"Tar" promete más de lo que ofrece: un exquisito y largo envoltorio completamente anodino y vacío, aunque, eso sí, con una magnífica interpretación coral donde sobresale la de Cate Blanchet, que no en vano es una de las productoras del film, hecho para su mayor gloria y oscarización posible. La película, excesivamente larga para un desenlace tan rápido, plantea, sin embargo, alguna pregunta incómoda que nadie quiere abordar, ni contestar: ¿por qué los artistas brillantes, además de vivir por y para su arte, y por lo tanto por y para deleite del público tienen que ser también ciudadanos ejemplares y referentes morales o éticos? Por supuesto también se denuncia la inmediatez de las redes sociales para hundir a los personajes públicos con y sin manipulaciones de la realidad, pero es más fácil fijarse en las redes sociales que en la conducta de una sociedad cada vez más mema, peor educada y que ha perdido el concepto de libertad.