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España España · Madrid
Voto de Áralan:
5
Drama La mundialmente famosa Lydia Tár está a solo unos días de afrontar el mayor reto de su carrera profesional: grabar la sinfonía que la llevará a las alturas de su ya formidable carrera. Pero su vida personal y sus decisiones van a ir interfiriendo en su carrera musical con consecuencias imprevisibles. (FILMAFFINITY)
15 de noviembre de 2022
19 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
La música clásica está idealizada en muchas mentes, salones, clubes y escenarios. Si algunos descubrieran que Vivaldi, por ejemplo, compuso parte de Las cuatro estaciones pensando en a qué sonaría un granjero borracho y los resbalones y culetazos que se daba, que diría Jaime Altozano, o a describir una escena de caza o una siesta, quizá muchas ínfulas con este género se irían por la borda.

Algo de eso pasa aquí, aunque precisamente lo más interesante de la película es la parte que puede ser considerada más melómana. El comienzo con el diálogo sobre la dirección de orquesta, así como el debate que se produce sobre si no se quiere tocar nada de un artista por sus escándalos, como en el caso de Bach, ponen sobre la palestra una temática actual que es la mar de interesante, así como los escasos ensayos a los que asistimos y las reflexiones sobre ellos. El guion aquí llega a sus máximos, así como la puesta en escena y la dirección.

Desgraciadamente, la película deriva, a partir de la primera media hora, hacia los coqueteos, los celos, las tragedias, los favoritismos y el escándalo esbozado en una de las conversaciones anteriores. Y aunque Cate Blanchet lo hace fenomenal, su sola actuación no es capaz de levantar la pesadez de la narrativa a lo largo de unos extendidísimos, exagerados e innecesarios 150 minutos de metraje cargados de clichés, simbolismos y situaciones secundarias que, ciertamente, no aportan mucho a la historia. Más bien, restan.

Cerca de la conclusión, Lydia escucha las palabras de un Bernstein joven que asegura que lejos del pentagrama, los tonos, las notas, la instrumentalización y demás, al final lo importante es que la música debe movernos, que algunos sentimientos como la alegría, el placer o la serenidad se pueden expresar con palabras, pero hay otros a donde las palabras no llegan... y es ahí donde la música entra.

Esta película, en mi caso, no ha llegado donde quizá querría haber llegado.

Tár se deja ver, pero tampoco pasa nada por no verla salvo que te pierdes una de las mejores interpretaciones de Cate Blanchet.

Si eso lo consideráis suficiente, a por ella.
Áralan
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