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Pagglait

Drama Cuenta la historia de una joven muchacha que descubre su propósito en la vida e identidad propia mientras se debate entre importantes cuestiones relacionadas con el amor y el sentido de pertenencia en un pueblo neomoderno de la India. (FILMAFFINITY)
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
31 de marzo de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El vocablo «Pagglait», de uso algo ofensivo en India, se traduce del hindi como «volverse loco». Algo de locura hay en esta ópera prima del director, al establecer ciertas transiciones no muy comunes que ocurren en una pequeña ciudad a orillas del río Ganges.

En primer lugar, la transformación de una sociedad donde no se permiten besos en público y donde en general la mujer no trabaja y realiza labores domésticas. Básicamente, un patriarcado muy asentado.

En segundo lugar, algún grado de occidentalización en las costumbres de los más jóvenes.

En tercer lugar, utilizar el tono de comedia para ridiculizar algunas de las tradiciones indias.

En el cine de la India, una película referente es El mundo de Apu (1959) de Satyajit Ray. Tercera parte de la trilogía de Apu, de niño enfrentaba los trances del ciclo de vida en una aldea y conocía el significado de la muerte. En las otras dos partes, ya adulto, Apu se traslada a una ciudad a orillas del sagrado Ganges. La evolución de las tres partes, filmada en blanco y negro, era muy dramática y el tema recurrente sería el tratamiento del libre albedrío en oposición a la religión imperante.

Pagglait (2021) recoge esa tradición y esta vez no se enfoca en el marido que pierde a su mujer, sino al revés, una joven mujer ha enviudado a pocos meses de haberse casado. El significado de la muerte todavía se oculta tras las tradiciones, pero el libre albedrío tendrá que ver con asumir la modernidad.

Sandhya yace deprimida en su cuarto por la pérdida del esposo, mientras las familias de ambos cónyuges se han reunido en su casa a ofrendar al difunto durante trece días, momento en que el alma de Astik se separará del cuerpo y descansará en paz. Le ponen comida y agua en una vasija de barro y le encienden velas. Durante ese período los parientes deben dormir en el suelo, comer poco, no fumar como tampoco beber licores.

En el cine indio es usual incorporar canciones y bailes. En Pagglait no hay bailes, pero las canciones populares tienen gran protagonismo. No es el clásico segmento musical, sino que las letras nos cuentan de la voz interior de Sandhya, los instantes en que saca a flote sus emociones.

Hay muchas tomas cenitales de las azoteas y la cámara seguirá a Sandhya mientras medita sobre la nueva situación. «La vida estaba enojada conmigo», le susurra la canción.

Las primeras letras serán melancólicas, pero según va transcurriendo la cinta, se volverán más alegres conforme Sandhya va aprendiendo a conocerse.

La película está filmada en colores y renuncia, la mayor parte del tiempo, a los planos fijos de la trilogía de Ray. Donde este último se inclinaba al drama griego, en cambio, Umesh Bist utiliza el tono de comedia para dar cuenta de la galería de personajes que conforman la familia.

El humor recorre el despliegue de tradiciones mortuorias. Los parientes mantienen la compostura en público, pero durante la noche se encuentran bebiendo y fumando en las azoteas. Los comerciantes les explicarán las tradiciones a los deudos, que curiosamente requieren que las cenizas sean arrojadas en medio del Ganges, lejos de la orilla, para lo cual deberán arrendar sus botes. «Deben ir lejos, porque el alma debe viajar lejos», es la explicación que oculta mucho del negocio tras la religión.

En ningún caso se trata de una comedia convencional, el director también dará cuenta de las tradiciones que envuelven a la muerte de una persona, rescatando la manera de filmar de Satyajit Ray.

Ya arrojadas las cenizas, el hermano de Astik anuncia que los pecados le han sido perdonados.

«Abuela, estos trece días cambiaron mi vida», le confiesa Sandhya. El director rescata esa parte de la tradición, con la abuela sonriendo al centro de la habitación, el director recupera los planos fijos de Satyajit Ray, la abuela es una figura central dentro de la cultura india.

El resto de los familiares están muy bien interpretados, secundarios numerosos que insuflan humor y dramatismo a la cinta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Anibal Ricci
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19 de abril de 2021
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Para todos aquellos que anhelan tener el carnet de cinéfilo, Netflix os lo pone fácil al acercaros cine hindú como el de esta crítica. Pagglait es lo último de Umesh Bist, a quien quizá recordéis por O Teri (2014) o Hero (2015). ¿De verdad que no os suena? Bueno, vale, a mi tampoco, pero así no conseguiremos el carnet.

Idiota tiene como protagonista una chiquilla (Sanya Malhotra) que se queda viuda demasiado pronto. Sandhya debería estar triste, su marido ha muerto, pero la realidad es otra. Entre tantos familiares que acuden a su casa para el entierro y apoyarla en esta dura situación, Sandhya sólo cuenta verdaderamente con el apoyo de su amiga Nazia (Shruti Sharma), a quien le cuenta sus verdaderos sentimientos sobre su ya fallecido esposo y la que era su amante. Se podría decir que Sandhya se vuelve loca por comprender quién era en realidad el hombre con el que se estaba casado, pero lo que le ocurre a Sandhya es algo mucho más complejo. Si quieres llegar a comprenderla, adéntrate en esta aventura de 114 minutos disponible en Netflix.

Respecto al apartado técnico, lo más reseñable es el guion, escrito por el propio director Umesh Bist y quien declaró que "La historia de 'Pagglait' parte de una profunda experiencia personal y espero que los espectadores puedan identificarse con ella" (fuente: Sensacine). Realmente la película es básicamente el guion. El resto de aspectos técnicos acompañan a la historia pero sin llamar la atención, simplemente pasan desapercibidos. Ya es suficientemente complicado comprender todo lo que se nos está contando como para además distraer al espectador con canciones que no vienen a cuento o planos desconcertantes. La música sí que es cierto que para alguien que no esté acostumbrado a escuchar canciones hindús, le puede parecer llamativa, pero en cuanto te sumerges en la trama, la ambientación se funde en perfecta harmonía.

Bien, hasta aquí todo parece bonito, ¿no? Lo cierto es que (quizá esté generalizando, pero) a los occidentales nos puede resultar confuso tanta aparición de personajes que realmente tienen escasa relevancia en la trama. Si bien es cierto que ninguno sobra, la familia de Sandhya es muy extensa para recordarla por las caras, al igual que la familia del difunto esposo. Tampoco ayuda que la protagonista llame "madre" a dos mujeres diferentes a lo largo de la película, pero si logras zanjar estas disputas familiares en los primeros minutos del filme, el viaje se hará mucho más llevadero.

En definitiva, esta es la crítica. No es una película para todo el mundo, quien la vea puede sentir que ha perdido el tiempo o le puede gustar. Por parte de una servidora, la calificación es de un decente 6/10, aunque habiendo sabido a poco esta introducción al cine hindú, próximamente no descarto disfrutar de la nominada a los Oscars 2021 Tigre Blanco (Ramin Bahrani).

Gracias por leer,

@AnabelPelli
Bel_27
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