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TÁR

Drama La mundialmente famosa Lydia Tár está a solo unos días de afrontar el mayor reto de su carrera profesional: grabar la sinfonía que la llevará a las alturas de su ya formidable carrera. Pero su vida personal y sus decisiones van a ir interfiriendo en su carrera musical con consecuencias imprevisibles. (FILMAFFINITY)
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Críticas 98
Críticas ordenadas por utilidad
17 de noviembre de 2022
185 de 235 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todd Field irrumpió en la escena hollywoodiense en 2001 con En la habitación, cimentó su talento en 2006 con Juegos secretos y… desapareció. Desapareció durante dieciséis largos años. Mientras sus dos únicos trabajos acumulaban prestigio con el paso del tiempo y envejecían con gracia y dignidad, Field fue encadenando proyectos malditos que nunca vieron la luz del día. Su aversión por las entrevistas no hizo más que aumentar su reputación de cineasta brillante y elusivo y de acrecentar el interés y la curiosidad. Dieciséis años. Y por fin, tras tanta anticipación, Field coge la batuta y nos regala una nueva sinfonía.

“El tiempo es la pieza esencial (…) A diferencia de un reloj, a veces mi mano se detiene, lo que significa que el tiempo se detiene”.

Tár es un mecanismo de relojería. Field es director y artífice, y su manejo del tempo y la dinámica es impecable. Con sus planos largos, paneos suaves, escenarios amplios y espaciosos y gélida arquitectura (imponente reflejo del mundo interior de su protagonista), se mantiene en un adagio estable hasta que, a media hora del final, acelera deliberadamente la partitura. Field, con sus innegables excesos, tal vez sea tan megalómano como su protagonista (algo inevitable en una mujer que se percibe a sí misma como ama y señora del tiempo), pero es, ante todo, un áspero observador de la conducta humana. Todos sus trabajos fijan la mirilla y diseccionan, exponiendo conflictos subyacentes y forzando a la audiencia a lidiar con sus propios prejuicios. Su enfoque es confrontativo, pero nunca sermoneador.

“(Bach) no pretende estar seguro de nada, y sabe que es siempre la pregunta la que involucra al que escucha, no la respuesta”.

Para Field, el arte es una conversación entre obra y espectador, no un monólogo. Una obra narrativa que responde a sus propias preguntas es, tal vez, más didáctica que artística. Field, como Lydia, es artista, no predicador. Plantea cuestiones, compromete a su audiencia. Definir Tár como “una película sobre la cultura de la cancelación” es tan cierto como reduccionista, ya que el guion de Field tiene muchas más aristas. La culpa, el control, la ambición, el poder, el abuso, la reconfiguración social en la era de las redes sociales y la corrupción del debate y el discurso son algunos de los temas que se abordan, todos ellos, cómo no, atrapados en el campo gravitatorio que es el fascinante personaje de Lydia Tár.

“El narcisismo por las pequeñas diferencias conduce al conformismo más aburrido”.

La clase magistral de Lydia en Juilliard (un extraordinario plano secuencia de diez minutos que aprovecha cada centímetro del espacio fílmico) utiliza la política de identidad de un estudiante para plantar la semilla de un debate que no es nuevo, pero que se ha vuelto especialmente relevante en el clima actual. La pregunta de Lydia es: “¿Quién es nadie para juzgar a la persona en lugar de al artista?”. La de Field, por el contrario, es: “¿Cuánto debemos permitirle a la persona hasta que, efectivamente, se vuelva inviable priorizar al artista?”. Que considere el castigo necesario no le impide lamentar la pérdida del genio artístico.

“Después de dirigir (La consagración de la primavera) me di cuenta de que todos somos capaces de asesinar”.

Al elegir a una mujer lesbiana como protagonista, Field "desgeneriza" el problema y lo ataca de raíz, dejando al descubierto un planteamiento que puede sonar obvio, pero también es arriesgado. ¿Y si el abuso no es cuestión de género, sino de poder? ¿Y si el poder es inherentemente corrosivo? Y es que Lydia Tár no es, ni por asomo, un ejemplo de virtud ni un icono feminista, y desde luego ella no querría considerarse uno. Meritócrata hasta la médula, su egocentrismo y la poca validez que otorga a las experiencias y los sentimientos de las demás mujeres quedan patentes desde la primera escena. ¿Es Lydia machista? ¿Es una villana? Field deja las respuestas, una vez más, a discreción del espectador, pero se le escapa una salida de tono que me cuesta pasar por alto*. En una de sus conversaciones con Olga, la creación de Field se tambalea. Por un momento salgo de la película, la magia desaparece y las costuras se vuelven demasiado aparentes en un personaje que, por lo demás, parece afinado por un concertista de primer nivel. Por muy bien ejecutado que esté el conjunto, esa nota desatinada permanece en mi memoria.

"(El arco libre) no es lo más atractivo para el público, pero si mantienes concentrados a los intérpretes, el sonido es feroz".

Field sabe que el personaje de Lydia (que ocupa la pantalla durante la inmensa mayoría del abultado metraje) es problemático y muy complicado, por eso lo escribió con un nombre concreto en mente: Cate Blanchett. Con su interpretación, Blanchett consolida de manera definitiva un puesto de honor en el olimpo de reinas del celuloide. Cuesta imaginar a otra actriz capaz de regalarnos una interpretación de Lydia tan intrépida, tan férrea y tan deslumbrante. Viéndola en acción, con su rígida belleza, su esbelta pero imponente presencia y su desbordante seguridad, se hace fácil entender por qué todo el que la conoce se amedrenta y agacha la cabeza en señal de sumisión. Domina cada plano, controla cada gesto y calibra cada emoción. Es un auténtico recital.

"Todo cambia con la Quinta. La Quinta es un misterio".

Todd Field nos ha bombardeado con su proyecto más ambicioso, uno que, cimentado sobre la ambivalencia que despierta su figura protagónica, trabaja a múltiples niveles y culmina en un clímax disonante para luego derivar a una coda resolutiva, perfecta en su inevitabilidad y deliciosamente irónica. ¿Es Tár una película perfecta? Probablemente no. Tal vez no satisfaga plenamente todas sus pretensiones. Y aun así, sus triunfos son tan espectaculares que, en mi humilde opinión, pesan muchísimo más que sus desaciertos. Dos días después del visionado, no puedo dejar de pensar en ella. Bienvenido de nuevo, Todd. Por favor, no vuelvas a irte nunca.

Calificación: Imprescindible
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Dabi
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28 de enero de 2023
81 de 110 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trabajo cinematográfico hecho para, por, tras, sobre, mediante y todas las preposiciones que puedan caber en relación a Cate Blanchett. TÁR es Blanchett y Blanchett es TÁR. Es más, sin Blanchett este film ni existiría. Así que me veo en la difícil tesitura de intentar separar su interpretación del resto de componentes de la producción. Si por esta actuación fuese no podría calificar la obra con otro adjetivo que maestra. Pero hay más que eso, y lo demás influye en el poso final de sensaciones que quedan tras la proyección.

La implicación de la actriz en el papel es tan esencial que para prepararse llega a dar clases de piano, aprende a hablar alemán e incluso a dirigir una orquesta de modo que en las escenas que se la ve haciéndolo no hay truco sino que son imágenes y sonido de la Filarmónica de Dresde dirigida por ella. No en vano, Todd Field escribió la obra pensando en ella para interpretarla, e incluso no quería rodarla si no era con ella. Las circunstancias hicieron que el autor recibiese la llamada de la agente de la actriz para decirle que no podría ser porque no iba a estar disponible al menos en tres años, y como en ese momento él iba conduciendo, la noticia le causó tal impresión que tuvo un accidente con el coche. No hay mal que por bien no venga, y ella se apenó tanto por el accidente que le pidió que en cuanto se repusiese se pasara a verla con el guión para leerlo.

Fotografía, música y dirección artística son otros alicientes, e incluso el resto del reparto solventan satisfactoriamente sus papeles. Pero hasta ahí llega lo positivo... Porque lo esencial que queda y hubo quien afirmó que de hecho constituía las tres cosas más importantes de una película: primero el guión, segundo el guión y tercero... ¿adivinan?, sí..., el guión, pues tiene algunos agujeros. Y es que la historia y su ritmo narrativo se desarrollan con cierto agotamiento de ideas, prolongación algunas veces innecesaria de diálogos y alguna redundancia en escenas y detalles para llenar metraje tan largo. Dicho más llanamente, si no fuese por el modo en que la protagonista recrea a su personaje, cómo ella llena cada minuto en pantalla, el resultado tendría varias papeletas para no resultar tan interesante.

En definitiva, es un argumento demasiado revisitado sobre la competitividad profesional y cómo la misma al alcanzar cierto poder puede convertir a alguien en arrogante y soberbio hasta el punto de destruirse a sí mismo en un mundo donde no son pocos los que andan esperando la oportunidad de pisar al que se descuida. Tal vez con 90 minutos de metraje hubiese sido más que suficiente, pero cada minuto que pasa de ahí para mí resta al resultado del conjunto. Así que, salvando ciertas distancias argumentales y cambiando el mundo de la música por el de la prensa, Tár está lejos de ser el ciudadano Kane, aunque en cuanto a nivel interpretativo Cate Blanchett no tendría por qué envidiar a Orson Welles.
Pedro
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5 de febrero de 2023
67 de 94 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica película sobre el poder y el genio en las organizaciones humanas en la que inteligentemente se saca de la ecuación el asunto del machismo para no caer en el ruido de la moda e ir al corazón del asunto. Mi discusión se presentaba como una atosigadora concatenación de preguntas que deberían ir todas para espoilers, pero como me excedo de caracteres, intentaré redistribuir como buenamente pueda.

La peli nos presenta a Lydia Tar, una exitosa directora de la orquesta de Berlín y como tal, un referente mundial encumbrado por el consenso de la élite cultural y el soporte financiero de algunas instituciones. El espectador al principio del film la admira por sus palabras en una entrevista de altísimo nivel, cuando está en la cumbre. Nos hace sentir inteligentes y se viste de términos judaicos como kavana que la emparentan con su padre profesional Bernstein y, oyéndola, nos acerca a algo superior y trascendental. Las escenas de la preparación de una grabación de la 5ª sinfonía de Mahler produce emoción y goce estético al público que, como yo, no sabe de música y, supongo, también al que sabe. Tàr, en lo más alto, nos produce admiración, pero van sucediendo acontecimientos, junto a revelaciones del pasado, que nos la presentan bajo una perspectiva distinta a la de su imagen pública. Hay algo de Tàr que nos incomoda pero, precisamente, póngase cómodos y pasen a la sección espoilers donde todo será revelado.

Una vez retornados del corazón de las tinieblas de los espoilers, acerquémonos a la pregunta definitiva que suscita la película: ¿Es Tàr una persona de la misma categoría que el coronel Kurtz (y tiene por ello que ser condenada al mismo rincón del mundo que él (infestado por cierto por los cocodrilos que llevó el mismísimo Brandon-Kurtz)?¿Merece Tàr acabar como ha acabado? Yo no tengo respuesta para ello, pero sí creo que el liderazgo carismático de cualquier organización humana está contaminado por el mismo tipo de contradicciones. Si alguien tiene la feliz idea de promulgar la abolición de los liderazgos carismáticos en favor de una mansa igualdad, que empiece por uno mismo no participando en ninguna institución humana ni como líder ni como liderado.

Pues si el ciudadano corriente, en su condición de más probable liderado que líder (por una simple cuestión estadística), no reconoce que la existencia de un líder se basa en los mismos principios que otras instituciones humanas como la nación o el dinero, es decir, la ficción colectiva consensuada, está eludiendo su propia cuota de responsabilidad en la construcción de ídolos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
dani_el_blando
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6 de febrero de 2023
44 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso que lo único positivo que se lea por ahí es sobre la protagonista: "¡Blanchett fenomenal! De Oscar." "No existe Tár sin Cate"... y nada de lo demás.

No merece las 2 horas y media que dura ni de coña. Al final se pone interesante pero el desarrollo es un remolino de eventos sin sentido. Sin Blanchett, esta película pasaría sin pena ni gloria. Y además, vale. Hace un buen papel. Pero hasta ahí. Tampoco la pongamos por las nubes, que cuando pasen los Oscar se acordará de Tár quien yo te diga.

Por cierto, de las varias veces que usé el móvil por exclusión total de la peli, leí que costó 30-35Mill de dólares de producción, y lleva recaudados 10 Millones mundialmente (6,3 en EEUU y 3,7 fuera). Batacazo importante.
Addri Trainer
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3 de febrero de 2023
41 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una escena magistral de TÁR, grabada en un único plano-secuencia, Lydia Tár deconstruye con un alumno la actual percepción que se tiene del arte y el artista, desde la perspectiva de la cultura de la cancelación. Esa escena es una de las mejores que he visto en una película en los últimos años, y la prueba definitiva de por qué TÁR es una obra maestra.
Todd Field aborda la caída de los artistas por el abuso de poder que ejercen, que ya no queda impune. Lo hace bailando entre las dos caras del conflicto moral, sin tomar partido y dejando pistas sutiles para que la audiencia los interprete. Es la mejor manera de hacerlo, ya que aunque el mensaje final que manda Field está bastante claro, las distintas interpretaciones que hace la gente son prueba de como se puede manipular la realidad de acuerdo con las ideas de uno.
La construcción del personaje de Lydia Tár es tan brillante que parece una persona real de la que estamos viendo un biopic (se pueden dibujar paralelismos entre Lydia y artistas reales). Y por supuesto, Cate Blanchett es Tár y Tár es Cate Blanchett, en una de las mejores actuaciones del 2022.
A Lydia la azotan los fantasmas del pasado, y su mente y actitud en general es la de un artista, un genio. Encapsula la idea de lo que se supone que gente como ella debe ser, y en este caso implicando un lado oscuro. Es interesante como el arquetipo de Lydia se suele asociar a lo masculino; pero Field hace a Lydia una mujer lesbiana, para jugar todavía más con la mente de la audiencia.
El abuso de poder, la cultura de la cancelación, los artistas y el arte, la idea que tenemos de ellos. Todd Field ha hecho una radiografía excelente del mundo artístico actual, con una historia impactante y una magnífica Cate Blanchett en el centro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Slythwalker
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