La muerte de dos amantes

Ya desde su primera secuencia, esta modesta pero interesantísima película (que forma parte de la sección oficial del Americana Film Fest, dedicado al cine independiente norteamericano), capta la atención del espectador por la inquietante situación que presenta, para jugar con sus expectativas ya durante toda el metraje.

Ubicada en la América rural, indudablemente uno de los territorios favoritos del cine indie USA, utiliza perfectamente sus localizaciones y espacios, destacando la forma en que está planificada y montada, aprovechando un presupuesto que se percibe claramente precario y del que saca un gran resultado gracias a las citadas localizaciones, un reparto bien dirigido y una trama atractiva, que se diría una versión rural del 'Historia de un matrimonio' baumbachiano con un toque de los hermanos Coen.

The killing of two lovers (2020) es una película independiente estadounidense, dirigida por Robert Machoain, que cuenta con una fotografía paisajística que convierte al entorno en un personaje más. Una pareja en crisis, con cuatro hijos de por medio, se separa transitoriamente.

Por Nicolás Bianchi

Los desolados pero bucólicos parajes de Kanosh, una localidad de no más de 500 habitantes en Utah, no solo sirven de escenario sino que intervienen en la trama de drama matrimonial que desarrolla The killing of two lovers. Las calles vacías, los cielos pictóricos y la inmensidad de las Montañas Rocallosas detrás contrastan con la ocre vida cotidiana en la que una pareja, que atraviesa una crisis, intenta reencauzar su vida.

En la primera escena de la película David (Clayne Crawford) se encuentra de mañana dentro del cuarto de su por ahora ex mujer Nikki (Sepideh Moafi), que duerme en la cama junto a su nueva pareja. David los apunta con un revolver. Está visiblemente desencajado. Amartilla el arma pero no se escucha ningún disparo. David huye por una ventana y comienza a correr por las desoladas calles del pueblo hasta que llega a su camioneta.

David y Nikki tienen cuatro hijos pero, por el momento, viven separados bajo el acuerdo de que tienen libertad para comenzar otras relaciones. Nikki se quedó en la casa familiar mientras que David, que trabaja como peón rural, volvió a vivir a la casa de su padre. La película se centra en David y su dificultad para lidiar con la situación actual de su vida, que lo pone al borde del estallido, como quedó demostrado en la primera escena.

The killing of two lovers es un drama matrimonial con la violencia misógina en primer plano pero está contado desde un punto de vista estrictamente masculino. El film no es ni quiere ser feminista (no tiene por qué serlo). En su ritmo cansino, como es la vida en Kanosh, Machoain superpone escenas en las que David se encuentra en soledad con el sonido de un mecanismo que engrana, que bien podría ser el de un arma.

Dentro del personaje se deja entrever una combustión, una furia que está originada en el hecho de que Nikki haya iniciado una relación, por más que esté dentro de las posibilidades que habían consentido ambos. Lo metafórico queda del todo expuesto cuando David practica golpes de puño o tiro con un muñeco de goma, similar a un maniquí, que recrea un cuerpo masculino musculoso.

Gran parte de The killing of two lovers está narrada con cámara fija y a una distancia considerable de los personajes. En varias escenas los protagonistas ocupan solo un cuarto de la pantalla mientras que el resto se reserva para el cielo, las montañas y los gélidos paisajes del Midwest de los Estados Unidos. La disposición visual permite tanto crear una distancia con lo que sucede como generar, a fuego lento, una tensión dramática. Cuando la cámara se acerca a los rostros de David y Nikki lo que sucede queda naturalmente resaltado.

Vistas ya como 200 películas indies americanas, podemos constatar varias constantes en su realización, tics creativos de los directores que reproducen una y otra vez para admiración o hastío de sus espectadores, que los reconocen al instante. Son esos planos estáticos a toda pantalla de dos personas hablando al fondo, son esas acciones fuera de foco, es ese cielo enorme que ocupa toda la pantalla, esos planos del chico conduciendo la pickup mientras piensas en sus cosas, esos secretos (adicciones, dramas terribles, algo de sexo) que al final salen a la luz, esa violencia que ocurre de pronto sin esperarla nadie y esa música minimalista que casi no se oye. Sí, el film indie es casi un género y 'The Killing of Two Lovers' cumple con todas esas características. Solo falta la botellita de whisky o las secuencias en el sórdido bar del pueblo. Pero no pasa nada, el film está bien si no eres de esos que quiere que pasen cosas.

*El asesinato de dos amantes es muy diferente y estimulante

Por el título intuyes que podría tratarse simplemente de una historia de crimen y pasión. Todo muy correcto y nada original. Pero, nada más empezar, lo que muestra El asesinato de dos amantes es muy diferente y estimulante para el espectador. Una tentativa de asesinato con toda la ventaja sobre las víctimas. Así arranca este psicodrama que relata la crisis de un matrimonio con hijos en medio del lejano oeste norteamericano. Rodada en Kanosh, un pueblito de Utah con menos de 500 habitantes, podría ser un auténtico dramón. Sobre todo, si tu matrimonio se va a pique, incidente principal de esta historia. No hay un origen cierto ni se desvela la causa del distanciamiento. Lo que sí sabemos es que David intenta todo lo posible por salvar su relación, sobre todo, por sus hijos. Viven con la madre, Nikki, que intenta rehacer su vida con un compañero de trabajo.

Y, claro, en un pueblo tan pequeño es más difícil digerir estos cambios. Pero David representa un nuevo estereotipo del cowboy americano. Pues demuestra que es capaz de aceptar las nuevas circunstancias en su familia. De este modo, siendo una historia de género dramático, aquí se narra con el corte de un thriller. Es decir, que el formato narrativo aporta valor al contenido de la historia. Y no solo por la pantalla 1:66 europea, la cual genera tensión en el espectador. También ayudan los planos generales a dramatizar la historia. O la soledad de vivir en un pueblo así. Tenía todas las papeletas para acabar siendo un drama al uso. De esos que echan en la tele las tardes del fin de semana. Algo que, por ejemplo, a @pelidetarde (Twitter) le habría entusiasmado. Pero no es el caso.

*El subconsciente de David

El asesinato de dos amantes muestra un paisaje árido y frío a la vez. Donde los residentes se mueven en pick up como seña de la Norteamérica profunda. Y con ese escenario, Robert Machoian, director debutante en solitario, define el subconsciente de David. La tensión se eleva cada vez que el protagonista amenaza con usar la violencia como solución a sus problemas personales. Ahí la música -más bien un sonido de engranajes metálicos y portazos de coche- juega un papel determinante para que el espectador levante sospechas. Porque durante todo el metraje existe este peligro. Pero también vemos cómo David es vulnerable y respeta los sentimientos de su mujer Nikki. Incluso se atreve a componer y cantarle con el corazón abierto el tema principal de la película. Sin duda, Machoian renuncia a la visión de Nikki para que nuestra mirada sobre David sea condescendiente.

Algo que nos inquieta, pues sabemos que David es capaz de cometer un acto reprobable en cualquier momento. Y el espectador, pese a conocer sus intenciones, empatiza con el personaje. Lo que dice mucho de sus actuaciones, que son verosímiles. Por supuesto, destacando los trabajos de Clayne Crawford y Sepideh Moafi como pareja protagonista. Pero también la labor de Machoian, que aprovecha el talento reunido con un presupuesto muy precario. No es casualidad que El asesinato de dos amantes sea calificada como una de las mejores películas independientes de 2020. O que fuera una de las sorpresas del Americana Film Fest en Barcelona.

*Conclusión

El asesinato de dos amantes (The Killing of Two Lovers) no solo relata una crisis matrimonial, sino también una crisis de edad, de valores, de sueños rotos. Que ella no pudiese matricularse en la universidad; que él no hubiese triunfado con su grupo de música. Decisiones que no se tomaron en el pasado por el hecho de formar una familia prematuramente. Y ahora ambos, desnortados en sus cuarenta, se ven luchando contra el tiempo. Pero en un lugar tan pequeño el concepto de familia se vuelve más fuerte. Y romperlo puede implicar una tragedia.

Aquí Robert Machoian mueve la cámara con inteligencia y compone una historia de tonalidades grises. Donde todos tienen culpa, pero también merecen una oportunidad. Una película que se mueve dentro de los límites de Noah Baumbach y los hermanos Coen. Una producción muy del gusto de los indies -sobre todo, europeos-. Pero aportando una visión más fresca y actualizada de la vida rural norteamericana. Donde hay celos y armas de por medio, como siempre. Pero aquí tratado con mucho tacto. No obstante, hay un mensaje dentro de la película que resume muy bien este tipo de historias. Parafraseando a un personaje de la película, el matrimonio es algo más que sentimientos, que van y vienen, requiere respeto.

Escrito por Carlos Vera Tordera

Inducción trágica
Es una decisión creativa habitual en trabajos de cineastas principiantes centrar los esfuerzos en un dispositivo formal marcado o un estilo estético ostentoso que atrape al espectador, descuidando en el proceso su correcta utilización para elevar la narración, o su conveniencia para marcar el tono emocional mas adecuado para los conflictos que se desean tratar. O por el contrario, es también común centrar la mirada en el guion y en el texto y envolver así a tus actores de un lenguaje fílmico pobre. Machoian consigue equilibrar con criterio ambos vicios en su satisfactoria «El asesinato de dos amantes«.

Entra por los ojos por su formato cuadrado de imagen y su preciosista fotografía de cielos y horizontes brillantes en contraste con las nubes y los espacios oscuros, pero funciona durante la totalidad de su metraje por su manera de estructurar la tragedia a través del argumento. Partimos de un hecho concreto y un solo personaje y de la mano de su movimiento diario conocemos gradualmente su entorno y su conflicto familiar. Conocemos sus personalidades a través de sus acciones, y desde el suceso del título derivamos a las rutinas e interacciones de una comunidad que se presenta mediante diálogos, en un guion medido en el que cada escena cumple un fin claro para otorgar al espectador la información adecuada para cada momento, en una narración en la que no sobra nada ni se deambula por fugas del núcleo dramático.

Un filme con un definido tono de sequedad y sordidez, con casi ausencia total de música y el recurso desconcertante de sonidos desasosegantes en fuera de campo. Una estilizada visión desmitificadora de la destartalada América Profunda que, sin embargo, inspira compasión y afecto gracias a una presentación naturalista de personajes, los cuales se mueven en turbios grises de generosidad y mezquindad.

Distanciamiento gélido
A la hora de definir el encuadre, además de aquello que saldrá en plano y la relación de los objetos, es determinante la posición de la cámara con respecto a lo filmado. En su ubicación con respecto a los personajes construye Machoian la solución más expresiva del filme. Gracias a ella define con mucha precisión el estado emocional de los personajes y el tono de la película. Oscila principalmente entre dos posiciones predominantes: la cercanía opresiva, bien en primeros planos o en planos medios que exponen a los personajes y desnudan sus batallas psicológicas, bien ocupando solitariamente el plano o bien rodeados por otros personajes. Pero a lo que mas acostumbra la cámara, bien mediante planos fijos o bien mediante lentos acercamientos mediante zoom ins, es a distanciarse. A recoger toda la escena en un plano en el que los personajes comparten espacio y les vemos de cuerpo entero, resaltando mas el paisaje que les rodea y su relación posicional que las emociones individuales de cada uno. Composiciones que integran la belleza natural del paisaje y encuadran con mucho aire superior, permitiendo que los cielos nublados se asienten en el plano. Cielos luminosos cuyo contraste con los grises espacios aporta unos claroscuros muy pertinentes. Personas y lugares bellos y con fondos luminosos, pero malheridos por el frío y las sombras de las peleas pasadas.
Una frialdad atmosférica muy sugerente.

Reemplazar al amor
Un leit-motiv vertebra toda la película y permite que el drama resuene con la fuerza deseada conforme el filme se acerca a su conclusión: lo que une a los distintos personajes es la necesidad de amar, el intento y búsqueda de seguir amando y la frustrante imposibilidad de hacerlo. Todos los personajes de la película son frágiles ovejas descarriadas que se mantienen afecto, que no han llevado a cabo sus decisiones con maldad ni tienen demasiada carga de culpa con respecto a la separación. Sin embargo, ya nada puede volver a ser lo mismo, y hasta las situaciones mas sencillas se complican. Desde el cariño y la confianza de lo mas íntimo aflora la violencia mas cruda. El equilibrio no puede restablecerse, la paz es esquiva. Y si bien es un filme contenido, el estallido de violencia es inevitable.

Filme con algunos vicios de autoría afanada en exhibirse, pero lleno de virtudes.