La sombra de los acusados

Cuarta película de las seis de la serie "The Thin Man", dirigida por Woodridge Strong van Dyke. Los personajes son de Dashiell Hammet, la historia es de Harry Kurnitz y el guión de Irving Brecher. Fue rodada en los estudios de la Metro y en exteriores de San Francisco. El productor fue Hunt Stromberg.

La acción tiene lugar en San Francisco en la primavera de 1940. Narra la historia de Nick (William Powell) y Nora (Myrna Loy), que llevan una vida tranquila y acomodada, en compañía de su hijo Nicky, de 5 años, y su perro Asta. El asesinato de un jockey de carreras de caballos mueve a Nora a pedir al marido que investigue el caso, que se presenta muy complicado por el gran número de sospechosos y la acumulación de otros dos asesinatos atribuídos al mismo autor. La pareja Powell y Loy encarna los ideales de buen entendimiento, simpatía y generosidad, pese a la afición de Nick a las apuestas y a los martinis. Powell asume, de nuevo, el papel de detective dotado de una innata perspicacia, que le permite ver más allá de los límites de la policía. Actúa con tranquilidad y elegancia, sin precipitaciones y sin perder la compostura. Ud. no parece un detective: no grita, no golpea la mesa con el puño, no levanta la voz, le dice una de las sospechosas. La película muestra con orgullo el recién inaugurado puente "Golden Gate", en el que se desarrolla una secuencia. La ironía y el buen humor se presentan envueltos en el glamour de los protagonistas, su elegancia, su posición social acomodada, su vida sosegada y relajada. La combinación de estos elementos con un enredo criminal de grandes proporciones, agradó al público y contribuyó al éxito de la obra, que tendría otras dos secuelas posteriores.

La música, como en ocasiones anteriores, se mantiene en un discreto segundo plano, de acompañamiento y animación, con melodías de moda. La fotografía hace uso de una cámara muy diligente, de movimientos ágiles y precisos, de encuadres oblícuos, travellings y giros generosos. Combina blancos intensos (vestidos femeninos), brillos deslumbrantes (joyas), negros profundos (trajes de gala masculinos) y una cuidada gama de grises intermedios de gran efectividad visual. No faltan acertadas sombras, portadoras de misterio e inquietud. El guión se sirve de giros verbales, malentendidos, respuestas ingenuas y disimulos, para crear unos diálogos chispeantes, de humor blanco, limpio e ingenioso. Son destacadas las escenas del viaje en coche al hipódromo, la velada de lucha libre, y la cena accidentada en el restaurante Mario Grotto. La interpretación de los dos protagonistas es impecable. A ellos se une un amplio elenco de secundarios de lujo, como Donna Reed y Barry Nelson. La dirección cuaja un conjunto equilibrado, coherente y sumamente atractivo.

Película estrenada en un momento oportuno, cuando el país vivía la angustia de la entrada en guerra y agradecía motivos de distracción y entretenimeinto confortable. La obra resulta interesante, divertida y evocadora.

Entre el sentido del humor y la intriga policial, W. Powel y M. Loy encuentran ese punto de equilibrio tan característico de su películas.
La trama es ingeniosa y su desarrollo posee soltura, desenfado y dinamismo para que la inefable pareja vuelva a ofrecer una magistral lección de interpretación.
La estructura del guión favorece que el la película encuentre en cada momento su punto óptimo. La fluidez de la acción, la sutil disposición de los elementos ambientales y la agilidad de los recursos narrativos sitúan al espectador en una posición cómoda y de complicidad con lo que sucede en la pantalla.
Refrescante muestra de las adaptaciones de la obra de D. Hammett magníficamente dirigida por W.S. Van Dyke.

Vuelve la pareja detectivesca, y como de costumbre, se encuentran con un caso de asesinato en sus narices.
Esta vez la trama va de apuestas deportivas, mafiosos y tal, personalmente no me llamo tanto la atención como las anteriores, la trama da demasiadas vueltas y no se vuelve interesante.

William Powell y Myrna Loy siguen manteniendo esa química tan magnífica que tienen, siguen dándose puntadillas contínuas el uno al otro, manteniendo cierto nivel cómico, aunque obviamente ni de lejos a la altura de la primera magnífica película.

Se nota que para ellos han pasado unos años, ahora el bebé tendrá unos 4 o 5 años (y se agradece que salga poco).

Empieza bastante entretenida, pero va decayendo y a la hora de la resolución, que me pareció bastante cogida con pinzas, ya había perdido casi todo el interés.

Otra interesante trama de la franquicia del Hombre Delgado, aunque en esta ocasión, a la que estés pendiente de los personajes, descubrirás rápido quién es el/la asesino/asesina. Veremos como el Hombre delgado es conocido -admirado y temido por partes iguales- por todos los rufianes de los bajos fondos y aunque no quiere implicarse en la investigación, acaba metido en ella por amistades personales. Como todas las películas de esta serie, se cimenta en eficaz combinación de una buena trama detectivesca con elementos de screwball comedy y de lucha de sexos.

Lo que resulta chirriante es el desapego del Hombre Delgado por la vida de los rufianes que conoce; así uno de ellos sabe que será asesinado y lo deja irse con el fin que su muerte le aporte más evidencias en sus pesquisas, como así ocurre. Otra situación chocante, al menos vista hoy en día, es la apología al consumo del alcohol, que nos recordaría al Aznar de "no me digan lo que puedo beber". Y sobretodo, un consumo de alcohol frente a su hijo de corta edad, cuando éste le pide que tome leche y no cocktails. Tampoco es muy edificante la apología de las apuestas, así el niño pequeño piensa que las carreras son cuentos infantiles. En fin ...

En cuanto a la interpretación, el dúo Powell-Loy lo bordan, como en toda la franquicia. Los personajes son suyos, están dentro de su piel. Sorprende Paul Levene como el detective de la policía, en un personaje divertido y bien construido, contrapunto cómico en sus diálogos con Powell. También descubriremos a unos jóvenes Barry Nelson y Donna Reed.

Concluyendo, entretenida película detectivesca, protagonizada por un dúo legendario que hará las delicias de los aficionados a este género.

Comedia detectivesca basada en los personajes creados por nada menos que Dashiel Hammett.
Se trata de una continuación de las aventuras que ya en "la cena de los acusados" dejó una impronta en el cine de época siendo un verdadero éxito de crítica y público.
La mezcla de humor e intriga funciona las mil maravillas siendo muy entretenida y amena además de sonsacar con facilidad y gracias a sus esplendidos diálogos una sonrisa y franca risa al espectador más exigente.
Es verdad que a veces parece algo ñoña e ingenua pero los gags funcionan perfectamente siendo un mecanismo que hace pasar un maravilloso rato. No, no digo que sea una obra maestra, pero sí que gracias a un cuidado guión más la sabia dirección del realizador y las soberbias interpretaciones, el trabajo final deja un buen muy buen sabor de boca.

filmsencajatonta