El juego de la oca

"El juego de la Oca" cuenta una historia que hemos visto muchas veces en el cine: una traición amorosa que se convierte en un apasionado romance. En este caso, la película destaca por su guión, por la manera de contar este argumento clásico. Llama la atención el hecho de que nos muestra con imágenes los pensamientos de los protagonistas. En sus momentos de ensimismamiento, evasión o aburrimiento, aparecen curiosas imágenes sobre lo que pasa por sus cabezas. Este hecho tan sencillo y especial al mismo tiempo, convierte una película corriente en una obra original. A través de estas ensoñaciones comprendemos realmente la psicología de los personajes y entendemos el sentido de la historia.
Es imposible pasar por alto el estilo propio de Manuel Summers, sesentero, naíf, romántico y transparente, cuyas imágenes en blanco y negro de la pareja nos traen a la memoria su opera prima "Del rosa al amarillo".
Una película que merece la pena ver y que, a pesar de que el tiempo le ha hecho mella, nos recuerda que en España también se hacía buen cine en los años sesenta.

Apartándose de la habitual forma de hacer cine de la época, Manuel Summers nos acerca a los dilemas de la infidelidad.
Un hombre joven pero casado y con hijos se enamora de una compañera de trabajo. Esta compañera no es ni más ni menos que Sonia Bruno (la mujer de Pirri), una exigente y bella soltera que corresponde a su enamorado. Y básicamente ese es el argumento del film que nos muestra las adversidades que tiene que afrontar los protagonistas.
Catalogaría la peli como un drama romántico pese a algún toque de comedia. Esos toques de comedia vienen principalmente de los recursos que utiliza el director para expresar los pensamientos de los personajes, que en parte están bien para relajar el aspecto dramático y para que no resulte todo muy empalagoso, pero que no me terminan de convencer.
Curioso el look de Sonia Bruno que me recuerda al de Audrey Hepburn (no sé si seré el único al que le pasa).

Lo siento, pero no puedo darle el aprobado. Me gusta Manuel Summers, suelo encontrar casi siempre cosas interesantes en sus películas, pero esta me parece de las más flojas que hizo. Vehículo para el exclusivo lucimiento de Sonia Bruno, más de la mitad de la película son primeros planos de su cara, en todas las variantes posibles: morritos, sonrisas, ojitos, fruncimientos de ceño, etc., etc. Y la chica guapa era un rato, pero tampoco es para abusar así, caramba.

Porque el argumento es flojito, flojito: el típico triángulo amoroso de toda la vida, señor aburridamente casado con señora aburrida y amante jovencita atractiva. Más visto que el tebeo. Y para salvar una película con eso hay que aportar bastante más que una cara bonita. No es el caso: el guión no da más por lo que se hace lento, monótono y reiterativo, el debutante José Antonio Amor era un actor vulgar e inexpresivo (de hecho su carrera fue tan fugaz como irrelevante) y María Massip, actriz potable, no puede hacer nada con un personaje soso y vulgar. Así que volvemos a lo mismo: las caritas de Sonia Bruno ... y para de contar.

Un cuatro y gracias. Olvidable.

Melodrama triangular narrado por Summers con un estilo personalísimo. Alterna momentos de un tono intimista con otros momentos en los que el sentido del humor y la imaginación hacen acto de presencia. La película era algo atrevida para su época pues en los pensamientos íntimos que el protagonista tiene respecto a su amante se halla implícita la sensualidad. Esto también se palpa en algunos diálogos. Por ejemplo cuándo la chica le cuenta al amante que salió con un chico que le dijo que cuándo salía con una chica no le gustaba perder el tiempo o cuando el hombre casado le dice a su amante "estamos solos...". Tiene algunos momentos muy interesantes, adecuados fondos musicales y un uso muy eficaz de la fotografía en blanco y negro. Destaca en la obra de Summers.

Pertenece a la más fructífera y diversificada etapa de Summers, luego estancado. Es la crónica de un adulterio, narrada sin moralinas, en base más a los pensamientos de sus protagonistas (Amor) que a los hechos consumados (que para la censorial época, también). No falta algo de humor negro y es bastante original la forma de tratar el tema. Solapada crítica al régimen franquista (el personaje, trivial, pero clave, del sereno acechando a los adúlteros). Atrevida, interesante, buen material.