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Un marido rico

Romance. Comedia Inexplicablemente, un novio y una novia no pueden asistir a su propia boda porque se lo impiden sus dobles, que son los que se casan. Seis años más tarde, el administrador del piso de Park Avenue de Tom y Gerry Jeffers enseña la casa, aunque todavía viven en ella, a otros posibles inquilinos, ya que ellos se han retrasado en el pago del alquiler. Gerry se siente frustrada porque su marido, un arquitecto que intenta sacar adelante sus ... [+]
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
19 de abril de 2010
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
El dinero, o más precisamente la falta de él, mueve a esta peli de ocurrencia abrupta e irracional, mas no caótica, para dar lugar a una comedia con elementos autorales muy notorios. Es mi ópera prima de Sturges, y definitivamente pienso ver algo más de este peculiar director.

La sátira se apodera de los tonos de la peli, todo está visto desde un lente ridiculizador, no ausente de crítica, que toma tanto a los personajes como al mismo guión.
Los maridos "bastón"; los magnates de falsa apariencia benefactora que parecen dar con bondad, pero luego de haber obtenido el capital de formas más bien oscuras (el rey de la salchicha de carne barata); la mujer y su desfachatez a la hora de conseguir un futuro acomodado por cualquier medio; etc.

El guión es una sucesión de secuencias hilarantes encadenadas que utiliza distintos tipos de humor: juegos de palabras, absurdo, humor físico y hasta ciertas dosis de surrealismo al mejor estilo hermanos Marx. Sin dudas, la escena del tren es la cumbre de esta peli, fiel retrato a su vez de una sociedad burguesa diseccionada con bisturí de cirujano. Un claro ejemplo es la escena del negro/sirviente como objeto de tiro al blanco por un par de burgueses borrachos.

A pesar de las extravagancias, la peli respeta sus propias leyes: inicia y culmina siguiendo la lógica de la "suave acidez" que la caracteriza. Sturges es de esos directores clásicos que ofrecen miradas modernas desde estructuras tradicionales.
Juan Rúas
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20 de mayo de 2007
24 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una de las mejores comedias de Preston Sturges. Una película rodada con todo su sello; de forma trepidante y divertida, diálogos ingeniosos y una visión ácida sobre el poder, el dinero, el sexo y el matrimonio.

La historia parte de de una teoría rebosante de cinismo, no existen límites para una mujer bella e inteligente, puede conseguir todo lo que se proponga, incluso casarse con una millonario. Es el caso de la protagonista perfectamente interpretada por Claudette Colbert, quien le hace ver a su marido, Joel McCrea, que su matrimonio es pura rutina y que han de separarse. Lo abandona para buscar un millonario con la seguridad de que es el dinero lo que da la felicidad. Es una película que sitúa el dinero como factor único de felicidad y como factor de corrupción de la inocencia. Es una película llena de millonarios.

Es un film donde todos están perfectos en sus personajes. Principalmente Claudette Colbert, para quien Sturges escribió en guión. Colbert era por entonces la estrella por excelencia de la comedia norteamericana, como bien demostró en “Sucedió una noche”. Era una actriz con un enorme atractivo. También destacar a Mary Astor, en uno de sus interpretaciones más divertidas, interpretando a la frívola hermana del millonario, divorciada cinco veces y que siente por los hombre un autentico fervor. Su ridiculo y parasito Toto es el claro ejemplo de que necesita siempre a un hombre a su disposición.

Es una película en la que los hombres son los inocentes y las mujeres las que llevan la iniciativa, las que tienen la cabeza más clara, las que mejor saben lo que quieren. Y es en el personaje de Colbert donde gira toda la trama, ella es calculadora, atractiva, rebosante de lógica y decidida a todo, su personaje es un adelanto de la mujer liberada de muchos años después.

En definitiva estamos ante una de las mejores películas de Sturges, en la que demostró lo que es saber dirigir, y en la que fue el precursor de guionistas que pasaron a ser directores. Sus películas convencieron a Hollywood de que un escritor podía ofrecer garantías de tener éxito tras las cámaras. Es una película para pasar un buen rato y despejar, ya que no hay situación que no provoque como mínimo la sonrisa y como máximo la carcajada.
Oscar
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19 de mayo de 2009
28 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y de nuevo decepción. Cuando revisé la media que luce esta película y los elogios que se vierten sobre ella no di crédito. No sé, puede que ayer tuviera yo el día muy furioso, pero después de un arranque de cierta altura el hastío empezó a dominarme a base de secuencias que me parecieron ridículas y diálogos sin punch alguno, y aunque remonta un poco el vuelo en el tramo final ya no pudo importarme menos. La gente, ese ente misterioso y desdibujado, la coloca a la misma altura de otras delicatessen de Sturges como Las Tres Noches De Eva, Los Viajes De Sullivan o El Milagro De Morgan Creek. Sólo me cabe pensar que la gente se emborracha todavía más que yo frente al televisor. O puede que fuera mi día de furia, a saber. Ayer me fue indiferente.
Peter Gabriel 77
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24 de febrero de 2007
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film escrito y realizado por Preston Sturges. Se rodó en la Penn Station (NYC) y en Paramount Studios. Producida por Paul Jones, se estrenó el 7-XI-1942 (EEUU).

La acción tiene lugar en NYC, en Palm Beach (Florida) y en el trayecto entre ambas ciudades, realizado en parte en tren y en parte en yate, en 1941/42. Geraldine "Gerry" Jeffres (Claudette Colbert) y su marido Tom (Joel McCrea), casados hace 5 años, viven en unos apartamentos de lujo de Park Avenue, en una situación económica apurada: deben el alquiler de varios meses y tienen muchas facturas pendientes. Tom, de 25 años, arquitecto, es idealista, ingenuo y celoso. Gerry es pagmática, atractiva e inteligente. Tom no encuentra quien fienancie sus ideas: un aeropuerto elevado sobre la ciudad.

La película combina, con maestría, comedia y drama, poniendo de manifiesto la relatividad de los géneros. El realizador explica en términos de comedia un relato dramático: Gerry, enamorada de Tom, decide divorciarse para poder contraer matrimonio con un millonario que financie el delirante proyecto de Tom. La comicidad se basa en elementos que llevan impreso el sello brillante del realizador. Los equívocos y las falsas apariencias son abundantes: Tom no da crédito al relato de Gerry sobre su encuentro fortuito con "el rey de las salchichas" (Robert Dudley), que le ha dado 700 dólares. La inversión de estereotipos se concreta en que la pareja protagonista no es rica, como está mandado, sino que vive en una situación insostenible. Los cambios de identidad y la mentira sirven a Tom para simular ante el millonario Hackensacker (Rudy Vallee) que es el hermano de Gerry y obtener así su apoyo para el proyecto de aeropuerto. Las caídas, que provocan hilaridad, se dan en el duplex de NYC y en el desembarcadero de Palm Beach. Las persecuciones toman cuerpo en la búsqueda multitudinaria de Gerry en el tren con perros adiestrados. Los sucesos imprevistos alimentan y dan continuidad a la narración cómica, como la aparición del anciano acaudalado en el apartamento de NYC. Personajes extravagantes, creados por el autor, son "el rey de las salchichas", el alocado "Club de la cerveza y la codorniz", la ninfómana cazamaridos pincesa de Centimillia (Mary Astor), su sumiso y sufrido gigoló, el millonario "Snoodles" y otros. La crítica y ridiculización se centra en la ociosidad disparatada de los ricos y en sus manías (anotar todos los gastos sin sumarlos). También se hace uso de elementos absurdos y surrealistas, como la conversación de Gerry con el taxista y la carrera gratis que éste acepta.

La música, de Victor Young, aporta una bonita partitura burlesca y romántica, no exenta de toques dramáticos. Añade variaciones de la marcha nupcial de Mendelssohn. La fotografía, en B/N, crea un relato visual atractivo, que tiene su culminación en la escena inicial, con travellings generosos, planos congelados y un ritmo trepidante. Comedia alocada ("screwball") clásica, una de las más emblemáticas de Sturges.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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2 de enero de 2015
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Preston Sturges fue un excelente guionista durante los años treinta que se pasaría a la dirección, siempre para la Paramount. Entre 1940 y 1944 realizó ocho estupendas comedias, cineasta de talento, maestro de la ironía corrosiva aplicada a diversos usos y costumbres de la sociedad americana de su tiempo, sin amedrentarse ante el contexto bélico y el código Hays de censura. “Un marido rico” destaca entre sus mejores y más desenfadadas obras, su argumento es totalmente esquizofrénico: Tom y Gerry Jeffers (Joel McCrea da una cumplida réplica a una portentosa Claudette Colbert), son un matrimonio que se quiere mucho, pero que tiene un problema, y es que viven en la pobreza. Él es un inventor que no logra convencer a nadie con sus inventos, y su esposa, que confiesa no ser la típica ama de casa, decide divorciarse y no volver hasta que su marido consiga hacer fortuna, buscando un millonario que ponga celoso a su esposo y le motive.

Una irrepetible comedia que se articula, sobre todo, en diálogos acerados, en ingeniosas frases acompañadas de efectivos giros de argumento y un ritmo trepidante con escenas disparatadas y antológicas. Pero lo más llamativo es la total falta de moralidad de los personajes, la absoluta ausencia de lógica en sus actuaciones. Normalmente en las comedias de la época se solía criticar a las clases altas por su carencia de escrúpulos a la hora de amasar grandes fortunas, soliéndose demostrar que sus miembros eran poco inteligentes, millonarios estúpidos. Generalmente las esposas e hijos eran seres caprichosos, despreocupados y nada despiertos. Pero es que la pareja protagonista, que proviene de la clase media, que en circunstancias normales se comportaban de un modo ejemplar, resulta estar igual o más chiflada que los privilegiados ricos, de donde resulta un continuo absurdo muy divertido donde nadie es mejor que nadie.

El descarado exhibicionismo del lujo, desde el fajo de billetes del salchichero tejano, la disparatada fiesta del club de caza en el tren, la suplantación de identidades, el cineasta crea una gran comedia de situaciones, con una dinámica movilización de tipos y personajes, combinado con tanto ingenio y descritos con tanta agudeza, los extravagantes hermanos millonarios (Mary Astor y Rudy Vallee), gracias a la puesta en escena de Sturges, se transforma en un film absolutamente delirante. “Un marido rico” es una obra imprescindible para cualquier antología de la comedia.
Antonio Morales
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