Rifle solitario

Olvidable western del mediocre director Ray Nazarro, toda su filmografía transcurrió en la serie B y este film no iba a ser menos. No hay nada que pueda destacar de esta película de argumento ligeramente parecido al de la obra maestra " Solo ante el peligro" salvo su corta duración. Dorothy Malone en un papel de relleno porque tenía que salir una mujer y Neville Brand una vez más de malo son las caras más conocidas del reparto. (defenders of the faith).

Ya he comentado en alguna ocasión la obra y milagros de Ray Nazarro, habitual explorador de la serie B especializado en westerns. La historia de Rifle solitario es manida, pero de acción trepidante y continuada: siempre está pasando algo. Unos malvados hermanos chantajean a un ranchero y a su hermana para guardar en sus tierras ganado robado, al que luego imprimen su propia marca. Al mismo tiempo, un forastero llega al pueblo, suelta unos cuantos sopapos a los esbirros de los malos, y le nombran sheriff. Ni que decir tiene que es una ciudad de cobardicas. Resulta a todo esto que la hermana del ranchero está de muy buen ver, y el sheriff empieza a tontear con ella (yo también lo haría, qué demonios). El sheriff ha trabado amistad con un personaje notable, lo mejor de la función, un jugador que se instala en el pueblucho para desvalijar alegremente a sus estólidos habitantes. Los malos le cargan el muerto, nunca mejor dicho, del ranchero, para que el sheriff acuda en su ayuda y así liquidarle sin más trámites. Pero George Montgomery, pese a la cara de panoli (guapo y alto, eso sí), no se lo traga, ayudado por la beldad que le tiene robado el corazón y otras cosas, y va a por ellos sin despeinarse. No es tan mala como afirma el compañero de la solitaria crítica en FA. Frank Faylen, en el papel del jugador, se basta para devorar a todos los demás miembros del cast. De hecho, desearíamos que su papel fuera de mayor enjundia, porque sus diálogos son brillantes (claro, es extranjero, y suelta esa frase sin desperdicio, refiriéndose a los hermanos malotes: "y luego dicen que los indios son salvajes"). Montgomery, ya lo hemos dicho, pasea con su rifle por la pantalla y luce la placa de sheriff con prestancia. Sale Neville Brand, de malo, cómo no, cuando estaba gordo como un cochino y nadie daba un chavo por su carrera. Y Douglas Kennedy, otro que tal. Y la chica es Dorothy Malone, con dos mejillas como manzanas, antes de convertirse en la mujer escandalosamente sexy que nos producía, y produce, cosquilleos clandestinos. Y dura 75 minutos de nada, apenas un suspiro. Para amantes desprejuiciados del western.

El mensaje que sigue a los créditos ya nos sitúa. En Texas, como en otros grandes territorios de la frontera, "unos hombres movidos por la maldad doblegaron a enormes comunidades de ciudadanos bienintencionados pero pusilánimes".
Y eso es lo que hay: malos y cobardes. Otra vez.
Y otra vez tiene que venir a poner orden el forastero taciturno, Cruze (Montgomery), "Yo nunca pregunto a nadie de donde viene sino a donde va".
Esta vez acompañado de un jugador de ventaja, Fairweather (Faylen), que busca "Terapia geográfica para recuperar la salud". Algo así como un Doc Holliday que ayuda a Wyatt Earp. En realidad el único personaje interesante, capaz de hacerse a sí mismo trampas al solitario.
Los demás los hemos visto muchos veces.
Trama rutinaria, lo mismo que el guion, la realización y las interpretaciones. Buenos muy buenos contra malos muy malos. No hay términos medios ni matices. Todo muy elemental, muy plano, muy ralo.
La gente del pueblo cobarde como siempre. "¿Quién se presta voluntario para perseguir a los bandidos?" Como no se presenta nadie el alcalde entiende que debe justificarse, "Es que esta comunidad preserva la paz". De los cementerios le faltó añadir.
No se salvan ni las peleas ni los tiroteos.
Algunas caras conocidas y poco más.
Como dice en cierta ocasión el médico cuando le preguntan "¿Cuál es el diagnóstico? -Nada, muerte por disparo".
Pues eso, muerte por disparo. Poco recomendable.

Francamente mediocre western, barato en cuanto a producción y carente de cualquier imaginación en la dirección, puesta en escena y hasta interpretación.

Y eso que los actores/actrices son lo mejor de este tedioso producto. Dorothy Malone, Robert J. Wilke, Neville Brand...

Pero ni siquiera con su ayuda se logra una cinta que interese y entretenga.

Todas las escenas son archivistas y sabidas, previsibles hasta la saciedad y con diálogos poco desarrollados, así como la psicología de sus diversos personajes.

Una película olvidable, que no sólo no deja la menor huella positiva, sino que deja un mal sabor de boca, y más si tenemos en cuenta que es estadounidense cien por cien.

Mal Ray Nazarro tras las cámaras.

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