Pese a su desbalance entre aciertos y desaciertos, la recomiendo tanto por sus enormes virtudes como también por su esencia. Hay que mirarla con respeto y situarse en la época; no es culpa de Carpenter que posteriormente se hayan hecho miles de películas con la misma fórmula, sobresaturando el género y dando lugar a parodias e incluso a parodias de las parodias. Si bien Halloween no fue la primera de su clase, supo al menos ser innovadora. Y hay que destacarle también que tiene buenos sustos.
Por otro lado, debo aclarar que, si bien me gusta el suspenso y que se opte por «sugerir» en vez de mostrar, me dio la sensación que se les fue un poco la mano y algunas escenas se hicieron interminables sin suficiente justificación.

Si tenés ganas de fumarte un manifiesto ultrafeminista cliché convertido en película, adelante, la vas a pasar genial. Tiene todos los condimentos: victimismo, misandría, "perspectiva" de género, aborto, varones blancos malotes y machistas, "marea verde", en fin, todo lo que el zurdaje más devaluado -intelectualmente hablando- ansía ver. Todo envuelto en una atmósfera apagada, triste, melodramática hasta el hartazgo, dando a entender que no hay nada más difícil que ser una mujer de clase media o une pibix no-binarie.
Como si fuera poco, la infaltable sermoneada implícita de "a los varones hay que anularles su derecho a la presunción de inocencia", tal como afirmó Liliana Hendel y salió a apoyar abiertamente la TV del Estado Argentino. Insufrible.
Subvenciones, ONGs que reciben financiamiento de grupos de poder internacional para hacer lobby (mientras descaradamente repiten que hay que combatir el sistema capitalista), los grandes intereses económicos detrás del aborto estatal que lo convirtieron en urgencia de la noche a la mañana en toda Latinoamérica... Curiosamente eso no lo cuestionan los adoradores de la «deconstrucción» y del «vinimos a cuestionarlo todo».