Doctor Portuondo (Serie de TV)

*Los inicios del psicoánalisis

Doctor Portuondo es una ficción que nos tiene como protagonistas. Con el psicoánalisis como eje de todo la ficción en sus casi 3 horas de duración le ofrece al espectador una oportunidad de hacerse preguntas y reflexionar sobre su existencia mientras se divierte y se extrae de la realidad. Casi como si estuviésemos haciendo terapia.

La ficción está dirigida y escrita por Carlo Padial, escritor de la novela. Sin embargo, no es la primera ficción que dirige, ya se puso en el timón de películas como Algo muy gordo, Mi loco Erasmus o la olvidable Vosotros sois mi película que trataba de justificar y quizás lanzar un mensaje aprovechando la broma de mal gusto del youtuber Wismichu. Sin embargo, no salió nada fructífero de ello.

Ahora Carlo Padial remedia su recorrido con una ficción, que si no es del todo sobresaliente, al menos consigue unos resultados destacables siendo una serie perfecta para disfrutar y explorarse a uno mismo mientras acompañamos a sus personajes en su mar de dudas.

*Logrados personajes

Una de las cosas más atractivas de Doctor Portuondo son sus personajes en los que el trabajo de caracterización ha sido meditado y muy cuidado otorgándoles un gran toque de singularidad. Además, algunos de ellos son difíciles de interpretar debido a su extravagancia. Sin embargo, los actores consiguen un logrado equilibrio para no caer en lo ridículo e inverosímil. No obstante, la joven actriz Elisabet Casanovas sigue manteniendo ciertos tics interpretativos de los que no logra deshacerse, haciendo que el espectador siga viendo a Tánia de Merlí. Lo mismo le ocurre en la última película de Daniel Monzón, Las leyes de la frontera.

Olivia Delcán y Nacho Sánchez para mí han sido los que más me han robado el corazón en la ficción, y creo que los que más peso tienen que soportar en las escenas. Olivia Delcán y Nacho Sánchez configuran una atmósfera propia en la ficción que es compartida con el espectador de una forma que este queda prendado de la relación entre ambos personajes. Además, son la raíz de numerosas carcajadas en la ficción, Olivia Delcán logra bailar entre los distintos matices interpretativos de su personaje de manera excelente. El conflicto de ambos es uno de los más trabajados y mimados de la ficción, y eso se nota en su realización.

*Nacho Sánchez

Por su parte y de forma independiente, Nacho Sánchez (Diecisiete) está irreconocible y no encuentro mejor alago. Nacho Sánchez es EL PERSONAJE de la ficción y está soberbio en su interpretación, la gracia fluye sola por sus diálogos debido a su inocencia y su mente obsesiva, además, acaba dando lugar a una dulzura tímida a la par que triste y amarga que atrapa. El actor se hace magníficamente con su personaje, lo construye, le da su propio andar, sus propios gestos, su propia mirada, su propia duda etc. Nacho Sánchez está realmente carismático a la vez que enternecedor.

*Jorge Perugorría como Doctor Portuondo

Doctor Portuondo interpretado brillantemente por Jorge Perugorría es un personaje con el que uno no logrará mucha conexión hasta que no terminemos de conocerle. No obstante, es un personaje auténtico con el que Jorge Perugorría se funde. Además, Doctor Portuondo acaba siendo demasiado especial para encontrar su lugar, hay una sensación continua en el relato de que no pertenece a este sitio y finalmente acabaremos descubriendo el porqué.

Sin embargo, creo que acaba siendo un personaje a ratos algo tedioso, y creo que ahí está su esencia, pero algunas veces con sus frases acaba cayendo en la estigmatización de la esquizofrenia. Una persona no es esquizofrénica, un persona tiene esquizofrenia, y en la serie continuamente con el personaje interpretado por Llimo acaba cayéndose en el mismo error de definición. El personaje de Llimo no es esquizofrénico, es una persona que sufre una enfermedad que no le define, porque a parte de la enfermedad el personaje de Llimo es mucho más.

Además, creo que la trama del personaje no consigue sumar a la serie, ni si quiera en la atmósfera cómica a diferencia del resto. No creo termine por ir a buen puerto porque no acaba incorporándose al resultado final, ni de encontrar un sentido por el que deba existir esta trama en la ficción.

*Conclusión

Doctor Portuondo logra su propio estilo y estoy seguro y eso espero, de que encontrará un buen hueco en el corazón de su audiencia, por pequeño que sea. Es una serie original, divertida y también reflexiva. Se han cuidado los detalles, y los diálogos en boca de los actores tiene una gran chispa que os hará disfrutar de la ficción a cada rato.

Su montaje es fresco y logrado consiguiendo un buen ritmo. Además, se nos darán ciertas e interesantes dosis de conocimiento sobre el psicoánalisis apoyadas con imágenes de archivo. El personaje protagonista está realmente bien tratado, y aunque en un principio podamos dudar de su razón para estar en terapia, lo acabaremos descubriendo poco a poco.

La serie original de Filmin supone una dosis de humor perfecta para disfrutar el fin de semana de su estreno como alternativa al terror propio de Halloween. Una serie para repetir

Escrito por Javier Atienza

Contrasta la nota media, 6,2, con los elogios mayúsculos de las críticas que se pueden leer aquí.
Estoy con la media. Es un experimento interesante, pero nada más. La trama y el guión son reiterativos, redundantes y en el fondo cansinos.
Jorge Perugorría está claramente sobreactuado y llega a cansar. Las apariciones de Valls y de Romero son de chiste en una mediocre comedia televisiva.
Lo que soporta todo es la actuación de Nacho Sánchez, a pesar de que el guión le obliga a repetirse. Lo mejor es la actuación de Nacho con Olivia Delcán, esas escenas.

Empecé a ver la serie con muy poca fe y dispuesta a abandonarla a primera de cambio ante la tolerancia cero que he desarrollado por las peroratas intelectualoides en el cine o imitaciones cansinas de W. Allen.

Y resulta que me encuentro con una joyita difícil de enmarcar, definir o explicar.

Y es que da igual lo que os cuente, porque esta serie está tocada por la varita mágica del ingenio, la creatividad y la originalidad de su creador y los personajes podían haber hablado de recetas de estofado en lugar de psicoanálisis y la cinta habría sido igual de genial y carismática. Es su duende el que lo guía todo.

Si a eso le unes una actuación absolutamente brillante, hipnótica y enternecedora de Nacho Sánchez, sólo puedo animaros a que veáis esta maravilla.
No os la podéis perder.

Cuando a Nacho Sánchez le birlaron el Goya a actor revelación que tanto se merecía por "Diecisiete" (recuerden que se lo llevó el sobreactuadísimo Enric Auquer por 'Quien a hierro mata'), quedó claro que íbamos a tener que seguir su carrera muy de cerca.

Carlo Padial le ha dado su primera gran oportunidad en la pequeña pantalla, nada más y nada menos para interpretarse a si mismo en "Doctor Portuondo", y Nacho la ha aprovechado. Vaya si lo ha hecho. La colección de expresiones gestuales con las que Sánchez consigue encapsular la neurosis de Carlo es exquisita. Dentro del psicodrama generalizado, la serie consigue arrancar 6 o 7 carcajadas sinceras mientras relata los retos a los que nuestra sociedad contemporánea somete a nuestra salud mental.

La actuación de Perugorría como el singular doctor resulta convincente, los personajes de Berto, Arturo Valls y David Pareja consiguen su objetivo humorístico, pero punto y aparte merecen los minutos que Sánchez y Olivia Delcán comparten en pantalla. Uno se quedaría horas viendo charlar a esa pareja tan improbable, excéntrica, magnética.

En definitiva, si todo lo que hace Filmin tiene la calidad de 'Doctor Portuondo' estamos de enhorabuena. Tremendo debut.

La quise ver hace tiempo, cuando se estrenó en el otoño de 2021, pero al final la fui dejando pasar..., hasta hace unos días, en que por fin le metí mano. Y la cosa es que me ha encantado, ha sido tal y como esperaba, o mejor. Es cierto que, en sus seis episodios, hay irregularidades, no siempre brilla a la misma altura, pero en general destaca por encima de la media (y eso que no soy de series, lo reconozco). Basada en el libro homónimo de Carlo Padial, que él mismo adapta a la pequeña pantalla, la serie cuenta las aventuras y desventuras del propio autor, en terapia durante cinco años con un excéntrico analista cubano exiliado en Barcelona. Este punto de partida ya es lo suficientemente atractivo para mí, como para que me meta de lleno en la historia, sin importar otra cosa. Así, el primer día, me vi los dos primeros episodios, y la verdad es que no podía más..., de la risa. El comienzo es para partirse (ya sé que no todo el mundo gusta de este humor tan especial, tan a lo Woody Allen), con la presentación del protagonista, Carlo (Nacho Sánchez, genial). En cambio, el otro personaje principal, el analista del título, apenas se entrevé... Ahí está la gracia de la historia, en que este doctor Portuondo va de menos visibilidad a más, y poco a poco va mostrándose como lo que es, un tipo genial, deslumbrante, también muy triste, en su fatal melancolía de expatriado. Jorge Perugorría en el papel de su vida (junto con Fresa y chocolate, hace tantos años). La tercera en discordia es Estela, la novia de Carlo (Olivia Delcán). Cada vez que sale ella, y sobre todo en las escenas con Carlo (prácticamente todas), la pantalla se enciende. Tal vez los mejores momentos los protagonice esta singular pareja, que nos trasladan al mundo friki en un santiamén.

El segundo día me vi los episodios 3 y 4, en donde la cosa empieza a flojear un poco. Terapia de grupo, es también dispersión, pérdida de mordiente..., pero no hay que preocuparse. Lo que se pierde en intensidad, se gana en otras cosas: ver a nuestro hombre, junto a los otros pacientes del doctor, es también una fuente de placer (y risas) continuo. Ver cómo Portuondo lidia con la esquizofrenia es un puntazo, y el personaje que interpreta Llimoo es un caso, verdaderamente. Risas aseguradas, hasta el final. Poco a poco vamos conociendo a Portuondo, metiéndonos en su mente impredecible.

El tercer día, capítulos 5 y 6. El 5 es el más flojo de todos, una extraña mezcla de nostalgia y desconcierto, el poder de la angustia, la melancolía (nóstos), el dolor por el regreso imposible, los sueños, los recuerdos lejanos... Doctor y paciente se entregan a una evocación de sus miedos y deseos, en una mezcla fatal. Una vez más, Olivia Delcán, Estela, es capaz, ella sola, de embelesar, con sus gestos precisos, su mirada sagaz, su locura pasajera... Otro personaje que tiene su miga, y su gracia infinita, es el de Abigail (Elisabet Casanovas), lástima que el guión la coloque con ciertos tics, imperturbables durante toda la función, y no desarrolle más su savoir faire. Finalmente, en el episodio de cierre, analista y paciente se miran el uno al otro, en un ejercicio necesario (¿para la supervivencia?). Es aquí cuando por fin entendemos toda esa tristeza, ese cinismo y la lucha contra él, del temido y adorable doctor, al mismo tiempo. Carlo Padial, al que no conocía, ha creado aquí una obra ligera, intensa, llena de desparpajo e inteligencia, que deja huella.