Ahora mismo la nota de Joker está obviamente inflada y con suerte bajará, es una cuestión de tiempo.
8.6 es una nota digna de qué se yo, de El Padrino, La Naranja Mecánica o si me apuras, hasta de Breaking Bad.

Y es que, el Joker no está mal, pero un 8.6 es una nota que en Filmaffinity dice más sobre la horda de fanboys que se han lanzado en masa a votar la nueva creación de DC que sobre la calidad cinematográfica de la película. La película está bien; pese a lo largo del metraje, no me aburrí en ningún momento (aunque si admito que es un pelín lenta y se echa en falta un poco más de dinamismo), la fotografía es excelente y sí, Joaquin Phoenix demuestra una vez más que es capaz de interpretar a quien quiera y como quiera, haciendo suyo el personaje del Joker y actuando como un más que digno sucesor de Heath Ledger (que para mí sigue siendo el mejor Joker).

Pero, y aquí va el pero más importante de la película: el Joker de esta película no es más que un personaje muy enfermo, que inspira más pena que miedo y que en ningún momento muestra ningún atisbo de una inteligencia excepcional. Con esto no quiero decir que el Joker tenga que ser un genio a lo Ozymandias en Watchmen o el Dr Moriarty en Sherlock Holmes, pero de villano de cierta talla (y el Joker lo es), uno espera al menos un cierto talento natural para manipular a la gente, diseñar estratagemas que pondrán al héroe en apuros o crear planes de cierta complejidad, habilidades de las cuales este Joker no hace gala en ningún momento.