No soy quien crees

Leo críticas no tan buenas como las que yo esperaba de esta película. Sí valoran el trabajo de la excelente, siempre excelente, Juliette Binoche, pero no tanto el del director Safy Nebbou. En cambio para mí resulta muy placentero salir de la sala de cine pensando en la película, interpretando qué pasaba por la mente de cada personaje, resolviendo o discutiendo con tu acompañante el porqué de ese final y no de otro. Si ocurre esto, y en esta ocasión ocurrió, es que la propuesta cinematográfica excede el entretenimiento. Eso ya es mucho, es un plus. Es como cerrar un libro y seguir pensando en él y no en el siguiente. La historia de la madurez mal llevada, la crisis de los 50 en una mujer francesa de clase media, intelectual, mezclada con la novedosa y fascinante posibilidad de conocer gente a través de las redes sociales, las posibilidades, muchas malsanas que éstas tienen. El amor y su parte mezquina también aparecen, el drama, la tragedia, la mentira. A mí me parece perfecta en su papel de terapeuta perpleja Nicole García, escueta en palabras, maravillosa en su mirada. Lo mismo que una Binoche que sostiene la película en sus ojos. Y sí, lo reconozco esta vez y siempre: tengo debilidad por este elegante y suave cine francés, capaz de narrar la mayor tragedia con la sencillez con la que fluye el Sena por París.

Lo primero que me llama la atención sobre “Celle que vous croyez” es la insulsa traducción que ha recibido su título en España, “Clara y Claire”, que oscila entre una comedia ya vista y uno de esos innumerables films que manejan dos nombre de mujer bastantes parecidos. Este título, al menos en inglés, es más acertado respecto a lo que la película plantea: “Who You Think I Am”, cosa que también han respetado, por ejemplo en Perú: “Quién crees que soy”.


Claire, una mujer de cincuenta años, profesora de literatura, divorciada y con dos hijos, está frustrada, vive una vida anodina y, por una serie de circunstancias, crea un falso perfil de una joven en Facebook, sin pensar en las consecuencias en que esto le podría acarrear. Este es, a grandes rasgos, su planteamiento. Todo lo que se nos cuenta se hace a través de sesiones con su psiquiatra, donde se nos irá desmenuzando los detalles de su vida.
Lo que podía haberse contado en clave de “suspense” o de drama desgarrado, se opta por la vía más analítica, donde, más que provocar la intriga del “qué pasará”, se apuesta más por una descripción de sus personajes dejando que el espectador vaya juzgando los acontecimientos que se van sucediendo, sobre todo en la segunda mitad del metraje.


Vaya por delante la advertencia de que “Clara y Claire” no está pensada para un público que guste de películas comerciales al que le gusta engullir y no pensar. Puede que algunos hasta le puedan encontrar un punto algo irritante que encuentran fácilmente en los films franceses de esta índole, pero lo cierto es que, aún con sus puntos en contra, “Clara y Claire” es un film interesante con ciertos logros, que al menos para mí, la salvan de la mediocridad. Hay cosas muy bien pensadas a nivel de guión que contaremos en el “spoiler”. Uno de los aciertos es que se hayan unido director, Safy Nebbou, su novelista, Camille Laurens y Julie Peyr, para la creación del guión y sus diálogos.


En cuanto al equipo técnico han hecho un buen trabajo, como los de sonido, sus efectos, sin grandes estridencias, su fotografía, que sobre todo en los ambientes nocturnos es cuando más nos sugiere, como haría Fujimoto en los films de Alan Rudolph, o su banda sonora, creada por Ibrahim Maalouf, señor instruido, apostamos el cuello, y es capaz de evocarnos a Jean- Claude Petit en algunos momentos (el creador entre otras del “Cyrano de Bergerac” (1990)), aunque de forma menos rotunda y más austera, a un estilo de música más experimental utilizando el sonido de la llegada de mensajes al móvil.


Safy Nebbou dirige correctamente, aunque algunas combinaciones del humor en este drama no quedan del todo aprovechadas, aunque se le agradece su riesgo. Lo que él si sabe es que el plato fuerte reside en los actores. Cabe reseñar a modo de curiosidad que en el pequeño papel de Katia está Marie Ange Casta, hermana de Laetitia Casta. Todos están bien, incluso los actores masculinos, que en su mayoría carecen de la veteranía de sus compañeras, como Nicole García como la doctora Bormans, actriz, directora y escritora a la que siempre le hemos tenido respeto, desde sus primeras intervenciones, a su lanzamiento en la notable “Mi tío de América”, de Resnais, de 1980, aunque misteriosamente en la actualidad su físico nos recuerde a Cari Lapique. Y por supuesto Juliette Binoche. El caso de esta actriz es como los mejores vinos. Ya en la actualidad da igual que beba chupitos o una copa de vino, que ría, llore o escriba en el ordenador sentada en la taza del váter. Dominadora no solo de su técnica si no de lo que es una cámara de cine, aguanta los primeros planos como una auténtica jabata. Su creación es más que notable, sin ningún pero.


En suma, puede que “Celle que vous creyez” (me niego a utilizar más el título aquí designado) no deje demasiada huella, ni tampoco pase a la historia del cine, pero hay cosas en ella, como sus actrices, su música o la comentada fotografía que quedan de ejemplo para lo que se debe hacer para engrandecer un resultado que “a priori” pudiera prometer menos.

Tomando el libro de Camille Laurens publicado en 2016 "Celle que vous croyez"(El que tu crees) una novela tortuosa cuyas múltiples capas sirven de trampolín para hacer un trabajo cinematográfico conmovedor y perturbador, el director Safy Nebbou escribe un guion junto a Julie Peyr con la dosis de suspense necesaria y construido inteligentemente.

Claire es una brillante profesora de literatura en la universidad, ronda los cincuenta años, divorciada y con dos hijos, una época fatal para encontrar una relación estable. Un poco depresiva crea un perfil falso en Facebook y sin pensar en las consecuencias del engaño Claire se convierte en Clara, una joven de 24 años guapa y atractiva pronto llama la atención de un amigo de su ex novio de la misma edad, sin embargo, cuando su amante virtual insiste en conocerla la cosa se empieza a complicar.

Juliette Binoche está espléndida como siempre y prácticamente se come la pantalla con su personaje con doble cara. Así como el joven actor prometedor François Civil. Y destacaria también a la psiquiatra Nicole García con unas escenas muy interesantes entre ellas.

Toda una crítica social a los juegos de mentiras y manipulación a los que las redes sociales dan acceso a todo tipo de personas. Como también la necesidad de intentar sentirte joven y deseada cuando llegas a una edad que te sientes mayor, se juntan para dar forma a esta historia fascinante de pasión en esta época en la que todos estamos conectados.
Destino Arrakis.com

El francés Safy Nebbou dirige uno de sus proyectos más ambiciosos, que tiene como gran aliciente la presencia como gran protagonista a Juliette Binoche, que vuelve a bordar su personaje, el de una mujer que tiene problemas personales y que durante casi todo el relato vemos lo que cuenta a Catherine Bormans, su nueva psicóloga los momentos más importantes de su pasado y así poder entender sus problemas mentales y depresión. La propuesta se presentó en el pasado festival de cine de Berlín y mezcla diferentes géneros, ya que se mueve entre el drama personal y el suspense, y que no es nada convencional a nivel estético, ya que el director y el técnico de fotografía emplean los movimientos de cámara para acercar o alejar a los personajes como manera de decirnos el estado de ánimo de los protagonistas, ya sea de alegría o tristeza, miedo o tranquilidad.

La historia tiene como eje fundamental las redes sociales, sobre todo el Facebook y las relaciones entre personas que ni se conocen, pero pueden enamorarse por las conversaciones privadas y por ver unos vídeos o fotografías que pueden no ser la verdadera imagen de esa persona. En el fondo se muestra y al mismo tiempo critica a la sociedad moderna y a la falta de contacto personal entre las personas, sobre todo a las redes sociales que nos hacen ver las cosas desde un punto de vista más aislado, sin relacionarnos con la gente, por medio de ordenadores, tablets o teléfonos móviles. Es difícil cambiar esa tendencia, pero pienso que si se emplean bien esos nuevos medios de comunicarnos con las personas, aunque se corre el riesgo de que nos pueden hacer perder la privacidad por el ansia en mostrar el minuto a minuto de lo que estamos haciendo, se puede ser más feliz sin necesidad de seguir disfrutando de los amigos y familiares.

La película tiene un gran reparto, en donde sobresale Juliette Binoche, que está otra vez magnífica, en este caso en el papel de Claire, una mujer separada y que tiene dos hijos, un adolescente llamado Max y el pequeño Tristan, y que consigue salir de su situación de soledad gracias a esa relación a distancia con Max, un hombre mucho más joven que ella, lo que terminará siendo una obsesión teniendo miedo de que se descubra su verdadera identidad y se termine esa relación idílica. La actriz francesa tiene unos cambios de registro con el paso de los minutos, y es el principal motivo de que la trama mantenga el interés hasta el final. Completan el reparto secundarios de lujo como Nicole Garcia, en el papel de la psicoterapeuta a la que Claire cuenta su pasado, y François Civil en del joven Alex.

Otra vez nos encontramos con una película francesa fácil de recomendar, sobre todo al público medio, y en este caso a todas las edades, ya que también puede gustar a los adolescentes por contar temas relacionados con las redes sociales y las relaciones de pareja y por ser una historia que mantiene la intriga hasta el final.

LO MEJOR: La actuación de Juliette Binoche. La banda sonora.
LO PEOR: Algunos giros en la parte final y la reacción de uno de los personajes.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net

Trauma, obsesión, amor, locura, ....sin querer el personaje te sumerge en la pantalla, , amo su belleza. compadezco su situación, y a la vez siento rechazo de su actitud... esos sentimientos se entremezclan entre la butaca y la gran pantalla. Se mantiene un hilo de tensión que en ningún momento deja mirar el reloj.