Mind Game

Un dibujante de comics, paradito y tontorrón, recibe la visita del amor de su vida, una chiquilla muy hermosa y tetuda (no deja de repetirlo el prota, y se mire como se mire es esencial), que le viene a joder con el cuento de que se va a casar con un tipo guaperas medio subnormal. Pero en el restaurante de ella, y mientras el tipo se va deprimiendo por su asqueroso futuro, se encuentran con unos yakuzas que le meten un tiro en todo el bullate. Diez minutos, y el prota game over.

Pero, tras engañar al mismísimo Dios, el tio regresa a la Tierra para cambiar por completo su vida, aunque se verá tragado por una ballena cual Jonás con ojos rasgados.
No van veinte minutos de peli, y ya ha pasado de todo y más. Como manda uno de los cánones del cine, que es explicar de manera clara muchas cosas en poco tiempo.

La animación es toda una pasada, con imágenes renderizadas mezcladas con fotogramas reales, animación tradicional, y escenas en 3D. El ritmo es vertiginoso (cómo me gusta poder poner esta palabra tan viejuna), y si bien a la mitad del metraje de la cinta la intensidad decae, es tan solo una preparación para el despiporre final (como es marca de la casa de cualquier producción oriental que se precie: llegará un momento en el que te duerma, para después despertarte de golpe y sin aviso).

Para aficionados al anime, ha de ser imprescindible. Para quien no lo sea, también.

Vamos a hacer una lluvia de ideas: de sonidos, de imágenes, de música, de metáforas, de sensaciones... Y vamos a hacer una película de ello: ¿qué sientes cuando tienes miedo? ¿Qué sientes cuando te sientes poderoso? ¿Qué sientes cuando por fin consigues follar con esa persona? ¿Qué sientes cuando corres con todas tus fuerzas? ¿Qué pasa por tu cabeza?

Esto es Mind Game, una lluvia constante de todo esto. Surrealista, vital, sensual. Es pura psicodelia. No pienses ni te comas la cabeza: sólo disfruta de esta maravilla de colores y animación puestos delante tuyo, con una historia con elementos reales y elementos totalmente inverosimiles, pero que no son más que una mera escusa para poder dar rienda suelta a las sensaciones que viven los personajes y, automáticamente, vives tú también.


Una increíble obra maestra.

Torrente animado en clave surrealista. Eso es Mind Game. Un juego mental al que se somete al espectador, una sucesión de delirantes secuencias que pese a todo, tienen una conexión y consiguen dar una visión clara de una historia. Masaaki Yuasa debutó en la dirección con esta cinta de 2004, tras realizar el guión del genial mediometraje Cat Soup, y se salió. Mezcla de decenas de técnicas de animación, una historia potente y un ritmo endiablado, frenético, que hace que cada vez que parpadees te pierdas alguna escena digna de elogio.

La animación es impecable, a día de hoy pocas películas anime pueden presumir de algo similar, la historia es brillante -el momento del bar quita el habla- y, en general, no sé que más decir por que el amigo Kingo ya ha realizado la crítica que mejor define Mind Game. No sólo es obligada para fans de la animación, sino para absolutamente todo el mundo: los gafapastillas que mojan la cama con cosas como Begotten, los que se declaran seguidores de Lynch o Tsukamoto, o simplemente quien disfrute con un pequeño diamante en bruto sin igual en el universo animado. Lo más cercano sería Tamala 2010... y está a años luz. Vedla ya.

Esta tan única como surrealista obra de arte es otro de esos claros ejemplos de que se le puede dar otra vuelta más a la tuerca si nos lo proponemos. También es la evidencia de que no hace falta ácido para experimentar un excepcional viaje psicodélico y lleno de deliciosa enajenación mental; la que sentirás al acabar de verla y la que debe percibir Masaaki Yuasa cuando escribe estos santos guiones. La animación es excelente y enigmática, como la que dos años más tarde se vería en la igualmente magnífica Tekkonkinkreet, también de los miembros de Studio 4ºC y dirigida por Michael Arias. Por si fuera poco, y de principio a fin, todo el apartado visual es un penetrante y sublime collage de técnicas tradicionales y digitales, colorista y demente, que no te dejaría escapar un solo instante si no es por pequeñas y agradecidas pausas argumentales que ayudan a respirar, y donde el ritmo baja para subir de repente de nuevo y sin previo aviso.

Como sólo otras obras de manufactura japonesa te dejan proyectar, esta película te hace querer sacar tus viejas ceras de colores del cajón para dibujar cacas de colores y criaturas gigantescas y estúpidas. Porque todo es sueño, de principio a fin, desde el sexo hasta la muerte, sea el mayor de los disfrutes o la peor de las tribulaciones. Qué tendrán estos jodidos nipones...

En definitiva. Entelequia delirante, Mind Game no es sino un excelso gesto de imaginación y creatividad; abundante, único, y que a veces te hará incluso pensar si el chalado eres tú mismo por disfrutar tanto.

¡Y que Pinocho se hinche y se haga rechoncho y trascendental dentro de aquella aburrida y húmeda ballena!

No he podido flipar más con esta película, es tan magnífica como la vida. Pasan mil cosas raras, el destino se cruza con lo soez y la ganas de vivir; los colores viven en un vacío infinito en blanco y negro y la idea de supervivencia triunfa por encima de todo. La vida tiene cosas magníficas y otras muy horribles, pero y lo bonito que es vivir, qué. Ese es el lema de esta película, el cual es capaz de explicar con todas las técnicas habidas y por haber lo que significa estar vivo (si no recuerdo mal, la película es muy innovadora en técnicas cinemáticas y emplea desde imágenes reales hasta storyboards y stopmotion). Algunas personas pensarán que este largometraje es como un viaje en LSD, pero yo prefiero pensar en esa sensación que te transmite cuando saltan los títulos de los créditos; que no importa si tu vida es horrible o genial porque vivir, sentir, es algo maravilloso. Qué gran celebración a la vida, sí señor.