¡Qué cosas tiene el amor!

Toda la película no es más que una sucesión de videoclips sustentados por la música y la gracia de Peret. La trama de rateros de poca monta, a la que se apunta la hermana menor recién salida de un colegio de niñas pijas, no tiene ningún sentido. La acción transcurre en un ambiente festivo de sol y playa, discotecas, go-gos y suecas, para darle un poco de vistosidad a la escena. En contrapartida, la parte actoral no funciona. Ni Tip y Coll, ni Pajares haciendo el payaso ni "Saza" con sus catalanadas están a la altura. Se salva un poco el "sketch" de los hermanos Calatrava. El film es agradable de ver, no sin bastante aburrimiento, exceptuando los números musicales del protagonista (interpretándose a sí mismo) y los escenarios con la banda sonora y los arreglos del sensacional Augusto Algueró.