Shelley

Estamos ya acostumbrados a ver películas con una gran ambientación y unos paisajes idílicos. Son películas pausadas, tranquilas y lentas, naturalmente, dónde el continente da la impresión que es más importante que el contenido. El terror nos aparece tímido, como si no quisiera molestar demasiado. Por lo tanto la primera pega que podríamos poner a Shelley es la falta de truculencia. De lo que hemos comentado al principio va sobrada, pero una cosa es imaginar unas buenas vacaciones y otra que sirva de telón de fondo de una película de terror. Tampoco penséis que la sangre sea nuestro leitmotiv, la hemoglobina no es imprescindible para provocar alguno que otro bote en la butaca.

Que este principio un poco negativo no os lleve a engaño, Shelley es una buena película, con una historia interesante y muy bien realizada. Esto último se realza al indicar que es el debut en el largometraje del director iraní afincado en Dinamarca Ali Abbasi. Un buen inicio que no escatima algo de riesgo.

La idea original de la cinta es del propio Abbasi aunque cuenta con la colaboración en el guion de Maren Louise Käehne. Le da un toque que la acerca a algo que no nos gusta mucho mencionar, pero que en este caso le cae como anillo al dedo, me estoy refiriendo a que es una película femenina, cosa por otro lado muy acertada.

Elena es una emigrante rumana que se dirige a un paraje paradisiaco situado en Dinamarca. Su misión es cuidar a una madura y enfermiza Louise. La amistad nace entre ellas y Louise le propone a Elena que sea una madre de alquiler puesto que ella no puede tener hijos. Queda bastante claro que el pacto entre ellas es por dinero pero no todo es tan simple y las cosas no salen como estaban previstas.

Excelente debut de Ali Abbasi. Su forma de rodar es pausada sin llegar a ser tediosa. La tensión va creciendo a cuentagotas pero cuenta con los suficientes recursos para mantenernos alerta. La evolución de los personajes la hace sumamente interesante, lo que indica una vigorosa dirección en ese sentido.

La fotografía de Nadim Carlsen y Sturla Brandth Grøvlen es fantástica. Es muy fácil rodar en unos exteriores como los que nos muestra este film, pero si decimos que el matrimonio formado por Louise y Kasper viven en una solitaria mansión que no cuenta con electricidad y que la mayoría de escenas son de INT. CASA - NOCHE, el mérito se engrandece. Un gran trabajo.

Las interpretaciones están a un buen nivel. La pareja femenina protagonista formada por la noruega Ellen Dorrit Petersen y la rumana Cosmina Stratan llevan el peso del film. Muy interesantes sus duelos interpretativos que al ser muy comedidos, en todos los aspectos, dan idea de la dificultad de los mismos. En la parte masculina destacar los papeles de Peter Christoffersen y Björn Andrésen, breves pero intensos.

Para acabar decir que es de aquellas películas que te dejan buen sabor de boca. Inapropiada, eso sí, para los amantes de lo extremo. De todo tiene que haber, y Shelley es de aquellos productos bien acabados.

http://www.terrorweekend.com/2016/09/shelley-review.html

Curioso drama de tintes terroríficos que apuesta por un ritmo lento pero muy atmosférico, dejando que la trama se vaya desarrollando de forma sencilla pero desasosegante y sacando máximo provecho a su bajo presupuesto, reducidos escenarios y a su luz natural.

Está lejos de ser una gran película y desesperará a muchos espectadores por el estilo de su narración y su mensaje claramente antimaternal pero es una historia coherente, bien contada y que esconde unas cuantas sorpresas, que no es poco.


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Hay homenajes confesos que prestigian a la obra maestra a la que rinden pleitesía porque casi resultan estar a su altura. El paradigma de ello es la injustamente desconocida e infravalorada cinta danesa “Shelley” de Ali Abbasi. A esta película, que desconozco por qué tipo de maldición no es infinitamente más conocida, he llegado, no os engaño, por el nombre artístico que hay tras ella al tratarse de la ópera prima de Ali Abbasi, director de la perturbadora “Border” y miembro del equipo de una de las más grandes películas de género del siglo XXI, “Déjame entrar” de Tomas Alfredson. Pero también, lo confieso, por su cartel, homenaje expreso tanto por las imágenes que contienen como por la grafía del mismo a mi idolatrada “La semilla del diablo” de Roman Polanski, ni más ni menos.

Y esta revisión danesa contemporánea de la obra maestra del genial Polanski es igualmente un deleite exquisito para los sentidos y para la inteligencia, otra vuelta de tuerca a la “maravillosa” maternidad y al poder perturbador y enloquecedor de un embarazo.

Con guión del propio cineasta danés y una espectacularmente gélida y desorientadora música de Martin Dirkov, se nos cuenta la historia de una joven, Elena, que decide sacarse un dinero cuidando de una mujer llamada Louise que está enferma y que vive, junto a su pareja Kasper, en una casa aislada en un lago, sin medios tecnológicos, ni suministros de electricidad o agua, viviendo de lo que producen y en un estilo de vida vegetariano y en contacto con modos espirituales druidas. Pero algo terrible le ocurre a Louise: lo que más adoraría en esta vida sería poder ser madre pero no le es físicamente posible. Por eso cierra un pacto con la joven Elena, intercambiando una buena suma de dinero para que ésta última albergue en su cuerpo sus óvulos y sea madre de alquiler.

Lo de vender su cuerpo como si fuera un objeto que supone la maternidad subrogada no es lo único terrorífico, extraño e inexplicable que ocurre a lo largo del acertado y ajustado metraje de la cinta, porque el embarazo va a acabar siendo extraño desde el primer día, demasiado extraño.

A veces no hace falta nada más que una buena premisa argumental para crear el mejor terror, sin fenómenos paranormales, sin sustos baratos, sin necesidad de pirotecnia visual ni golpes de música, utilizando tan sólo la inteligencia y la creatividad para poner los pelos de punta a cualquier sabio espectador que pase por delante de esta cinta.

Y mucho ojo a la interpretación de la actriz y periodista rumana Cosmina Stratan como la joven que se presta a tan espantosa operación comercial, porque su actuación es de esas que se te pegan a las entrañas y no se olvidan. La química con la noruega Ellen Dorrit Petersen es absoluta y brutal y no puede dejar indiferente a nadie. Ambas están extraordinarias y se meriendan ellas solas el film, pero lo de Cosmina Stratan va más allá de lo humano. Sencillamente colosal.

La fotografía intencionadamente gélida de Nadim Carlsen y Sturla Brandth Grovlen es la guinda de un pastel absolutamente exquisito que prestigia un género tan devaluado en la cinematografía contemporánea como el terror, porque “Shelley” está casi a la altura de “Déjame entrar”, “A ghost story” o “Thelma”, e incluso al nivel de su homenajeada “La semilla del diablo”.

Shelley es la nueva niña mimada por la crítica en el género del cine de terror extranjero. Es una suerte de Rosemary's Baby con The Vvitch pero con menor presupuesto y más densa.

No esperes a ver jumpscares y sustos baratos de esos cuando te juntás con amigos. Es otro tipo de terror. El film se pone interesante a partir del tercer acto. Podrían haber resumido bastante, la primera hora no aporta en nada a la trama. Y tampoco sabés si es cosa de un demonio, una bruja, un duende, o un Balrog.

A mi no me convenció del todo.

Interesante cinta danesa, que técnicamente es muy buena, con una preciosa fotografía a cargo de Nadim Carlsen y Sturla Brandth Grøvlen, puesta en escena seca, como la historia que se narra, y unas buenas interpretaciones.
El problema, siempre según mi particular y muy subjetiva opinión, es que no convence argumentalmente, debido a un desarrollo moroso y que, al menos por mi parte, finaliza sin explicarme bien, exactamente, de qué iba todo... o bien pudiera ser que yo lo la entendí en el reciente Festival de Sitges 2016 donde la vi. Y es que, lo admito, me adormilé un poquillo en alguna ocasión. No sé si porque ya llevábamos varios días de Festival y el cuerpo estaba muy cansado o porque realmente el interés de la película, que lo tiene, disminuye minuto a minuto, sobre todo en la segunda mitad.
Supongo que habrá espectadores que la pondrán bien y otros que mal. A mí no me convenció ni me gustó mucho que digamos, más bien poco, pero admito que está muy bien realizada, pareciéndome un cruce entre el cine intimista del maestro Ingmar Bergman y el cine de terror/fantástico psicológico propio de, por ejemplo, Polansky.
En todo caso, me decepcionó. Pero repito, quizás es que me perdí algunos estupendos minutos que le daban sentido a todo.

http://filmsencajatonta.blogspot.com.es/2016/11/shelley-dinamarca-2016-intriga.html