Bananas

Hilarante comedia, alejada todavía en tono a películas posteriores de su director, más amargas y complejas, aunque ciertamente menos ácidas que “Bananas”, una satírica cinta que prácticamente no deja títere con cabeza, riéndose a gusto de ciertos acontecimientos y situaciones que todavía hoy en día siguen de rabiosa actualidad e incluso, siendo tabúes en algunos sectores de la sociedad.
Ya con su primera escena, queda meridianamente claro el tono de la película, masacrando a los nuevos “mass media”, a los gobiernos títeres entronizados por economías invasoras, a los líderes populistas, y a los regímenes militares que los alientan; así como no, a las adocenadas masas que asisten con pasividad a los tejemanejes de unos gobernantes que sólo gobiernan en su propio provecho.
Después, avanzado el film, nuevamente se descojona en la cara de toda una sociedad como la americana ( tan patética como las presuntamente “Bananeras”, pero a su manera), para merendarse a gusto a todo un movimiento supuestamente libertario y que se demuestra más corrupto incluso que los propios gobiernos a los que intenta derrocar; derribando sin pudor símbolos y mitos, arrumbados por la mercadotecnia a un mundo de plástico y cartón piedra.
Algunos críticos lamentan el cambio de registro producido por su director con el paso de los años, y si bien es cierto que sus mejores comedias datan de los primeros años, yo particularmente me quedo con todas y cada una de sus etapas: con esas primeras en las que de una forma desternillante satirizaba todo lo que le venía en gana, con las posteriores en las que no alejándose de un ligero toque de comedia indagaba sobre la complejidad de las relaciones humanas, hasta una tercera, en la que ya sin disimulo ni subterfugios mostraba las aristas más oscuras de la sórdida naturaleza del alma humana.

EEUU se encontraba a mitad de camino entre la caza de brujas y la victoria sobre el enemigo comunista cuando Woody Allen llevó al cine algunas de las películas donde ofrece su mirada escéptica sobre la resistencia frente al fascismo. Tanto en 'El Dormilón' como en 'Bananas' el protagonista acaba luchando contra el opresor, pero deja claro que la victoria de la guerrilla equivale a una nueva dictadura. Sin duda, una visión muy madura de la política para esta 'bestia negra' de la derecha religiosa norteamericana.

En 'Bananas' podemos seguir los pasos del Woody Allen de los 70, el de 'Toma el dinero y corre', 'El dormilón', o 'Love and Death', pero es aquí donde la influencia de los hermanos Marx es más explícita. Muy recomendable para fanáticos del judío neoyorkino.

Otro dardo certero de Woody Allen que en esta ocasión aprovecha para poner en solfa las repúblicas bananeras en la sudamérica de los setenta en especial la de Fidel Castro. El dictador cubano sale ridiculizado por un personaje sospechosamente parecido a él. Un guerrillero revolucionario que toma el poder violentamente en el ficticio país de San Marcos y acaba convirtiéndose en un dictador emborrachado de poder. Allen interpreta al novio de una activista volcada con la causa revolucionaria de San Marcos. Él para impresionarla acude allí para comprobar de primera mano lo que está pasando y pronto se unirá involuntariamente a la lucha.

Allen ridiculiza y se mofa de los dictadores populistas que a menudo acaban convirtiéndose en personajes más peligrosos que aquellos contra los que luchaban. El guión está plagado de chistes y gags muy divertidos como aquel en el que al bueno de Woody los rebeldes le encargan que consiga provisiones y él acude a una taberna de un pueblecito y pide que le preparen mil bocadillos y demás pertrechos en esas cantidades. O el discurso que da el líder revolucionario nada más llegar al poder cuando dicta unas leyes absurdas y disparatadas entre las cuales está la obligación de todos los ciudadanos de cambiarse de ropa interior cada hora y media y llevarla por fuera para que se pueda comprobar. La adopción del sueco como idioma oficial del país y que a partir de ese momento los niños menores de dieciséis años tengan dieciséis años.

Entre las curiosidades del film está el debut de Sylvester Stallone y la presencia de la actriz española Naty Abascal como sexy guerrillera latinoamericana.

Bananas de Woody Allen, es una de las primeras comedias del genio neoyorkino. Esta dirigida con un ritmo trepidante y resolutivo, además, contiene el humor más típico de los comienzos de Allen basado en lo sencillo y lúcido de sus múltiples gags, es una obra cumplidora y divertida que gusta ver y ameniza el rato. Ya que está realizada de modo clarividente y cómico, y obtiene un resultado arrollador por sus interminables escenas llenas de gracia.
La fotografía, es luminosa y está llena de detalles evocadores, con imágenes eficientes e idóneas que son naturistas y competentes con gran colorido. La música, es alusiva a los distintos lugares donde transcurre la acción, con sonidos simpáticos y rítmicos en una variada y sugerente labor musical que complementa un buen acompañamiento de la acción. Y los planos y movimientos de cámara, son cortos y rápidos, dando dinamismo con la cámara en mano y planos subjetivos, primerísimos, primera persona, voyeur y reconocimiento en una notable labor técnica.
Las actuaciones, son jocosas y están llenas de chispa e ingenio. Con interpretaciones de Woody Allen, Louise Lasser, Carlos Montalbán, Natividad Abascal, Miguel Ángel Suárez e incluso un pequeño papel para un desconocido por aquel entonces Sylvester Stallone. Para los cuales, emplea unos vestuarios y caracterizaciones sugestivas y estéticamente apropiadas del lugar en una bien elaborada dirección artística, trabajada para acrecentar el humor del film.
El guion, escrito por el mismo director junto con Mickey Rose, está lleno de gags hilarantes y curiosos, cuya diversión está basada en lo incoherente y disparatado que es llevado a cabo de modo jocoso y original. Y aunque se nota la mano más inexperta y novel del director, deja ya patente detalles de su futura genialidad cinematográfica. Empleando unos diálogos espontáneos y ocurrentes, que son ingeniosos y graciosos, en especial por la interminable y perspicaz verborrea de Allen.
En definitiva, la considero una cinta divertida y amena del director, y una digna comedia llena de gags y comentarios hilarantes que entretienen y cumplen con su propósito aunque sin brillo, notándose la escasa experiencia del por aquel entonces novel director, centrado más en un humor básico y sencillo de comprender. Recomendable por sus originales planos y movimientos de cámara, sonidos y diálogos que hacen de Bananas, un film agradable y atractivo para los buscadores de cintas llenas de gags trabajados y jocosos.

Tenía ganas de retomar el cine de Woody Allen con dos pelis de tantas pendientes que tengo del director así que tiré por Bananas, no solo porque la historia me atraía sino porque también sentía curiosidad por ver el primer papel de Stallone aunque no tenga líneas de diálogo.
La banda sonora como siempre encaja con el tono desenfadado de las cintas de Woody aunque esta vez sin destacar. Esta vez Woody hace un papel a su medida dejando escenas para recordar al igual que en Toma el dinero y corre realiza un papel igual de divertido sin dar vergüenza ajena como me provocó en Scoop. Quizás Allen funciona mejor como protagonista que como secundario ya que al caer el peso de la trama sobre él se hace más llevadero y divertido su personaje. Aunque si hay algo que no me gusta de las dos cintas citadas de Woody Allen, sus dos primeras películas, y es que hay muchos gags, tantos que parecen sketches de un programa de televisión de humor y con esos cortes, el ritmo y seguimiento de la trama lo noto estancado aunque se agradece que el humor funcione. No es de lo mejor de Allen pero se disfruta mucho y tiene gags sorprendentes. Buena.