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Las estatuas también mueren

Documental "Cuando los hombres están muertos, entran en la historia. Cuando las estatuas están muertas, entran en el arte. Esta botánica de la muerte, es lo que nosotros llamamos la cultura.” Así comienza este controvertido documental que cuestiona las diferencias entre el arte africano y el arte occidental, pero sobre todo la relación de Occidente con ese arte. Un ensayo sobre la escultura africana permite a Chris Marker y Alain Resnais denunciar ... [+]
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
6 de diciembre de 2011
32 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el minuto dos cuarenta y cinco, la cámara nos muestra unos segundos el punto de vista del cadáver.

Hacia el minuto diecisiete y medio, se nos ofrece una serie fascinante de primeros planos de máscaras o rostros esculpidos, magistralmente iluminados y encuadrados –ángulos expresivos, sombras profundas e inquietantes. La música de percusión (piano, caja y timbales; acordes secos y ritmo militar) desemboca en la sinuosidad suave del clarinete y la flauta, a los que sigue el fagot. Mientras la cámara mantiene el plano en una vista frontal de la escultura del principio, la voz irrumpe:

“Y les llega el turno de morir…”

[Tras esa frase, vemos pasar la hoja que encierra a la figura, como si se tratara de una guillotina horizontal; el tirador nos hace ser conscientes de su recorrido. El fondo se hace levemente más oscuro.]

“Clasificados, etiquetados, conservados en el cristal de colecciones y vitrinas, entran en la Historia del Arte, paraíso de las formas en que se establecen misteriosos parentescos.”

Nunca vi una ejecución más limpia y elegante.

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“La estatua negra no es el dios, es la plegaria.”
Servadac
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5 de agosto de 2010
25 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un montaje inteligentísimo y ácido (se nota la mano magistral de Marker) -esa sucesión de imágenes pseudo-eróticas tras decir beauté- y un ritmo que nunca pierde el pulso, Les statues meurent aussi es un documental de factura impecable.

Menos impecable es la pirueta intelectual que nos proponen Marker y Resnais. Parte de una crítica al colonialismo occidental en África para terminar asumiendo su mismo punto de vista, hablando de un todo homogéneo inexistente bajo la etiqueta de "arte negro", como lo haría el mejor de los anticuaristas decimonónicos. Es lógico que filmada en los 50 adopte este esquema interpretativo, pero hoy suena simple, desenfocado y pervertido por la lógica contra-colonialista (no anti, anti somos todos...). Algo parecido ocurre cuando en el tramo final el narrador hace suya la vieja argumentación del buen salvaje pervertido por un hombre blanco que corrompe todo lo que toca. Un Bartolomé de las Casas con las tintas cargadas de la culpa de las post-guerra europea. Se podrá decir que en realidad Les statues... utiliza el "arte africano" en sí mismo como una máscara (qué apropiado) para presentar un discurso político, legítimo y digno, pero maniqueo.

Sin embargo, aunque falle el planteamiento, el documental está sembrado de ideas de poderosa germinación: la definición de arte, la relación entre espectador y obra de arte, el problema de los códigos culturales, qué y cómo vemos en un museo, el arte como intermediación entre el ser humano y la naturaleza... Y por supuesto, el documental en su conjunto es un alegato honesto contra el racismo y a favor del diálogo intercultural ("Car il n'y a pas de rupture entre la civilization Africaine et la nôtre"), algo que hoy suena evidente, pero que en los años 50 tenía connotaciones infinitas.
Fernando86
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27 de octubre de 2011
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
"De acuerdo con el modelo multicultural, lo mejor que uno puede esperar hacer es tratar de entender cómo la gente, en una tradición cultural dada, apreciaba su propio arte. Uno no puede, desde fuera de esa tradición, apreciar cómo es desde dentro, pero puede al menos intentar no imponer el modelo propio de apreciación a tradiciones a las que es ajeno". Arthur C. Danto, 'De la estética a la crítica del arte'.
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Antes de extraviar su valor simbólico el arte primitivo cumplía funciones mágicas, casi intangibles. El chamán y el brujo como un artista que comunicara con el más allá.

Al acuñarse ese arte como moneda de cambio se transformó la mística en lógica comercial. Es algo obvio, una crítica evidente: el museo, la vitrina, la cola para la exposición senegalesa, el colonialismo cultural, etc. Lo artístico aparece así como un signo de compraventa, como mercantilización de una obra que pasa a ser objeto expoliado por la ley del más fuerte.

Pero no me interesa tanto la constatación colonialista de un Congo (belga) y sus excesos (véanse, si no, las tropelías de Leopoldo II de Bélgica al respecto). Eso es explicitar y a esa denuncia la acusarán de tópico porque tópica es. Aunque a mí me parece bien esa obviedad. Algunas cosas hay que decirlas alto y claro aunque sean previsibles (sobre todo porque las tropelías se siguen cometiendo por omisión para controlar recursos naturales).

Con todo y con eso, como digo, prefiero una vertiente más de raíz del asunto. Una perspectiva cultural. Useasé, cómo la magia, cómo el arte de máscaras y demonios son fagocitados por el punto de vista antropológico liberal mediante un pensamiento objetivizado, creando una cultura que se acerca a la realidad ajena (africana, etc.) desde lo “occidental”.

Es ahí donde radica la primera y más profunda injerencia y apropiación. La interpretación occidental que reduce toda sociedad (llamarlo sociedad ya es un síntoma) a un pensamiento sistemático incapaz de abordar la significación simbólica y primaria del objeto. Un pensamiento que nos ofrece una explicación civilizada e iluminista de algo que tenía que ver más con el instinto, la prosperidad y la fertilidad que con dataciones y congresos universitarios.

Además, rascando un poco y echándole imaginación al asunto, esta defensa no es solo una cuestión política o ideológica anticolonial. Ofrece también consideraciones estéticas, ya que tanto Resnais como Marker plantearon cines desde la ambigüedad y la abstracción. Perspectiva que les acercaba, de alguna forma, a estas artes de primitivismo místico poco ilustrado. Encuentro lógico que se sintieran atraídos, más allá de la denuncia de turno, por un arte espiritual.
Bloomsday
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7 de septiembre de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un muy bello documental, de eso no cabe duda. Merece la pena ser visto varias veces para estudiar cómo Marker y Resnais consiguen crear un armonía audiovisual tan seductora. Después de todo, este documental, más que una descripción aséptica de unos hechos objetivos, es un ensayo, y es requisito indispensable del hábil ensayista compensar su habitual falta de ideas con un uso magistral del lenguaje que esté empleando.

El relato se abre con una exposición general y desordenada del arte negro, para después tomar un desarrollo cronológico. Se nos presenta un arte primitivo, arquetípico y figurativo (aunque en la primera parte parece haber muestras de un arte más sofisticado), que evoca ideas universales y todavía es incapaz de captar las sutilezas y detalles individualizadores del arte materialista y racionalista. A continuación, se nos explica cómo la civilización occidental está acabando, con su economía capitalista, con la civilización negra, sometiendo su arte idealista y lleno de significados que ignoramos al mismo proceso vulgarizante al que fue sometido el arte escultórico de las Cícladas cuando la demanda de sus ídolos aumentó considerablemente en los albores de la civilización clásica. Esta aparente victoria del hombre blanco es, sin embargo, su derrota, dado que el negro lo supera en el deporte y la música, dos de los grandes ídolos de las masas proletarias occidentales. Es frecuente, así lo demuestra Toynbee, que las civilizaciones, en su última fase (en la que nos encontramos nosotros), acaben desintegrándose por la acción devastadora de los procesos de proletarización y barbarización de las élites.

Esta crítica a la civilización europea u occidental en que deviene el documental no acaba de cuajar. Se olvida Marker de que, si hemos de creer lo que él mismo nos ha contado nada más empezar el documental, la civilización negra, en 10.000 años de sedentarismo, ha sido incapaz de llegar a configurar un pensamiento racionalista como el de la Grecia, la China y la India de los siglos VI a IV. Sí, uno puede intuir el arte egipcio y japonés en la escultura negra, pero nadie puede afirmar que alguna de las estatuas presentadas tenga el nivel de detalle y sofisticación del busto de Nefertiti o de las enormes estatuas de Agyo y Ungyo que solían guardar los templos budistas en el Japón. La destrucción de la cultura negra no significa que la europea se vaya a imponer omnímodamente, aniquilando todo aquello que diferencia al negro de otros pueblos y reemplazándolo por un sistema frívolo y materialista; no, eso es imposible en términos históricos, lo que tal vez ocurra (y de ello deberían alegrarse los negros) es que la civilización occidental se funda con la negra (como se ve en el sincretismo afrocristiano), creando una síntesis de ambas que no sea ni la una ni la otra, sino la superación de ambas, una civilización, en definitiva que, por fin, tenga elementos científicos, racionales y, por qué no, materialistas.

El co-director/escritor, hay que entenderlo, no pretende (¡no puede!) hacer ciencia y, además, es hijo de su tiempo. Marker se encuentra en una fase de transición (ideas similares y más complejas expondrá Fernand Braudel década y media después en su "Grammaire des Civilisations"): hace tiempo que la creencia en la supremacía del hombre blanco sobre las razas "oscuras" ha declinado, pero todavía no se ha caído en el relativismo cultural acrítico, dogmático y desintegrador de nuestros días. Para Marker, el hombre negro es todavía el otro, aunque un otro al que hay que amar y respetar.
Montana
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17 de noviembre de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hubo un tiempo en el que África poseía un arte propio. Sus gentes se representaban a ellos mismos, a sus caudillos, a sus divinidades y a sus espíritus que aún nos conmueven. Aparecen animales, Predominaban las representaciones humanas. Máscaras, cabezas, Adornos. Rasgos zoomorfos y antropomorfos en una misma figura. Algunos motivos vegetales.
El hombre blanco llegó al corazón de África, y en uno de los paisajes más bellos que pueda ver el ojo humano a lo largo de su vida le puso el nombre de Victoria. Se consideró con derecho a usurpar el nombre que le habían dado las gentes que poblaban sus inmediaciones desde hacía miles de años: Humo que truena.

¿Qué escondía el arte negro? ¿Qué significado tenía? ¿Qué provocó su decadencia? ¿Está realmente extinto?

Son preguntas que afloran después de ver este trabajo de dos maestros como son Chris Marker y Alain Resnais.
jaroshlav
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