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Hamlet

Drama Las ceremonias que celebran la coronación del Rey Claudio y su matrimonio con la madre de Hamlet dejan al joven príncipe indiferente. La inquietud de Hamlet no desaparece hasta que recibe la visita del fantasma de su padre. Al comprender la traición llevada a cabo por Claudio, Hamlet trazará un plan para vengar la muerte de su padre. (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
17 de marzo de 2008
42 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
En películas como ésta, el cine soviético exhibe el pleno rendimiento de sus posibilidades. La tragedia de Hamlet se concibe con parámetros de arte mayor, a la altura del texto de Shakespeare.
En todos los baremos aplicables revela una calidad casi solemne. El vestuario y la ambientación son imponentes, lo mismo que la iluminación y la fotografía: la elección del blanco y negro refuerza la austeridad de la estética. La puesta en escena es la obra de un experto hombre de teatro, el propio Kozintsev. La dosificada música de Shostakovich se integra plenamente en el contexto dramático.
Las interpretaciones, de estilo sobrio, rebosan solvencia. Hamlet aparece convincente en el lado difícil, la fingida locura.
Un detalle de distinción cinematográfica: el famoso monólogo del Ser-o-no-ser es declamado en off, con voz tenue, mientras el príncipe pasea callado entre las rocas de la playa, con íntima expresividad de sus primeros planos.
Tienen también plasticidad brillante los exteriores marinos del castillo, el aterrador fantasma paterno en armadura, los nocturnos con antorchas, el duelo penoso de Ofelia velada con una gasa negra, y tantas otras escenas...
Un pero: el carácter oficial de la producción imprime cierta rigidez academicista, más chocante hoy que en 1964.
No obstante, cuando la tendencia ahora es el recurso a lo trepidante, merece la pena ver el afán de esta escuela de llegar a la intensidad por la calidad artística.
Archilupo
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13 de julio de 2011
34 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Shakespeare es, sin duda, uno de los mejores escritores de todos los tiempos. Puede argumentarse que Hamlet es una de sus mejores obras, y Gamlet ha sido reconocida por los estudiosos como el mejor de Hamlet llevado al cine.
Filmaffinity es el sitio de cine central para el habla castellana.
Con todos estos antecedentes no salgo de mi asombro al ver que, esta cinta tiene menos de 500 votos, cuando cualquier mamarracho de Angelina Jolie supera con holgura los 10,000 votos.
Este destrato a las obras culturales importantes de la Humanidad es, sin duda, un claro reflejo de la decadencia cultural de nuestra Sociedad.
cambho
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25 de julio de 2011
22 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si pudiera olvidar una sola película para volver a disfrutarla como la primera vez elegiría Con la muerte en los talones, El planeta de los simios o Pat Garrett y Billy The Kid. Pero este Hamlet, puede que la mejor adaptación de Shakespeare, interesará tanto aficionados al cine como al autor inglés, un filón para el cine a pesar de que en el teatro isabelino dominaba el lenguaje, su larga duración, la escasez de decorado y la ausencia de actrices.

Shakespeare ha tenido buenas adaptaciones cinematográficas (no así Cervantes, quizá rescataría el Don Quijote del mismo Kozintsev) como Julio César de Mankiewicz y Otelo de Welles (en Cannes el mejor director de Otelo fue Yutkevich), incluso interesantes revisiones de El rey Lear (Ran de Kurosawa o Lanza rota de Dmytryk) y La Tempestad (Planeta prohibido de Wilcox o Cielo amarillo de Wellman) aunque algunas de sus obras más potentes como Tito Andrónico todavía no han tenido adaptaciones a la altura; probablemente, Hamlet y Macbeth han sido las más logradas: el Macbeth de Welles o Kurosawa (Trono de sangre) o el Hamlet de Olivier (aunque sea mejor Ricardo III).

Sin embargo hay dos películas que no se contentaron con hacer teatro filmado (evidente en Olivier) ni adaptaciones posmodernas sino auténtico cine con todos sus elementos reconocibles: dirección, decorados, vestuario, fotografía, música, etc.: Hamlet de Kozintsev y Macbeth de Polanski (con permiso de Campanadas a medianoche de Welles, 1965, que salvó al cine español del páramo shakespeariano ya que la versión más popular en España fue la misógina La fierecilla domada –Román, 1956- que incidía en pleno siglo XX en el modelo de mujer de la época isabelina: la esposa ideal, sumisa y obediente, aunque tampoco EE.UU. se quedó atrás con El gran McLintock de McLaglen, 1963). Macbeth (1971) de Polanski es una adaptación sin concesiones donde la tragedia no está predeterminada por el destino sino por las acciones humanas, libremente decantadas hacia el mal y nos deja dos planos de su pesimismo: el nuevo final como bucle irremediable de la violencia y el asesinato de los hijos de McDuff, mostrados con una crudeza sorprendente apenas dos años antes de las terribles circunstancias del asesinato de su mujer.

En el Hamlet de Kozintsev entra la luz en cada plano y se capta bien el espíritu de la obra original, la más compleja de Shakespeare, donde el bien y el mal, la realidad y la fantasía están más difuminados por la psicología de los personajes (Smoktunovsky está muy bien como Hamlet, cuerdo que se finge loco, loco que se finge cuerdo). Tiene secuencias muy logradas como las del cementerio, la edípica de Hamlet con su madre (en la segunda parte) y una de las mejores de la historia del cine que resume las cualidades del film (con la fotografía y la portentosa música de Shostakovich) que es la del encuentro de Hamlet con el fantasma de su padre, muy recomendable. El pero que se le puede poner es el idioma, el ruso pierde la sonoridad del inglés.
persona
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29 de diciembre de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
204/06(11/12/15) Épica y brillante versión soviética del clásico shakesperiano realizada con maestría por Grigori Kozintsev, una fascinante superproducción, con una ambientación formidable, con un sentido estético-visual apabullante, con espléndidos escenarios naturales, con un excelso vestuario, con una hermosa fotografía y con unos actores brillantes.. El director ya quiso hacer en 1923 una versión experimental de pantomima para el teatro, no pudo, en 1954 Kozintsev dirigió una producción teatral de Hamlet en el Teatro Pushkin de Leningrado con traducción del escritor Boris Pasternak (“Doctor Zhivago”), fue de las primeras producciones soviéticas de la obra en el post-Stalisnismo, siendo esta traducción la que llevaría al cine Kozintsev, siendo bastante fiel a la obra original, aunque debido a su duración de 2 horas y 20 minutos, se recortan mucho metraje de la versión teatral que puede durar 4 horas, se cercenan tramos (ejemplo la primera escena teatral, anulada por completo, o el acortamiento del discurso final de Hamlet), asimismo hay ciertos toques personales que añade el realizador con bastante buen gusto, como es potenciar la visualidad de la historia, hablando el poderío de las imágenes en detrimento en algún caso de la palabra, como ejemplo está el comienzo de Hamlet llegando a Elsinore en tiempo de luto. Fue filmada para conmemorar el 400 aniversario del nacimiento del Bardo de Avon.

Toca los sempiternos temas de la conocida obra, el honor, la traición, la locura, la sed de venganza, la ambición desmedida, o la eterna lucha del bien contra el mal, pero lo hace desde un enfoque mucho más grandilocuente que la anterior de Laurence Olivier, lo hace dotando al relato de mucha más grandilocuencia visual, con muchas secuencias al aire libre, aprovechando esto para alegorías de gran imaginación, como las tomas del embravecido mar rompiendo contra las rocas del acantilado sobre el que se yergue el castillo, sumadas a los vientos, señal de las tormentas interiores de los personajes, esto el director lo hacía porque sentía que las fuerzas de la naturaleza se mimetizan con los protagonistas. Lo hace delineando con mimo a los personajes, dándoles su tiempo para edificarse, protagonistas con calado psicológico, esto hace que conectes con sus padecimientos. El director se expresa en muchos momentos con silencios expresivos a través de sus poderosas imágenes, derivando en un lenguaje visual-musical soberbio. Evoluciona con inteligencia el crescendo dramático, creando picos de una intensidad brutales, dirigiendo a los actores de modo colosal, con excelsas coreografías de movimientos.
El elenco actoral resulta vibrante. Innokenti Smoktunovsky está radiante, sublime, imprimiendo una intensa melancolía a su rol, alternando con profundidad la bipolaridad que requiere el rol, haciéndonos sentir su angustia vital, con momentos de una energía formidable, con unas declamaciones y verbalidad prosaica tremenda, mostrando con turbación sus fingidos delirios. Mikhail Nazvanov como el maquiavélico Claudio, resulta un sutil y mesurado antagonista, un villano con alma y tridimensionalidad. Elza Radzina como Gerturd está muy sentida, con un arco de desarrollo muy bien marcado, extraordinaria en la escena de la confesión de Hamlet en su dormitorio. Anastasiya Vertinskaya destaca como frágil Ofelia emocional y físicamente, cuyo amor no correspondido por Hamlet y explotación a manos de aquellos envueltos en intrigas políticas, desencadena su descenso a la locura. Ofelia de Vertinskaya está magnífica en su papel de Ofelia, conmovedora y escalofriante en su descenso a la locura, tremebunda en su baile de luto.

La puesta en escena resulta memorable, con un magno diseño de producción de Yevgeni Yenej (“Don Quijote” o “El Rey Lear”), rodándose muchos de los exteriores en la fortaleza de Ivangorod (Estonia), y muchos de los interiores en los estudios Lenfilm de San Petersburgo, con escenariuos fastuosos, enormes salones, vestidos de modo fascinante con tapices, grandes banderones, con un impresionante diseño de vestuario de Solomon Virsaladze (“El Rey Lear”), acabado con brillantez, y esto atomizado por la fenomenal fotografía en glorioso b/n de de Jonas Gricius (solo hizo tres films, “Don Quijote”, este que me ocupa y “El pájaro azul”, primera co-producción soviético-USA), en pantalla ancha para recoger el esmero con se ha cuidado el mínimo detalle, con profundidad de campo, con tomas opresivas, con sensibles travellings, con grandes angulaciones, con alegóricos picados y contrapicados, un alarde de belleza estética sobresaliente, componiendo lienzos de una belleza sibarita, adornado esto por la epicúrea música del maestro ruso Dmitri Shostakovich, amoldada de forma apoteósica a las imágenes, evocadora, emocional, dramática, épica, y todo sumado da un alarde sensorial regalo para todo buen cinéfilo.

Esta versión de Kozintsev se denota más combativa políticamente que la versión más importante hecha hasta ese momento, la de Laurence Olivier en 1948, se puede ver como una alegoría del contexto geopolítico del momento en la URSS, el post-stalinismo, Leonid Brezhnev ese había hecho con el poder, y parecía proponer un soplo de aire fresco de apertura y libertad, se puede entender este como una especie de Claudio, un tipo que se había hecho con la presidencia con artimañas arteras y mentiras, el castillo podría ser visto como la URSS, una fortaleza que se llega a sentir como una prisión, con muchas tomas a través de barrotes y rejas a modo de enfatizar esta sensación de cárcel, con multitud de espías, con sorteado de soldados, con civiles temerosos de hablar mal del Rey.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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20 de mayo de 2011
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kozintsev, amante de los grandes clásicos, toma prestadas secuencias casi enteras de la versión de Laurence Olivier con el que Smoktunovsky tiene un viveza de porte similar, y las aprovecha para dar estas más de dos horas (en dos apetecibles entregas de poco más de 60 minutos) un ritmo frenético.

El cine soviético cuenta con dos cosas innegables: recursos (comparado con el resto de los mundiales salvo el hollywoodiense) y talento artístico.
¿Qué les falta? Pues talento para hacer llegar sus contenidos e ideales a la gente, que es otro tipo de talento del que se puede obtener de sus enseñanzas.

Magníficas interpretaciones (con Kozintsev siempre de tipo teatral), magnífico escenario (las escenas de la costa son espectaculares) y buen ritmo (teniendo en cuenta que la historia es de sobra conocida).
Podría haber innovado y no lo hace pero aún así más que visible.
Follawski
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