamente atraía de esta historia.
Una pena.
McReady77
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8 de diciembre de 2018
22 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Declarándome fan acérrimo de la obra de Dario Argento, la noticia de un inminente remake de "Supsiria" me hacía temblar a la par que despertaba en mí una cierta curiosidad. La elección tras las cámaras de un director tan opuesto al género como es Luca Guadagnino, a priori, parece una apuesta arriesgada.

Enfrentarse a un remake de una obra tan fundamental dentro del fantástico es una tarea que puede andar por dos caminos diferentes; realizar una copia de la original, modernizándola con los cánones de la época (cosa que lleva a que uno tiemble) o bien hacer una reinterpretación personal de todo el material a su alcance (cosa que también hace temblar, y mucho). Pues bien, el director italiano opta por la segunda opción, afortunadamente.

Su tratamiento y concepción del film se aleja radicalmente de la película de 1977, aun manteniendo cierta conexión con la original. El halo de cuento macabro que adquiría aquella (con sus imposibles colores y su bizarra escuela de danza, más própia de los hermanos Grimm que de la Alemania de los 70), se pierde para mostrarnos un contexto caótico y gris, donde siempre impera una incesante lluvia, convulso y politizado, con las omnipresentes voces de manifestantes que representan todo ese movimiento en las calles .

La escuela funciona como espacio aislado de todo lo que acontece en el exterior, un mundo matriarcal, gobernado por mujeres y en el que caben sólo mujeres, en la que la incursión masculina siempre es sometida al poder femenino (como por ejemplo la visita de la pareja de investigadores). La película hace especial incapié en esa especie de feminismo reivindicativo, quizás en demasía, (de ello deriva la lectura maternofilial en la relación que se establece entre la protagonista y el personaje interpretado por la camaleónica Tilda Swinton).

Es en este aspecto donde la aportación del director se revela satisfactoria, ofreciendo una visión muy personal. Paseando su cámara por las estancias del edificio, retrata esa cotidianeidad con cercanía (recordemos que el director es un maestro en retratar el entorno y fusionarlo con los personajes, como demuestran todos sus anteriores trabajos), utilizando todo tipo de recursos, consiguiendo composiciones verdaderamente elegantes, sostiene un relato que, a diferencia de su antecesora, no juega la misterio. Salvando las largas distancias (abismos), nos presenta una trama cercana a "Showgirls" empañada por momentos de deliro bizarro para llegar a un clímax donde el control que el director había demostrado sobre su film descarrila estrepitosamete.

Esta incursión en lo fantástico se revela algo forzada. Intentado ser "fiel" al film original, el director opta por insertar momentos terroríficos a lo largo del film, algunos acertados (ese breakdance en la sala de los espejos) y otros completamente desmesurados (como ese absurdo aquelarre final). Si bien durante los cinco primeros actos mantiene un equilibrio entre ambas partes, es en su sexto acto donde la desmedida le lleva a enturbiar todo lo que anteriormete había logrado.

Para visionar la película en su plenitud, cabe no tomar de referencia el clásico italiano y abrirse, al igual que hace la protagonista del film, a lo que Guadagnino nos propone. Un interpretación subjetiva de todo el material del que dispone, llevándolo a su terreno y fracasando cuando se aleja de él.

Lo mejor; El reparto y la visión tan personal del director.

Lo peor; El sexto acto, con todo lo que acontece en él, es capaz de derrumbar todo lo que antes se había construido con tanto mimo.
did79
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