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Un diván en Túnez

Comedia. Drama Después de estudiar durante varios años en Francia, Selma abre su propia consulta psiquiátrica en un popular suburbio de Túnez, justo después de que tenga lugar la revolución social y política de la 'Primavera árabe'. Allí tendrá que tratar con pacientes nuevos y adaptarse a los problemas ocasionados por sus diferencias culturales, reencontrándose con un pasado que creía haber dejado atrás. (FILMAFFINITY)
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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
21 de noviembre de 2019
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un poquito de todo tiene esta amable comedia francesa ambientada en Túnez en la que podemos encontrar una pizca de crítica social, algo de mensaje transgresor, muchas buenas intenciones, un toque de romanticismo y alguna que otra situación disparatada fruto de la larga lista de estrafalarios secundarios que consiguen conmovernos mientras nos sacan unas cuantas sonrisas.

Al fin y al cabo todo trata de ver como su protagonista femenina lidia con estos personajes cuando decide revolucionar su barrio con una osada idea a la que se le saca muy buen partido para goce y disfrute de un espectador, que sin quedar impactado, como mínimo se irá a casa con buen sabor de boca.

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Cine de Patio
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21 de octubre de 2019
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Liviana comedia con un “toquecillo” melancólico y costumbrista que resta consistencia al serio problema político-religioso que sufren los tunecinos, aunque la acción transcurra en las fechas posteriores a la caída de Ben Alí y los primeros movimientos populares; después de que nos hicieran albergar falsas expectativas sobre el futuro democrático de los países árabes, especialmente con el que parecía más avanzado por su punto de partida más laico, Túnez. Pero más pronto que tarde quedó claro que los Hnos Musulmanes y los salafistas eran los más preparados y mejor situados para llevar al país a posturas de retroceso, enterrando los pocos avances en la conquista de las libertades. Nunca se vió una primavera más corta. En esta tesitura llega Elma de París con intención de establecerse en la capital para ejercer su profesión de psicoanalista y reivindicar su condición de mujer preparada para ayudar a un país deprimido y en construcción. Ni que decir tiene que los problemas, a pesar del éxito profesional inmediato, son kafkianos; aunque aderezados con el gracejo de los pacientes y los funcionarios gubernamentales.

A pesar de los esfuerzos de la Farahani la historieta carece de credibilidad y parece más bien creada para vanalizar el drama y la amenaza que pende sobre los no creyentes y las mujeres, convirtiendo en simpático sainete lo que es una seria e intranquilizadora realidad. ¡Ójala los sentimientos nobles de los ciudadanos acabaran contaminando a los gobiernos! Pero me temo que las víctimas reprimidas no están para este tipo de entretenimientos.
Sinhué
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14 de agosto de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Selma abre una consulta psiquiátrica en un suburbio de Túnez, pasada la ‘Primavera árabe’, después de estudiar durante varios años en Francia. Al principio su familia le dice que allí nadie cuenta sus problemas a una desconocida, pero los clientes no hacen más que crecer. Pero Selma tiene un problema: todavía no ha consiguido los trámites administrativos para la consulta. Nunca pensó que poner un diván en Túnez fuese tan complicado.

Esta divertida comedia dramática es el debut como directora de Manele Labidi Labbé, que coescribe el guión con Maud Ameline. La historia es muy divertida, hay muchos momentos donde es difícil no soltar una carcajada, gracias a los estrambóticos pacientes de Selma. No todas las bromas funcionan, pero las que lo hacen, lo clavan. La película tiene sus partes dramáticas, triste reflejo de la sociedad tunecina, todavía muy machista y llena de prejuicios. Buen trabajo de la directora al conseguir mezclar ambas partes.

La protagonista de la historia es un buen personaje, imprescindible para las partes serias, pero la clave de la comedia está en los innumerables secundarios. Un reparto muy variado hace que algunas situaciones nos parezcan más divertidas que otras, pero siempre encontrarás una situación con la que reír.

Buen trabajo de casting con la protagonista, Golshifteh Farahani, y con todos esos divertidos secundarios. Mi favorita es la funcionaria, sin duda. Farahani hace un buen trabajo, se mete en el papel y consigue hacernos creer que Sigmund Freud es realmente su jefe.

Buena fotografía, aceptable banda sonora, preciosa ambientación. No se muestran demasiados lugares emblemáticos de Túnez, pero sí sus barrios, sus casas y sus gentes.

‘Arab Blues‘ o ‘Un diván en Túnez‘ (no tengo claro cuál será su título en castellano) es una buena comedia dirigida y protagonizada por mujeres, rodada en un país donde las cosas están cambiando para las mujeres, pero donde todavía queda mucho trabajo. Esperemos que ayude, pero al menos hace pasar un buen rato y da en qué pensar.

https://concdecultura.com/bcn-film-fest-arab-blues-la-locura-de-poner-un-divan-en-tunez/
ultimate_rondador
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9 de septiembre de 2020
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Introducción

Un diván en Túnez plantea en su estructura la fórmula de la comedia de enredo. Ante una comunidad de un barrio de Túnez, la llegada de Selma supone una pequela revolución en su entorno. Esto de debe a que temporalmente la película está situada poco después de la Primavera Árabe. Debemos de tener en cuenta que Túnez fue el primer país en iniciar este proceso de cambio y que, a día de hoy, su transformación democrática continúa marchando con buen rumbo.

*Contraste cultural

En este Túnez que trata de hacerse un hueco en el mundo actual como democracia la forma de vida tunecina choca en parte con la forma de vida francesa. Francia aparece en Un diván en Túnez como un anhelo a alcanzar, un sueño adolescente de evasión. Un lugar al que imitar y unos valores que reflejar. Sin embargo, para la protagonista, Selma, la vuelta a Túnez supone un retorno a los orígenes.

Esto la película lo resuelve con bastante habilidad, ya que emplea el francés como lengua vehicular en la mayoría de situaciones. Pero en los momentos más íntimos, el árabe adquiere protagonismo y revela la intimidad de los personajes.

*Interpretaciones y desarrollo

El elenco en general está bastante correcto. Aunque Golshifteh Farahani brilla con luz propia. Su personaje es complejo y lleno de contradicciones. Por un lado se muestra como una mujer independiente, culta e instruida. Por otro lado tiene el problema de no saber marcas límites de primeras, pero de hacer lo que le viene en gana después. Es fiel a su estilo y a su look y a su forma de ser. Esto supone principalmente un choque cultural con su familia.

El conflicto deriva por la incomprensión de la vuelta a los orígenes de Selma. Y la comedia surge de las situaciones de incomprensión mutuas, además de los gag visuales. La tónica de Un diván en Túnez, generalmente amable, muestra como la presencia de Selma es un ente transformador dentro de su pequeño cosmos. No únicamente en su entorno si no en ella misma.

*Conclusiones

El tono demasiado ligero de Un diván en Túnez puede ir en detrimento de la propia película. Sin embargo, su duración breve y su tono fresco hacen que la película resulta divertida y agradable. Pero deja en el tintero algunas cuestiones y reflexiones como la fascinación de la protagonista hacia un personaje de carácter más autoritario. Si se emplea a fondo en las relaciones familiares y sobre todo es muy destacable el empleo que se hace de la figura de Sigmund Freud a lo largo de Un diván en Túnez.

Quizás pierda un poco por dejar de lado o tratar de forma tangencial los problemas de Túnez actualmente tratando de construir su democracia y la situación en la que se encuentra. A mi parecer, aunque la situación personal de los personajes es interesante, ese punto de profundidad política engrandecería la cinta.

Un diván en Túnez se suma a la serie de comedias franco árabes que sirven como un excelente retrato de nuestros vecinos del Norte de África y una forma de visualizar un tipo de filmografía amable y que generalmente no es la más comercial. Un debut notable.

Escrito por Juan Carandell Rojo
Cinemagavia
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2 de septiembre de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una mujer joven, soltera y con tatuajes ejerce de Sigmund Freud con fez en una comedia digna de Woody Allen
por Rosa Panadero

¿Volverías a Túnez, donde prendió la mecha de la primavera árabe cuando el precio de la harina subió como el champán? Sería como participar en Los Juegos del Hambre.

Cuando una puerta se cierra, hay otra que se abre, y eso es lo que ve la psicoanalista Selma (Golshifteh Farahani), que regresa a su Túnez natal porque en París hay demasiada competición.

Cuando te has ido, ya no eres la misma persona que retorna. Regresar es reinventarse. Sin lastres que arrastrar y con una maleta de educación a la francesa, Selma va a echar una mano en una sociedad donde todo el mundo tiene problemas, pero nadie los reconoce.

Una mujer joven, soltera y con tatuajes, dispuesta a ejercer de Sigmund Freud con fez. Demasiada sofisticación para los tunecinos. Ya está Alá para todo, cortado a la medida de cada uno.
La inmunidad de rebaño implica no resolver los problemas

“Insha´Allah”, “Si Dios quiere”, es la respuesta para no ser responsable de nada. Las sociedades grupales ahogan la individualidad. Selma viene a dejarles fluir desde el interior.

Y tantas ganas hay de confesarse con alguien que las colas son enormes, proporcionales a la desidia burocrática que la ningunea. Los problemas sociales, políticos y económicos de Túnez no han mejorado desde el retrato de Un Verano en La Goulette: en ambas películas se respira la presión religiosa en este país, laico desde que se independizó.

No hay escena que no tenga miga: pacientes, familiares, funcionarios públicos y agentes de policía son arquetipos cómicos. Cuando la torpeza les bloquea, se escudan en el miedo al secuestro por los salafistas. De alguna forma viene a la mente María Barranco, agobiada por su terrorista chíita en Mujeres al borde de un ataque de nervios.

Sólo el imam es coherente con su vida y, por tanto, vilipendiado y sustituido en su mezquita. Y abandonado por su mujer por culpa de una teleserie turca. Lo de las teleseries turcas tiene su peso. Las escenas de Kivanc Tatlitug, el Brad Pitt otomano, han generado un turismo romántico del mundo árabe hacia el país del Bósforo. El enamoramiento en la pantalla permite seguir viviendo con las presiones que haga falta.
Llevar a Freud al Magreb es una mezcla extraña

Es muy difícil sobrevivir cuando todos se empeñan en que te estrelles y, al mismo tiempo, te necesitan. Los misfits, los desadaptados, son siempre los más recordados porque hacen evolucionar el mundo. El psicoanálisis transforma esta comedia costumbrista en el oasis de los sueños que todos quieren cumplir. Todo está en la mente. La representación de lo que somos, también.

https://www.yellowbreak.com/un-divan-en-tunez-el-psicoanalisis-a-la-turca/
Rosa Panadero
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