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El llanero solitario

Aventuras. Western Kilgore, un rico interesado por alguna razón en el territorio indio, busca el enfrentamiento con los indios para acabar con el tratado de paz. El llanero solitario, junto con el sheriff de la ciudad y el gobernador, intentarán evitar este enfrentamiento para mantener la paz y que el territorio pueda convertirse en un nuevo estado de la Unión. Stuart Heisler dirige esta primera adaptación de la serie de televisión homónima creada por George W. Trendle. (FILMAFFINITY) [+]
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
2 de junio de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un héroe legendario que estimo algo lejano al público infantil español pero del que siempre se tienen noticias. La última aparición de la mano de Disney nos dice ya a qué público va encuadrado, aunque sean películas con escenas violentas como las de su género. Entre la de Disney del 2013, y esta que nos ocupa, tenemos La leyenda del Llanero Solitario (1981), que creo es la mejor, y El Llanero Solitario y la Ciudad Perdida de Oro (1958); y luego está la serie de los años 50.

El héroe es un antiguo Ranger de Texas y va dirigido al espíritu y la fantasía de la tierna infancia para ensalzar valores como la amistad y la justicia social. El Llanero Solitario lleva antifaz como El Zorro y otros héroes sin identidad, con lo que se pretende que cualquier entusiasta pueda ser el protagonista, incluso uno mismo. Como es de rigor tendrá sus peculiaridades, hábil, valiente, comediante y siempre la elegancia y la caballerosidad por estandarte. El Llanero Solitario no estará tan solitario porque cabalga con su caballo blanco, Silver, el mejor de todos, y junto a su fiel amigo indio. Nos enseñará que los indios no son mala gente, ni los rostros pálidos, sino que son las personas malvadas las que producen los siniestros y calamidades del mundo. La película completa perfectamente este paisaje humano con un tirano que maltrata a su mujer, malcría a su hija y tiene a sus órdenes un capataz sanguinario y una banda de malhechores. Para luchar contra ellos se requiere astucia y valor, en una palabra, ser como El Llanero Solitario. Siendo niño te lo tragas, seguramente, pero luego da pena pensar que para luchar contra las injusticias no haya más que gente disfrazada y solitaria.
floïd blue
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13 de marzo de 2015
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La estrecha relación entre El Llanero Solitario y Toro (el hombre blanco y el indio) es, antes que nada, una hermosa apología de la hermandad: El blanco respeta, protege y siente como un leal amigo al indio, y el indio apoya, acompaña y defiende al blanco porque, como él, está luchando por la justicia y la tolerancia. Se propone así una convivencia y un respeto por siglos denegados, y el hombre avanza hacia un nivel de civilización que, poco a poco y muy lentamente, nos acerca también hacia una digna convivencia.

Fue, en 1933 que, el newyorkino Fran Striker (Francis Hamilton Striker, 1903-1962), autor también de “El avispón verde” (The green hornet), creó a este legendario guardián enmascarado al que llamó El Llanero solitario (The Lone Ranger) quien, sin recompensa distinta a la de sentir complacencia haciendo el bien, luchaba en contra de los bandidos que azotaban el oeste norteamericano: Cuatreros, asaltantes de diligencias, asesinos a sueldo… o agresores de los indios, tenían en el Llanero solitario y su amigo Toro a unos justicieros más temibles que los mismos comisarios.

El nombre usado en inglés para el indio es Tonto, pero por resultar peyorativo e improcedente porque el personaje es hábil y astuto, en los países de habla hispana se cambió a Toro para dar cuenta de su fuerza y vitalidad. Toro es fiel, sujeto a las leyes que propenden por el bien común, y la amistad que prodiga a su compañero de lucha, es incondicional.

Al igual que El Llanero Solitario, cuyo magnífico caballo blanco se llama Silver (Plata), también Toro tiene un caballo pura raza que, al igual que Plata, está magníficamente amaestrado para ayudar en situaciones de peligro. Con ellos, las aventuras también consiguen mostrar al hombre en comunión con la naturaleza, y de esta manera, Llanero e Indio, son una suerte de encomiables mensajeros de la Unicidad.

Aunque de niño fui muy aficionado a las revistas de El Llanero Solitario, tardé muchos años en darme exacta cuenta por qué sentía tanto aprecio por él como por Toro… y fue viendo esta película, muy bellamente filmada por Stuart Heisler, con la que, hace ya varias décadas, sentí que estaba viendo a dos de los héroes más cálidos y humanos que, hasta entonces, nos había ofrecido el cine.

Volver a verla ahora con una imagen magnífica, fue más grato incluso que antes, porque conseguí ver al Llanero y a Toro como símbolos de una hermandad que, Dios y la eternidad, aún siguen deseando.

Gran aprecio el que siento por Clayton Moore, también protagonista de la serie televisiva, y por Jay Silverheels, un auténtico mohawk canadiense que fuera boxeador y luego stuntman, y a quien ya habíamos visto en el rol de Osceola en la película de John Huston “Cayo Largo” (1948) y como Gerónimo en “Flecha rota”. Grato también, ver a Bonita Granville (“These three”, “Mortal storm”…) en el que fuera su último rol para el cine, recreando aquí a un personaje de claras ideas, como la esposa del ambicioso Reece Kilgore, el hombre que a diario mira hacia La Montaña del Espíritu… pero con otros intereses.

“EL LLANERO SOLITARIO” (Estrenada en España y Latinoamérica como: “EL GUARDIÁN ENMASCARADO”), se merecería sin duda un mayor reconocimiento. Pero hay ocasiones en que, el arte más digno y comprometido, permanece oculto y casi olvidado, porque hay intereses oscuros que propenden para que, ciertas ideas limpias, colmadas de justicia y/o de buena voluntad, no puedan ser difundidas.
Luis Guillermo Cardona
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29 de diciembre de 2021
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El gobernador del territorio de Texas (Meredith) visita la localidad de Brasada para conocer de primera mano los problemas de la zona, que aspira a convertirse en un estado de la Unión para dejar de ser la "frontera con los indios".
Una vez más la voz cantante la lleva el ranchero rico, en esta ocasión Reece Kilgore (Bettger), partidario de expulsar sin contemplaciones a los indios de los territorios que ocupan tras el correspondiente tratado de paz, bajo la excusa de los robos de ganado que comenten en la zona.
De nada vale la tibia oposición de algunos vecinos que consideran exagerada la pretensión. Pero el gobernador tiene sus dudas, "¿Cómo reconoce un político quien le dice la verdad?" Y consulta, ¿a quien mejor?, al célebre Llanero solitario (Moore) del que tan bien ha oído hablar. Le expresa este las dudas que tiene sobre los verdaderos autores de los robos.
Lo demás es tarea del Llanero solitario, un antiguo ranger de Texas que ha decidido tapar su rostro hasta conseguir la paz y la justicia en todo el territorio.
No tan solitario, pues cuenta con la ayuda de su fiel escudero Toro (Silverheels) y de su caballo Silver que le ayuda a aparecer milagrosamente en el lugar donde su presencia es más necesaria.
Basada en el personaje de la serie televisiva de su mismo nombre que tanto éxito gozó en los años 50, la cinta recoge la esencia del serial. La ambición del ranchero poderoso que maltrata a su esposa y malcría a su hija, la maldad y la traición de su capataz Cassidy (Wilke), la cobardía de los vecinos, la perspicacia del político, la honestidad del viejo sheriff, la bondad del franciscano, la sabiduría del anciano jefe indio Halcón Rojo (DeKova) o la temeridad del impetuoso Caballo Furioso (Ansara). Marcharemos con el ganado hasta la mítica Abilene, entraremos en minas de plata, veremos estampidas o tiroteos bastante inocuos. Ni siquiera falta la presencia salvadora de las tropas de la Caballería.
Hasta aparece por allí el Hombre medicina de los indios y hay un intento de linchamiento que deja en el cuello de Toro la marca de la cuerda que luego desinflamará con paños de agua fría.
El guion y la realización se sostienen bastante bien dentro de un formato muy televisivo. Personajes sin matices, o muy buenos y algo inocentones o muy malos y arteros. No hay puntos intermedios. Naturalmente, al final ganan los buenos: "Se acabó el juego amigos, entreguen sus armas".
Interpretaciones correctas. Ante tanta tontuna bondad destacan sobre todo los malvados Bettger y Wilke en papeles hechos a su medida.
Película bastante ingenua dirigida a un público mayoritariamente infantil, refleja bastante bien la serie de procedencia que tanto nos entretuvo en aquellas tardes de nuestra infancia feliz. Desde luego, está bastante por encima de "La leyenda del Llanero solitario" (1981).
No es gran cosa, pero tampoco pasa nada por darle un vistazo a la cinta. Unos para recordar tiempos pasados y otros para ver cómo se entretenían sus padres o sus abuelos cuando eran niños.
Lafuente Estefanía
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