Vaya par de gemelas (TV)

1983.
Una España, todavía acomplejada, reniega muchas veces de sí misma y de su pasado, se enfrenta a retos enormes y vacila acerca de qué camino escoger porque la ceremonia de la confusión invade casi todo.
Por eso esta comedia resulta tan valiosa.
Rapidez de reflejos, desparpajo, derroche de ingenio entregado con generosidad, desenfado, soltura y juego de equívocos contribuyen al éxito de un largometraje de ritmo ajustado, vertiginoso sentido narrativo y una aventajada Lina Morgan que destaca con luz propia.

Sobresaliente hallazgo para la cinematografía española.
Aunque durante muchos años haya sido objeto de desprecio y minusvaloración.

La entrañable Lina nos sacó una risa en esta comedia llevada al teatro, obteniendo un éxito rotundo también en televisión. Todo ello debido a que Lina como buena profesional que es se rie de si misma e improvisa siendo una maestra de la gesticulación. T.V.E la ha repuesto las mismas veces que "Verano Azul". Consta como una de la imágenes de nuestra vida según el programa que conmemora el 50 aniversario de T.V.E.

Hablar de Lina Morgan es hablar de un auténtico animal escénico, incomparable a ningún otro cómico/a en nuestro país. Una mujer con un poder innato y prodigioso para matar de la risa a millones de espectadores, en los cuales me incluyo, a base de una expresividad, locura, autenticidad, viveza, gracia y ''chulería'' fuera de serie.

En la obra teatral que nos ocupa, ''Vaya par de gemelas'', se me haría imposible explicar con palabras las enloquecedoras carcajadas que me provocó esta señora a pie de escenario, que cada vez que aparecía en el era como si apareciese un torbellino de atrevimiento y vida.

Desde que de muy niña vi esta obra en televisión (repuesta, pues es de 1983) hasta los días posteriores en que la he vuelto a revivir siempre he sentido el mismo arrobamiento por su protagonista, pues es imposible no engancharse de su extraordinario ingenio y fuerza.

Bien es cierto que el argumento es un tanto rocambolesco, pero no deja de ser una comedia teatral donde prima la excentricidad de sus personajes y situaciones, y donde el principal atractivo es su actriz protagonista, desplegando sus virtudes para gozo de los asistentes y espectadores.

Los dos personajes antagónicos que interpreta en esta obra, los cuales nos muestran su patente versatilidad, son dos potencias capaces de eclipsar cualquier elemento que se interponga en su camino. Imposible crear dos personajes más saleroros, intrépidos y ocurrentes.

Lina es capaz de provocar risa, mucha, pero una risa nacida del espíritu, de un espíritu que es capaz de elevarse junto a ella y alegrarte cada resquicio de tu propio ser. Porque Lina Morgan era el humor personificado, un orgullo de sentirse descarada, sumamente divertida, dotada de una gracia única.

Una artista con todas las letras que jamás morirá pues su don para alegrar el alma humana ha hecho su nombre inmortal.

Lina Morgan... ¡GRACIAS POR VENIR!

(Descansa en paz).