Traidor a su patria

Con guion de Rod Serling, el hiperactivo maestro de ceremonias de la mítica serie “The Twilight Zone”, y un atractivo plantel de actores, se desarrolla con previsible parsimonia este reflexión sobre los límites de la lealtad y el patriotismo, en el contexto de la guerra de Corea, en el que un condecorado oficial, tras pasar tres años de cautiverio en un campo de concentración comunista, tiene que hacer frente a un consejo de guerra por traición y colaboración con el enemigo. Rodada con cierta sosería de maneras televisivas, relata con buen ritmo y corrección los remordimientos de una víctima de la tortura psicológica aunque no consiga profundizar demasiado en el meollo de un film que, en manos más dotadas, hubiese dado mucho más de sí. Paul Newman, en la etapa inicial de su carrera -fue su segunda película aunque estrenada después de “Somebody up there likes me” (Marcado por el odio, Robert Wise, 1956), hace un competente trabajo aunque todavía le faltaba por pulir algunos de los perniciosos excesos gestuales y corporales recién aprendidos del “método”. Walter Pidgeon en el papel de deshonrado padre da el contrapunto de actor de la vieja escuela y la belleza la aporta Anne Francis, la inolvidable minifalda de “Planeta Prohibido” que compartía protagonismo casualmente también con Pidgeon. Con todas las salvedades resulta un interesante, entretenido y disfrutable film.

Pelìcula donde puede verse al protagonista desempeñando un correcto papel, aunque no llega a las alturas de otros filmes. Es interesante observar en la pelìcula, como las personas que participan en una guerra pueden ser sometidos al lìmite de sus fuerzas, y que el daño psicològico que en una guerra un ser humano puede sufrir, es disìmil, y depende de muchos factores personales. Se analiza en este filme, a la sociedad norteamericana, y se cuestiona la forma en que las familias crian a sus hijos.

Siempre apetece ver a Paul Newman. En este caso siendo un treintañero y sabiendo todo lo que le quedaba por delante, me apetecía más aún observar cómo se desenvolvía. Además, Walter Pidgeon no es precisamente un don nadie. Por ello es innegable encontrar cierta satisfacción por la presencia de los dos actores, pero la película, la verdad, por lo que cuenta, es para salir corriendo. Estamos en los años cincuenta y hay que elevar la moral, todo el que sea buen estadounidense tiene que estar obligado a serle fiel a su patria por encima de todo y de todos. No hay lugar para la duda, no es posible desviarse de la rectitud de ese nacionalismo. Y blabla bla bla blablabla.... "Traidor a su patria" es de lo más rancio que te puedes echar a la cara, es una película en la que no se puede asumir que un prisionero de guerra ceda en su cautiverio y se desmorone. ¿Más cosas?, es una película con un juicio más o menos previsible, más o menos bien llevado, una relación amorosa que apenas se insinúa (no vaya a ser que se escandalice el público) y la verdad, con una moralina como poco para salir corriendo...

Para empezar es indispensable ver esta película en versión original. Podemos ver a un Paul Newman joven y se puede notar todos los tics y gestos derivados del actors studio.

A pesar de eso, la película nos ofrece las situaciones tan brutales a las que puede llevar una guerra, llevando al límite a las personas que se ven involucradas.

Por último también notamos el tufo patriotero de los norteamericanos que anteponen la patria a los propios individuos