Simpática película de superhéroes. En realidad, es una especie de refrito de Chitty Chitty Bang Bang, Spiderman y un anuncio de iPhones.

De Chitty Chitty Bang Bang coge más que nada el coche volador y la candidez con la que nos cuentan la historia (como si fuera la primera vez que vemos esos topicazos). De Spiderman coge todo lo demás. Y cuando digo todo quiero decir TODO. De hecho, a ratos tenía la sensación de que era una parodia de las aventuras de Spidey.

Supongo que el "target" ideal de esta peli son chavales de menos de 20. Si eres más mayor, te exige un poco de buena voluntad como espectador pero, con todo, resulta entretenida. Al menos para una noche poco exigente.

La segunda entrega de las aventuras de Cleopatra Jones es muy superior a la primera. Aquí no hay concesiones al sentimentalismo ni al toque social de la otra (un poco cargante, por cierto) y se opta directamente por el delirio. Un derroche de imaginación en la puesta en escena, el vestuario, el maquillaje... Basta con ver la primera escena en el campo de amapolas y el atuendo y actitud de Cleopatra para hacerse una idea.

Cleopatra Jones ha llegado para imponer la ley y repartir estopa (y no necesariamente en ese orden) y la película tiene un ritmo muy ágil, mucha acción, frases descacharrantes, secundarios divertidos y una tendencia hacia lo surreal. No es una peli que se preste a sesudos comentarios ni a análisis en profundidad: es una ida de olla monumental y, sí, tiene sus limitaciones, pero es muy entretenida y muy divertida. Vale la pena verla por sí misma y desde luego mejor ver ésta que cualquier otra de su género.

John Sayles me gusta mucho pero esta película ha sido una gran decepción. Es un thriller político de lo más aburrido, que se rodó (oportuna u oportunistamente) cuando Bush se volvía a presentar: la verdad es que Chris Cooper hace muy poco para disimular que el aspirante a Gobernador es el inefable Dubya.

Como crítica está bien: muestra muy claramente cómo se han aliado la política con los intereses de las grandes multinacionales y cómo la legislación sólo beneficia a estos en detrimento del público y cómo tienen a la policía, la prensa y a todos el mundo en general o atemorizado o a sus órdenes.

Supongo que por criticar a la Administración de Bush se subieron tantos actores conocidos al carro. La mayoría lo hace bien (sobre todo Richard Dreyfuss) excepto Daryl Hannah (su escena con el arco y la flecha es poco menos que penosa) y el prota, el hermanito de Anjelica Huston, que solito consigue que la peli sea un poco más insufrible de lo que ya es.

Podría haber estado bien. Es una lástima.

¿Qué ocurre cuando una peli se sustenta al 90% en su actor principal? Pues que o ese actor es muy bueno o la peli se queda coja. En el caso que nos ocupa, Robert Pattinson, hasta las patas de las mesas lograrían una actuación más brillante. El hombre es absoluta y totalmente inexpresivo. Quiero que conste que no le tengo manía: no había visto nada suyo anteriormente e iba dispuesta a ser deslumbrada por su talento interpretativo.

Empezamos mal, entonces. Las frases que va soltando Robert se prestan a cualquier interpretación, pues su hiératica cara de palo no da pistas. ¿Está enfadado, contento, triste, de cachondeo, frustrado...? No lo podemos saber. Y, por desgracia, Cosmópolis es una peli que se apoya mucho en el texto y su interpretación. De hecho, me hubiera gustado poder parar la película y refleionar un poco sobre las frases que se iban soltando los personajes unos a otros (pero en el cine, ¡ay!, no se puede).

Debido a la situación, encerrados en la limusina, hay momentos en que se la nota muy teatral y artificiosa: pequeñas cápsulas en las que aparecen diferentes personajes y situaciones. La peor: la del rapero muerto, que de tan inverosímil daba hasta risa. Las mejores: la del pastelero rumano (con la mala leche de Cronenberg de por medio) y la de la Binoche.

Sin embargo, a pesar de todos los defectos más que evidentes, me ha gustado. Hay gente que se queja de que es aburrida y tediosa. A mí se me ha hecho corta. Cronenberg consigue que poco a poco nos sumerjamos en ese mundo enloquecido y desnortado que poco a poco va desquiciando también al protagonista. Conseguirlo con tantas cosas en su contra tiene mérito.

Un lamentable travesti de la novela de Joan Sales, que se queda solo con el melodrama superficial. No aporta nada al subgénero Guerra Civil excepto los tópicos acostumbrados.