Tras firmar las dos entregas de "La Momia", con Brendan Fraser como protagonista, Stephen Sommers trata de congeniar de nuevo en "Van Helsing" la comedia simplista con el género de terror procedente de los clásicos de la Hammer. El resultado es una producción de carácter grandilocuente y de excesivo metraje que cuenta con un prometedor prólogo pero que decrece de manera tan ostentosa como los decorados del filme a medida que avanza la trama. Sommers compensa la falta de una historia creíble con una sucesión de escenas de acción y aventura más cercanas al videojuego o a un Harry Potter de segunda y que no enganchan al espectador lo más mínimo. Tampoco ayuda a la credibilidad del relato la sobreactuación de los protagonistas principales, con un Hugh Jackman colérico y una Kate Beckinsale verdaderamente sosa como heroína de acción, así como un histérico remedo de Drácula que en vez de poner de punta los pelos, enerva hasta el desquicie. Aunque en ocasiones logra escenas de acción bastante entretenidas, en general, la sucesión de aventuras y obstáculos aburre hasta el previsible y decepcionante final.