La película está compuesta de fragmentos, unos mejores que otros, pero todos muy buenos. Con que solo existiera el último desde la fundición de la campana hasta el final, ya la película estaría en un top difícil de superar. Por cierto el protagonista de la campana es el niño de La infancia de Iván, con unos cuantos años más. Magnífico, como en aquella otra película.
Es de las pocas películas de época, aquí el primer tercio del siglo XV. (no medieval como se dice a veces) en que la gente no parece disfrazada, sino que son así.
Si a todo esto se une la belleza de la fotografía, la sabiduría en combinar los diferentes planos, se entenderá por qué
Tarkovsky está considerado como una de las cimas de la historia del cine.
Y es curioso que en pleno comunismo y su materialismo a la fuerza, Tarkovsky se atreviera a realizar una película en la que se ve su fe cristiana