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España España · Málaga
Críticas de Paco81
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Críticas 16
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
2 de junio de 2023
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Soy uno de los entusiastas seguidores del cine de Dario Argento, y como tal he lamentado la decadencia de su carrera, que no nos engañemos; decadencia que resulta más pronunciada por su extraordinario nivel en los años 70 y 80. Todas las películas de género que hizo en ambas décadas son, sin excepción, de sobresaliente o casi. Una época dorada más prolongada que la de prácticamente cualquier otro director de cine de terror. Así pues, aunque en los 90 prosiguió con unos destacables filmes, el cierto bajón pudo parecer más grande por agravio comparativo. Para unos la última gran película de Argento fue Opera (1987) o incluso alguna anterior, para otros fue El síndrome de Stendhal (1996) y para quienes abren más el abanico, entre los que me incluyo, es Insomnio (2001), lo más cercano que hizo a un "fanservice". Después empieza su decadencia más profunda, y aunque reitero que son películas que parecen peores de lo que realmente son por el bagaje del director, sí hay que admitir que su cine del siglo XXI baja hacia unos niveles preocupantes. Esta "etapa mediocre" son sólo tres películas, pero cada una muy dolorosa: La madre del mal (2007), que no es tan mala como se suele decir pero como tardía conclusión de la trilogía de las brujas es realmente decepcionante. Giallo (2009), más floja pero tampoco es tan mala, aunque en esa fina línea en la que Argento ha caminado sobre el ridículo tuvo un tropezón aquí que la hizo caer en la comedia involuntaria. Y Drácula 3D (2012), ésta ya muy indefendible, y es que como se empezaba a ver en su El fantasma de la ópera (1988), las adaptaciones de clásicos del terror no son lo suyo. Lo peor es que el filme resulta un tanto aburrido, algo inédito en su director incluso en las dos anteriores películas mencionadas, que no dejan de ser suficientemente entretenidas. Así que con el me temo que merecido fracaso de Drácula 3D, han tenido que pasar 10 años para que Argento estrenase un nuevo filme. Hay, sin embargo, en esta etapa, una película que he omitido, El jugador (2004), que creo que es bastante menor pero que en su modestia cumple sus pretensiones. A este nivel compararía esta Dark Glasses, que es lo mejor que ha rodado su director desde Insomnio en cierta discusión con este filme de 2004.

Para sus seguidores es una buena noticia que esta película retome el giallo, aunque con reservas, es decir, estas tramas de investigación tan "juguetonas" que encontrábamos en sus filmes más clásicos no están aquí, que en este sentido recuerda más a El síndrome de Stendhal (1996). Esta película creo que continúa bastante la línea que seguía en los años 90, incidiendo en personajes atormentados, algo que ya estaba antes en su filmografía pero en lo que empezó a profundizar con sus películas de los 90, quizá por conexión con sus protagonistas interpretadas por su hija Asia, que tiene un papel secundario en esta Dark Glasses. Hay que tener en cuenta esto porque si uno lee la sinopsis de la película pensará que se retoma la idea de El gato de las nueve colas (1971), y es verdad que se retoman ideas de este filme como protagonista invidente ayudado por un personaje infantil o que el asesino es mayormente un estrangulador, además de que el descubrimiento de su identidad resulta poco relevante, sin juego de "whodunit" en este sentido. Pero estilísticamente es muy diferente, lejos del complejo thriller que era ésta y centrándose en la psicología de la protagonista. Esto no es un problema pero por ejemplo está lejos del "fanservice" de intriga juguetona de Insomnio, por lo que hay que tener cuidado con las expectativas que podemos tener los seguidores del director. Por el contrario, se incide en el peso dramático y el personaje protagonista está bien trazado y se empatiza con éste como es habitual con los protagonistas de los filmes de Argento, algo no poco importante entre tantas películas de género con protagonistas que no nos importan nada. La dirección de actores es algo burda como es habitual en su filmografía, salvándose pese a ciertas carencias los principales y cayendo más en lo ridículo en los secundarios, pero por suerte no nos encontramos nada esperpéntico como Giallo (2009).

Si la parte thriller es bastante suave, por fortuna la cosa mejora con la parte como filme de terror. Aunque lejos de sus mejores momentos, el trabajo con una atmósfera siniestra es mejor que el de su "triada" mediocre (recuerdo: La madre del mal, Giallo y Drácula 3D, donde echamos de menos la potente atmósfera de su director). Se consigue que sintamos la angustia de su protagonista y, como en el mejor giallo, como se establece una sensación de alerta constante. Dario Argento siempre ha sabido dotar de un halo siniestro a lo cotidiano: un pasillo, un callejón, una casa, etc. Nuestra propia mente interpreta como aterrador lo que en otro contexto nos parecería lo más normal, y en este sentido se agradece como se retoma logradamente la atmósfera de terror psicológico. Queda cierta sensación de "esto ya lo hizo antes, pero mejor", y en spoiler explico un ejemplo. Considero relevante señalar esto antes que los asesinatos, que de manera más simplista es con lo que se quedan muchos aficionados al género. En esta ocasión no hay muchos asesinatos, que además son escenas breves aunque, eso sí, con la brutalidad de siempre, y creo que es algo intencionado para centrarse más en la atmósfera tenebrosa. La identidad del psicópata no sólo no da mucho juego si no que hay poca "mística" sobre su figura, quedándose en un psicópata genérico más, quizá por como señalé antes centrarse en la protagonista, aunque una cosa no era incompatible con la otra. Como es habitual, el principio es potente y el filme "pasa rápido" por la fuerza con la que Argento imprime a su ritmo. Muchos dicen que la parte final es un bajón pero yo no la veo tan mal, si bien lo deseable es que hubiera sido más potente. En conclusión, lejos de su mejor época, tenemos con Dark Glasses al menos un filme digno de su realizador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Paco81
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5
16 de julio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un documental Mick Garris comentaba que mientras Hitchcock vestía elegantemente con traje, los directores de terror llevaban vaqueros. Aunque Psicosis (1960) no perdía el glamur del director (su Norman Bates es un hombre elegante y no el pordiosero psicópata de la novela), está claro que fue una de sus películas más sucias y salvajes, y sin duda una fuente fundamental para el terror norteamericano, este de carreteras secundarias, sórdidos moteles, familias disfuncionales, psicópatas, etc., es decir, inspiración para la generación de directores "en vaqueros", con un terror muy norteamericano, de Romero, Carpenter, Craven, Hooper, etc. Más tardiamente pero podemos meter a Mick Garris en esta generación, así que para él debió ser especial hacer una película de Psicosis.

Sin embargo, Mick Garris es un director menor dentro de esta generación, aunque despierte simpatía por su fidelidad al género así como también su fidelidad a la hora de adaptar a Stephen King, algo que agrada a los fans del escritor y por supuesto a este mismo. Yo le tengo simpatía por su amor por el género, llevando a cabo un proyecto tan ambicioso como fue la serie de películas Masters of Horror. No obstante, esto no me impide ver su modestia en la dirección, y esta Psicosis IV: El comienzo (1990), aún con un resultado digamos que agradable, no deja de ser un ejemplo de ello; sin mencionar evidentemente la primera parte, mientras que la segunda y tercera parte contaban con escenas interesantes, aquí no hay grandes momentos, pecando de una mala realización momentos como los asesinatos, con una sensación cutre que no se justifica por su bajo presupuesto. Es que está mal rodado, sencillamente. Tampoco acompaña la menor, y menos interesante, presencia de Anthony Perkins, aunque al menos no deja de contar con el protagonismo de la función.

Lo que más salva la película es su guión, y no es de extrañar: como la película de Hitchcock, está escrita por Joseph Stefano, y por tanto se nota que esta película entiende de donde viene. Digamos que es lo que cabía esperar, lo que al menos le da un cierre digno a la saga pese a que este filme sea un bajón frente a las interesantes segunda y tercera parte (insisto, mejor no entraremos en comparación con la primera), que también entendían muy bien al personaje y especialmente la segunda parte es una película reivindicable aunque entendiblemente opacada por la obra de Hitckcock. Esta cuarta película cierra el círculo en la historia no sólo como final sino también funcionando, en parte, como precuela, y digamos que yo hubiera preferido dejar esa parte a la imaginación porque además tampoco es que esté muy conseguida, pero se sigue con interés, así como la historia transcurriendo durante la retransmisión del programa de radio, pese a que tampoco sea nada destacable. Al menos el respeto de Mick Garris por lo que hace está aquí, y como sus adaptaciones de Stephen King, se esfuerza por ofrecer lo que cabía esperar y cumplir. Sólo dos años después fallecería Anthony Perkins, pudiendo cerrar una saga que como tal quizá era innecesaria y va de más a menos, pero al menos su visionado completo es disfrutable, algo que no pueden decir muchas otras sagas.
Paco81
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4
22 de enero de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una panorámica, fantasmalmente flotante, abre la película con una escena del interior de un caserón grande a oscuras, con las ventanas cerradas y lleno de trastos y objetos, lo que denota que se trata de un espacio deshabitado a saber cuanto tiempo. La música, acertadamente atonal, nos sumerge en la atmósfera desde el principio, sabiendo al instante que esto va de terror. Finalmente, concluye con el plano hacia la escasa luz que llega de una ventana, donde atisbamos que la casa, en la que ya presentiamos una presencia, va a tener nuevos inquilinos. A mi juicio, esta protocolaria escena inicial es lo mejor de la película, y ésa es la pena, que lo que prometía ser una absorbente "ghost story" termina siendo una película considerablemente cutre y modesta hasta el extremo.

No es que no haya otros momentos con ligero interés: la inquietud de las noches, los momentos ambiguos, el misterio de puertas y sonidos... realmente, pequeños atisbos de lo que pudo ser una buena película de fantasmas, y que demuestran el oficio de John Llewellyn Moxey que, no obstante, con un material tan precario no pudo hacer más. Tampoco vamos a quitarle responsabilidad, claro. La dirección de actores es realmente mediocre, aún contando con una actriz de renombre como Barbara Stanwyck, con la que al año siguiente Llewellyn Moxey trabajaría en la también modesta pero sí más lograda A Taste of Evil (en España, La presencia del diablo). La fotografía es de este tipo de fotografía mala en la que en la oscuridad no se ve nada. Quizá peor es recurrir a la noche americana, como era habitual en las pequeñas producciones de los 80, pero tampoco hay nada bueno que señalar de una fotografía apagada, de escasos recursos y sin estilo, propia seguramente de un rodaje rápido. Quizá un rodaje rápido impidió también un guión más extenso, porque la burda rapidez con la que sucede todo creo que sólo puede tener esa explicación. Si en el cine los romances suceden a una excesiva velocidad, lo de esta película es meter el turbo a 1.000. Pero, más allá de estas generalidades, lo que denota un trabajo mal hecho es el poco cuidado a los detalles. Por ejemplo, cuando ves que un actor que va a atacar a otro se está esperando a que otro intervenga.

Con todo esto dicho, el desarrollo del filme uno lo ve sin entusiasmo, fácilmente cayendo en la modorra, aunque sin caer en el aburrimiento total, llegando a mantener un mínimo interés que hace que pueda ser ligeramente entretenida. Esto no quita que la cierta sensación de haber perdido el tiempo queda tras el visionado, pudiendo optar a muchísimas películas de casa encantada antes, pues ésta no aporta nada. En su época, siendo un telefilme que habría gente que encontraría en televisión, pudo tener sentido. Pero ya una década después, con la invasión del VHS, poco aliciente, más que la curiosidad como la mía por una obra de Llewellyn Moxey, quedaba para ver una película con apuntes de interés pero que no consigue salirse de lo cutre.
Paco81
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6
13 de enero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El británico John Llewellyn Moxey fue uno de esos directores artesanos a los que, si se les daba un buen material, sabían llevarlo a cabo con eficacia. Con el grueso de su carrera dedicada a trabajos para televisión, incluyendo episodios de series televisivas, si algunos le recordamos no es por esta parte impersonal de su carrera similar a la de tantos artesanos que cumplen con oficio, sino por sus filmes de terror, que es en lo que realmente destacaba. Un potencial que, a mi juicio, siempre se quedaba a medias, incluyendo su película más recordada y primer filme de terror, The city of the dead (1960), aunque no por ello dejando de ser un filme interesante. Con esta A Taste of Evil (1971), titulada en España como La presencia del diablo, tenemos otro caso de filme moderadamente interesante ya que, como dije antes, si Llewellyn Moxey tenía buen material sabía explotarlo, contando en este caso con una historia de Jimmy Sangster, guionista mítico de la Hammer y del que, por semejanza con este filme, hay que señalar sus guiones para las películas de terror psicológico para la casa del terror.

Llewellyn Moxey hizo su último trabajo para pantalla grande con Circus of Fear (1966), otra de sus películas más recordadas junto a The city of the dead (1960), ciñéndose desde entonces a los trabajos televisivos, lo que incluye esta A Taste of Evil (1971). Por fortuna, eso sí, en los 70 coincidió con la etapa dorada de los telefilmes, antes de que el VHS cambiase el mercado y tomasen su relevo los directo a video. Así pues, lógicamente esta película tiene importantes limitaciones por ser un telefilme, pero está hecha de manera inteligente en que uno no acuse la falta de medios, ya que la historia transcurre con pocos personajes mayormente en un único lugar, que es, eso sí, una lujosa mansión. Por ser un trabajo televisivo tampoco podemos esperar algo muy oscuro, por eso está película tiene, hasta cierto punto, un aire de "terror amable" que hace que uno pueda verla mientras merienda pastitas con la abuela, por referenciar una estampa muy británica, y es que aunque ésta fue una de las primeras películas estadounidenses de Llewellyn Moxey, no deja de ser muy "british", con una familia burguesa americana pero con porte casi de aristocracia británica.

Hablando de la tercera edad, hay que señalar la presencia de una sexagenaria Barbara Stanwyck, a la que podemos considerar el lujo de la película, y es que ya sabemos que las grandes estrellas con los años terminan haciendo filmes más modestos, algo que aprovecha esta película, que es plenamente consciente del lujo de contar con una vieja gloria de este calibre, por lo que su personaje está bien elaborado y su presencia es la base de la película, junto a la relación con su hija en el filme, que es mediante lo que se desarrolla la historia. El hecho de que esté bien contada hace que funcione pese a que quien haya visto cierta película francesa se huela ya de qué va la cosa, y es que éste es su problema, esa sensación de no aportar mucho a ese modelo, pero a pesar de ello consigue mantener el interés en todo momento. Así pues, tiene el aire de modestia habitual de los telefilmes, pero tampoco puede negarse que cumple con sus pretensiones y uno piensa en el potencial que podía haber tenido Llewellyn Moxey si su cine hubiera tenido (o podido tener) más aspiraciones, y es que esta película no deja de ser una pieza de terror psicológico recomendable para los amantes del estilo.
Paco81
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5
9 de enero de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Slasher de culto, lo cuál no termino de entender, y es que para muchos es una notable película de terror, dándole notas de 7 y 8, lo que, debo decir, me parece fantástico, porque si algo me gusta es ver la pasión con la que la gente disfruta del género, así que el que bastante gente de quienes disfrutan del terror ochentero le tengan cariño a esta película es algo que me parece genial. Pero yo no puedo decir esto de un filme que me ha parecido realmente burdo.

Me resulta difícil, a estas alturas, tomarme en serio una película con la clásica imagen caricaturesca de un psiquiátrico. Esta parte, la inicial de la película, es la peor por ello, y es que afortunadamente, eso sí, luego se deja de tonterías y arranca. El problema es que todo está hecho a brocha muy gorda, es decir, cada personaje representa una única cosa, siendo muy unidimensionales, y esto se debe, también, a la falta de elaboración de los diálogos, algo que por desgracia era muy habitual en mucho cine de los 80. Y no es que yo me ponga muy exquisito si la película no pretende destacar en este apartado, pero al menos un mínimo, que no sean diálogos que parecen de niños pequeños conversando.

Sin embargo, esto no es todo, y es que aunque la dirección de Jack Sholder consiga al final hacer suficientemente disfrutable el filme, también tiene unas cuantas torpezas, y es que su ritmo es tosco, como si las distintas escenas no estuvieran bien enlazadas entre sí, sin conseguir un buen "crescendo" de la tensión como hace el buen cine de terror, resultando un tanto anti-climática. No obstante, como dije Sholder también está acertado, y creo que el gran acierto de esta película es sobre todo cuando se convierte en una película de terror psicológico. Esto es importante porque marca el rumbo que, mucho más adelante, seguiría el Home Invasion. Es decir, se juega con lo que no se ve. Se sabe que la casa va a ser invadida, encontrándonos con una especie de asedio, y de primeras se nos oculta la amenaza. El grupo de dementes que antes conocimos pasa a estar en las sombras. Anteriormente ya teníamos algunas películas que hoy llamariamos Home Invasion, pero Solos en la oscuridad (1982), con su mezcla de terror psicológico, slasher y resistencia ante una amenaza externa, marcaría el estilo que años después se pondría de moda en el Home Invasion. Así que sólo por esto ya se le puede tener aprecio a esta película, aunque a mí me resulte más un lo que pudo haber sido.

Por lo demás, destacar a su reparto, claro, con Donald Pleasence, Jack Palance y Martin Landau, que teniendo en cuenta los diálogos tan pueriles y los personajes tan desdibujados que les han otorgado, saben sacarle todo el interés posible siendo uno de los atractivos del filme. También hay algo de "ambiente ochentoso", que le da el encanto de la época, con un alocado concierto punk. Otro aspecto a señalar es su resultona banda sonora de sintetizadores, y poco más destacable añadiría. Tiene sus virtudes que hacen que me parezca genial que bastante gente la disfrute, y es que cumple como "terror de palomitas" con la que disfrutarla en compañía, pero en mi caso sin entusiasmarme.
Paco81
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