Piraña 2: Los Vampiros del Mar fue el poco lustroso debut como director de un James Cameron que padeció múltiples problemas a la hora de rodarla. Nadie hubiera dicho que tras ese descalabro el director de Avatar se fuese a hacer un nombre en el mundo del cine. Lo que nadie sabía es que contaba con un prometedor guión llamado Terminator, que diversas productoras querían realizar al ver en él un éxito potencial. Cameron lo vendió a cambio de un solo dólar... con la condición de que él mismo la dirigiese. Qué paso después todo el mundo lo sabe: el éxito de Terminator (especialmente en el mercado de alquiler), las excelencias de Aliens (El Regreso) y tras la irregular Abyss, llegamos a este Terminator 2: El Juicio Final.

El reparto lo integran los repetidores Arnold Schwarzenegger, Linda Hamilton y Michael Biehn (brevemente en el director's cut) y las novedades que serían Robert Patrick, Joe Morton y el debut del joven (y hoy acabado) Edward Furlong.

El argumento continua el de la primera parte siete años después, aunque en realidad este Terminator 2 parece ser más un remake que una secuela propiamente dicha. Hay avances en la historia respecto a la predecesora, pero nos cuentan lo mismo que en la película de 1984. Un robot, el T-1000 (Patrick), enviado al presente desde el futuro por unas máquinas para matar a John Connor (Furlong), el líder de la resistencia en un futuro apocalíptico donde los humanos luchan contra esas mismas máquinas. El John Connor del futuro tiene un as en la manga, otro robot, el T-800 (Schwarzenegger), que también enviará al pasado para protegerse a sí mismo y a su madre (Hamilton).

Lo dicho, lo mismo que en la primera parte pero con una gran diferencia, en 1984 James Cameron era un don nadie y en 1991 el nuevo rey Midas de Hollywood, permitiéndose contar con un presupuesto de 100 millones de la época para realizar aquello que se le pasara por la cabeza.

Veintiún años desde su estreno, Terminator 2: El Juicio Final mantiene vigente todas sus cualidades:

- Un James Cameron grandilocuente como nunca y su elaboración de rompedoras escenas de acción. Dejaron sin palabras en su momento. Hoy no sorprenden tanto porque múltiples producciones posteriores han repetido lo ofrecido por el director de Titanic en su obra magna. Sin duda es la precursora de todas ellas. Escenas a rememorar... todas aquellas con el T-800 o el T-1000 en pantalla.

- Más Cameron, en este caso relacionado con el incesante ritmo, y es que Terminator 2 no da descanso al espectador en las más de dos horas que dura.

- Los actores, Schwarzenegger y Robert Patrick, más por presencia que por la propia actuación. Bien secundados por una Linda Hamilton con cojones, Joe Morton, y Edward Furlong haciendo de chico guay (su vocabulario y comportamiento es lo único donde la película da síntomas de pertenecer a un par de décadas pasadas).

- Los efectos especiales. Es aquí donde T-2 marcó la diferencia en el momento de su estreno, siendo junto a Jurassic Park (en el 93) la película que revolucionó los efectos digitales en los años 90, dejando obsoletos los medios de los años 80 en el cine de serie A hasta nuestros días. El gran logro de Industrial Light & Magic: la creación del T-1000, un robot de metal líquido capaz de variar su forma y hacer que partes de su cuerpo se conviertan en cuchillos y artefactos puntiagudos.

- La imitada, pegadiza y machacona banda sonora de Brad Fiedel.

- La azulada fotografía de Adam Greenberg (Esfera) en el que es su mejor trabajo.

En estos últimos apartados, todos ellos técnicos, Terminator 2: El Juicio Final se hizo con cuatro Oscar, todos ellos bastante obvios, el de efectos especiales, sonido, efectos de sonido y maquillaje. Sumar a los premios una recaudación mundial de 519 millones de dólares.

Es difícil dejarse llevar por el entusiasmo cuando uno ve una película que le ha marcado tanto como a mí T-2 en su momento. Bien cierto que hay algún aspecto no del todo redondo pero no empaña una producción a la que el paso del tiempo no ha afectado prácticamente nada. Por desgracia la última gran película de un James Cameron que después ofreció la disfrutable Mentiras Arriesgadas, mucho documental submarino en IMAX y 3D, y las sobredimensionadas Titanic y Avatar, los dos largos más taquilleros de la historia del cine.