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A Werewolf in England

Terror Un consejero y criminal se refugia en una posada rural sin saber que un grupo de hombres-lobos hambrientos rodean el bosque en el que se encuentra. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
21 de noviembre de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pintoresco proyecto inglés de bajísimo presupuesto que no podría definir más que como teatro filmado. En lo que parece la Inglaterra victoriana, un carruaje se detiene en una posada para guarecerse en una noche de tormenta. Durante la noche, los huéspedes serán atacados por los posaderos, que tienen un oscuro pacto con una terribles criaturas salvajes del bosque.

La caradura que le ha echado el tal Charlie Steeds, director, guionista y productor, además de responsable de fotografía, es de las que hacen época. Ha rodado en lo que, todo indica, es una casa de turismo rural, gastándose apenas unas libras en diseño de producción; los escasos exteriores parecen filmados en el parque urbano de al lado de su casa; el atrezzo de pega, en especial esos cuchillos de corchopán, canta desde casi antes de aparecer. Y aún así, le ha quedado un producto que no solo supera expectativas, es que llega a divertir. De la necesidad ha hecho virtud, qué demonios, ha sacado petroleo. Con tan ínfimo presupuesto no esperen que también de miedo. La hilaridad está presente desde los primeros compases, a lo que ayudan esas declamaciones de los actores, tan teatrales. Luego acompaña una banda sonora más que digna, incluso notable, que ayuda a hacer incluso emocionantes escenas que de otro modo resultarían bochornosas.

Como es natural, el argumento no está muy trabajado, y se reduce al típico de lugar cerrado asediado por los bicharracos de turno, pero mantiene un buen sentido del ritmo. Los hombres lobo, pues a ver, son actores disfrazados haciendo poses a lo Predator, y que son mostrados con pelos y señales, nada de insinuar, en una muestra de desparpajo, atrevimiento y "melasudismo". Ni siquiera el disfraz de peluche permite que abran la boca, pero a Steeds no le importa. Su juego es otro, el estilo cuasi guiñolesco, que me recordó a El Ejército de las Tinieblas, de Sam Raimi; los diálogos chispeantes y el esperpento autoconsciente. Con el aderezo extra de grotescas escenas escatológicas y algún detalle de cutre gore. La estupidez de algunos personajes saca de quicio, pero estamos ante algo solo superior a un proyecto de fin de carrera de un estudiante de cinematografía, y aún así, me lo he pasado mejor que con películas de factura hollywoodiense. De modo que cojan unas cervezas, unas patatas fritas y disfruten de la función.
KlingonCome
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13 de febrero de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un bajísimo presupuesto y una textura más próxima a una fan-movie, Charlie Steeds -guionista, director, productor y editor- nos obsequia con una divertidísima película, mezcla de terror y humor negro, que bebe directamente de los dos últimos filmes de trilogía original de Evid Dead de Sam Raimi y del "Feast" del John Gulager (2005). Coincide con estos filmes en el tratamiento de los protagonistas, directamente unos estúpidos con diversa suerte, completamente alejados del concepto del macho-alfa salvador. También recordará, en ese aspecto, a otro filme de hombres-lobo, injustamente tratado por la taquilla, la española "Lobos de Arga"(2011, JM. Moreno) teniendo en su argumento conexiones evidentes con Dog Soldiers (2003, N. Marshall) , aunque a diferencia de ésta, un filme de terror, Steed prima el tono de comedia negra en la suya.

Tras los repelentes filmes y series de TV que nos asolaron por años, tipo "´Crepúsculo", auténticos engendros destinados a jovencitos/as con ardores de bragueta, parece que el género del terror empieza a recobrar el pulso, aunque sea gracias a este tipo de producciones muy independientes. "A werewolf in England" es un filme muuuy barato, con una iluminación de postal navideña, una casa rural actual utilizada como posada y esa imagen en video tan dañina para los filmes de terror, compensando todos estos errores visibles con el desparpajo que muestra el director con la manera de llevar la historia a la pantalla, en un filme tremendamente dinámico una vez empieza la acción en una noche loca para los protagonistas, que deben luchar salvar sus vidas, recordándonos a la noche infernal de los personajes de "Abierto hasta el amanecer". Así tenemos un filme con evidentes influencias de Raimi, Gulager y Robert Rodríguez ....si eres aficionado a este tipo de cine ¿Qué esperas para verla?
Quinto Sertorio
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16 de febrero de 2021
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¿Y si David y Jack se hubieran quedado en ‘El cordero degollado’ de Un hombre lobo americano en Londres (John Landis, 1981)? Charlie Steeds, director y guionista, considera esta hipótesis como perfecta para realizar su mockbuster de licántropos, homes invasión y mucho, mucho humor. Archie Whittock (Reece Connolly), un criminal cautivo por asesinato por el agente de la ley Horrace Raycraft (Tim Cartwright) es llevado a The Three Claws, una posada hundida en la oscuridad de un tenebroso bosque rebosante de supersticiones para pasar la noche antes de su juicio. Pero sus extraños huéspedes tienen otros planes para los dos hombres y el resto de incautos visitantes de la posada.

Esta particular parodia reúne bajo la misma luna de sangre todas esas legendarias producciones de serie B que encontraron la risa por el miedo durante la década de los ochenta y principios de los noventa, empleando puro acero ‘tromano’ para combatir a sus criaturas. Steeds, en un frenesí de romanticismo, planea una estructura narrativa idéntica, y de próspero pluriempleo en el cine de terror, que los grandes clásicos Posesión infernal y Terroríficamente muertos (Sam Raimi, 1981 y 1987) donde se garabatean los personajes en un planteamiento nimio y siempre desarrollado bajo la prisa de un viaje, ya sea en coche o en diligencia, y cuya moda se extiende desde la serie B de Christian Nyby y Howard Hawks con El enigma de otro mundo (1951) hasta la del rey del bajo presupuesto, Roger Corman, con películas como El péndulo de la muerte (1961), y que tan bien le vino a Quentin Tarantino para Los odiosos ocho (2015). Pero la sombra de Corman es alargada, más si estamos hablando de terror gótico, y eso es algo de lo que se vale Steeds para reírse de todos los tópicos patentados por Edgar Allan Poe; la atmósfera es siempre perturbadora desde la llegada de los anfitriones, y siempre es reforzada por las anécdotas, creencias y, en general, por las supersticiones de los lugareños que construyen el misterio desde el que se comienza a dar forma al terror. El terror solo se manifiesta desde los diálogos de los secundarios con los principales, estos últimos siempre con un agnosticismo que el director borra poco a poco para elevar, gradualmente, la tensión hasta el conflicto del desarrollo.

De igual manera, el director utiliza la ambientación londinense para desmitificar, y volver a reírse, de esa clase y elegancia reservada para los bretones a través de numerosos gags muy casposos que involucran escatología y sexo y que son generalmente protagonizados por Horrace, algo de lo que también se valió el belga Emmanuel Kervyn para la muy recomendada Abuelas rabiosas (1988), por cierto, producción de la Troma que observa con lupa los clásicos demoníacos de Raimi. Los antagonistas son la guinda de este sangriento pastel. El diseño recuerda más a un gorila deforme que a un hombre-lobo, y los constantes balanceos, contoneos y movimientos de Derek Nelson bajo el disfraz hacen parecer a sus criaturas bailarines de samba con el ritmo apoderándose de sus peludos cuerpos. Steeds no quiere que se vean como amenazas potenciales, sino como elementos activos para incentivar el humor desde la parodia. Se ven lentos, torpes y fácilmente combatibles, como una especie de zombi lanudo, características que le vienen como anillo al dedo para parodiar La noche de los muertos vivientes (George A. Romero, 1968) donde unos sillones amontonados son capaces de frenar el avance de tan temidos engendros pero, cuando logran pasar, la posada victoriana The Three Claws se convierte automáticamente en La Teta Enroscada de Abierto hasta el amanecer (Robert Rodríguez, 1996) donde Jessica Alonso, interpretando a Minnie, posa como Salma Hayek para Steeds.

Y es que a Steeds le importa una mierda todo. El ínfimo presupuesto y las interpretaciones tan sobreactuadas hacen parecer a A Werewolf in England un compendio de ‘a que no hay huevos’ entre amigos. Pero sí los había, y eso es algo evidente durante toda la película en la que se ve a leguas la diversión que tuvo que suponer para todo el elenco, donde Barrington de La Roche como Vincent Hogwood, personaje absurdamente burlesco tanto de los macabros huéspedes de Poe como de los protagonistas de cualquier slasher que se precie como La matanza de Texas (Tobe Hooper, 1974) hace una labor muy destacable, sin despreciar el entrañable carisma del alma del filme, de Tim Cartwright como Horrace. Es absurda, cutre y mala, adjetivos que Steeds rebautiza como tres virtudes con las que consolida este revival del humor negro que un fan del género agradece y aprecia en tiempos donde el terror se toma muy en serio a sí mismo con resultados igual de deplorables pero que, a diferencia de la obra de Steeds, no consiguen si quiera divertir.
Tiggy
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