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La muchacha que sabía demasiado

Thriller. Intriga. Terror La joven americana Nora Davis (Leticia Roman) va a visitar a su tía enferma en Roma. La misma noche de su llegada la anciana muere y, al no funcionar el teléfono, decide ir a buscar ayuda a la calle, donde un hombre la atraca y la hace perder el conocimiento. Nora recobra el conocimiento durante varios segundos, suficientes para ver cómo una mujer es asesinada a pocos metros. Al día siguiente nadie creerá a Nora, aunque ella, ayudada ... [+]
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
25 de agosto de 2007
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
He leido en alguna parte que La muchacha que sabía demasiado podría ser/o es considerada como la película que inauguró el llamado giallo italiano, que explicado de forma sencilla y graciosa sería algo así como un thriller donde por norma general una chica es asediada por un psicópata que se dedica a asesinar a todo bicho viviente de las maneras más rocambolescas posibles. Bava seríe el precursor, luego vendrían Argento, Fulci, Soavia, etc, pero eso ya es otra historia. En cuanto al film, lo cierto es que en ningún momento llega a mostrar escenas demasiado truculentas como sí lo harían el resto de giallos y el mismo Bava en la posterior Seis mujeres para el asesino (algo que podría ser debido a que la versión que yo he visto del film estuviese censurada), se podría considerar más bien como un inteligente juego del gato y el ratón con una excelente puesta en escena de Bava y como suele ser habitual en este tipo de films buscando el shock en el desenlace cuando se descubre la identidad del asesino. El reparto no desentona, todos están bastante bien, aunque como suele ser natural Valentina Cortese deslumbra con su interpretación. Atención a la magistral secuencia que abre argumentalmente la película en la que la protagonista, inconsciente tras haber sufrido un atraco, despierta para ver como se comete un asesinato en su narices, todo una lección de puesta en escena del maestro Bava.
Almasy
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9 de julio de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un consenso casi unánime dentro de la historiografía por encumbrar el filme de Mario Bava, La Ragazza che sapeva troppo (La chica que sabía demasiado, 1962) como el iniciador del subgénero conocido como Giallo. Esta palabra, que literalmente significa amarillo en italiano, y que hace referencia al color del papel en el que se editaban muchas de estas novelas policiacas tiene su propia aparición en la película, en dos momentos claves del filme. Uno de ellos en la secuencia inicial, que tiene lugar en el avión donde viaja nuestra protagonista, interpretada por Leticia Román, donde la voz en off nos indica que el libro que lee la joven (titulado sintomáticamente como The Knife) se trata de un giallo, uno de aquellos libros que cuentan historias truculentas de asesinatos e investigaciones criminales. La segunda vez que oímos la palabra es después de los diez minutos iniciales (que son auténtico tour de force), cuando nuestra protagonista es ingresada en el hospital, asegurando haber visto un asesinato y uno de los médicos le aconseja que no vuelva a leer novelas como los giallo, porque el resultado puede ser el de crear alucinaciones.

Ahora bien, la película que inicia el subgénero tiene bastantes diferencias con las películas que se harían en Italia posteriormente, como pudiera ser uno de los filmes que cimentan el Giallo, L’Ucello dalle piume di cristalio (El pájaro de las plumas de cristal, 1969), dirigida por Dario Argento, aprendiz directo de Mario Bava. Básicamente por dos cuestiones.
En primer lugar, la violencia de La Chica que sabía demasiado no es igual de truculenta que otras películas posteriores, incluidas del propio director como pudiera ser sei donne per l’Assesino (Seis mujeres para el asesino, 1964; donde Bava se pasa gran parte del metraje mostrando los asesinatos más escabrosos posibles). En nuestra película, la mayoría de los asesinatos ocurren fuera de campo (forman parte de una ola de crímenes que tuvo lugar en los mismos lugares pero diez años antes de nuestra historia) y los que suceden no llaman especial atención por su virulencia. Algo, que incluso puede sorprender hablando de un director como Bava.

Pero además, la carga violenta de la película queda tamizada por un humor irónico que desmitifica gran parte de lo que el espectador está contemplando en la película. Humor que puede venir desde la voz en off (que a pesar de que es un recurso que el director utiliza pocas veces, siempre que entra en acción es para utilizar un lenguaje anecdótico y sarcástico) o de algunas secuencias como el propio final de la película, donde vemos a un cura recoger un paquete de tabaco que en realidad contiene marihuana.

La Chica que sabía demasiado empieza con un ya comentado Tour de force que resulta imparable. Nuestra protagonista es una extranjera (recordemos que muchas de las películas italianas de serie B de estos años tenían una repercusión comercial importante fuera de las fronteras, motivo por el cual en muchas ocasiones Mario Bava contó con interpretes extranjeros en sus películas) que pretende realizar un viaje idílico por Italia, aunque rápidamente empezará a darse cuenta de que nada es lo que parece…

A las primeras de cambio se da cuenta de que el hombre que parecía tan ideal sentado a su lado durante el viaje en avión es en realidad un traficante de droga, la mujer que debía hospedarla muere de un ataque al corazón, la roban nada más llegar y lo más importante de todo, es testigo de un asesinato. Sin duda la película nos muestra la cara de una Italia oculta pero real. Si en multitud de películas, como Roman Holiday (Vacaciones en Roma, 1953) de William Wyler habíamos visto la cara más postalera y amable de la ciudad, la película de Bava se ocupa de buscar en el alcantarillado de Roma para descubrir lo que la mayoría de italianos no querían ver (aunque no olvidemos la intencionalidad comercial del filme).

Al guión es cierto que le faltan algunos detalles para llegar a ser una obra más que interesante. Los personajes están desdibujados y el giro final resulta demasiado inverosímil lo que desgraciadamente corta las posibilidades del filme.
Rodada en Blanco y negro, la película demuestra una utilización preciosista de la luz, especialmente cuando esta se encuentra en las secuencias interiores. Buena muestra de ellos son las escenas de acción que tienen lugar en la casa donde se hospeda nuestra protagonista, y en las que Mario Bava emplea un lenguaje que ya había madurado a lo largo de años de trabajo en otras producciones, antes de pasarse a la dirección.

http://neokunst.wordpress.com/2014/07/09/la-chica-que-sabia-demasiado-1962/
Kyrios
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10 de junio de 2012
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente cinta de suspense con toques de humor que supuso una gran revolución. Y es que más allá de su grato homenaje a Hitchcock, Mario Bava estableció muy inteligentemente una vertiente que se haría muy popular y que se convertiría en la cuna del estilo de muchos realizadores posteriores (no solo italianos, también americanos). Por ello creo que el valor de la película aumenta aún más. El film es de lo más entretenido, porque aparte de ser cortito de duración, va directo al grano y juega inteligentemente con las ilusiones y paranoias de la joven protagonista para confundirnos. Hay quien ha visto en esto una chapucera técnica que hace la película ridícula e insostenible. Yo sinceramente lo veo más como una treta para confundirnos y desestabilizarnos hasta la resolución final. Con una excelente fotografía deudora de los neorrealistas más puros y duros (véase Visconti, Fellini, Rosellini) y una ejemplar dirección de Mario Bava, creo que dentro de su simpleza (sobre todo argumentativa) "La muchacha que sabía demasiado" es una discreta joya digna de recuperar y visionar. EXCELENTE.
Tomi Roberts
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27 de noviembre de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El nacimiento de un subgénero. Las bases de un estilo propio que adopta el color amarillo. Se traslada de formato para entretener por medio del suspense y el crimen. Una explotación del producto nacional en el que el papel femenino adquiere cierto protagonismo.

Con la obra de Mario Bava estaríamos en las antípodas de lo que acabaría siendo la lista de las películas denominadas "Giallo". Traducido al castellano vendría a ser "Amarillo", como referencia a las paginas amarillentas de las obras escritas, novelas policiacas con misma temática.

El director nos presenta la película en blanco y negro, donde los asesinatos están filmados "fuera de campo" y el gore o el mal gusto queda anulado. La salsa de tomate simulando sangre queda aquí fuera de lugar, pero se potenciaría un suspense y tensión dignas de directores tan aclamados como el mismísimo Hitchcock.

Una turista por Italia, es testigo de un asesinato después de haber sido atracada en mitad de la noche. Se apresura a confesarlo, pero nadie la toma en serio. La muerte de su tía días antes, el atraco esa misma noche, el pías extranjero al que aun no se ha adaptado y (como referencia al genero "Giallo") la afición por las novelas policiacas, hacen que la declaración como testigo de un asesinato quede en el olvido.

El suspense esta presente en la obra con fuerza. Seremos testigos junto a la protagonista, de los sucesos que irán aconteciendo en la historia, pero contaremos con ciertas ventajas visuales. Subjetivos planos y secuencias que nos dotarán de algún paso de ventaja, respecto a la protagonista. Se recurre en ciertas ocasiones a la voz en off con tono desenfadado, para aclararnos ciertas situaciones en torno a la muchacha. El carácter alegre de la protagonista, junto al humor tontorrón que el director deja con pinceladas suaves a lo largo del metraje, hace que la obra no posea ese aspecto tenebroso de misterio y terror que sí contendrán sus posteriores obras y futuros "Giallos".

Un elenco actoral que interpreta bien y juega de maravilla con un personaje invisible, pero de mucha importancia, la propia ciudad de Roma. Localizaciones llenas de vida y alegría en los exteriores diurnos y amenazantes y cargados de suspense en los tramos nocturnos. Una puesta en escena correcta para una historia nada pretenciosa. Juega con recursos de forma solvente y sienta bases con la personalidad suficiente como para crear una estela de obras por el camino.
La puerta de Tannhäuser
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18 de junio de 2021
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La muchacha que sabía demasiado es una película dirigida por Mario Bava. Esta producción es considerada por muchos como la primera exponente del género "Giallo".
Este es un subgénero de definición esquiva que, por lo general, combina tramas detectivescas con terror psicológico y aspectos sobrenaturales y/o surrealistas. El nombre del género viene dado por una serie de novelas ligeras de misterio, de barata manufactura, que fueron publicadas en Italia desde la década de 1930 y gozaron de enorme popularidad. Sin embargo, muchas de las particularidades de la definición cinematográfica del género fueron desarrolladas por los directores notables que lo adoptaron y son exclusivas al mismo.
La trama sigue los pasos de Nora Davis, una joven norteamericana que viaja a Roma a visitar a su tía. Durante su primera noche en Roma la protagonista presencia un asesinato, pero el cuerpo de la víctima ha desaparecido y las autoridades no le dan importancia. Sin embargo, Nora decide investigar los hechos que presenció, acompañada del apuesto médico de su tía y acechada por un agresor misterioso.
El detalle más interesante de la película es como trata a su influencia literaria. La figura del Gialo se encuentra presente a lo largo y ancho de la historia: la joven Nora es una ávida lectora de estas novelas y cuando se ve enfrentada al peligro actúa inspirada en ellas. Estas escenas, en conjunto con las teatrales interpretaciones de los actores, aportan a la película una dosis de humor poco común para las producciones del género y la recargan de un tono satírico. Mario Bava encara la premisa del thirller detectivesco con premeditada ingenuidad y deconstruye el Gialo, lo disecciona y reordena sus partes en el prototipo de lo que será como género cinematográfico.
Un último aspecto a mencionar el bellísimo apartado técnico. En los años siguientes Dario Argento popularizó el uso de las luces de colores para ambientar las escenas. Pero en esta producción, que es en blanco y negro, Mario Bava hace un uso exquisito de las luces y sombras para crear un tono dramático y teatral.
En conclusión, La chica que sabía demasiado es una pieza histórica de cine. Pese a que puede resultar un poco simplona a los espectadores modernos, su buen ritmo y tono humorístico la hacen ideal para pasar una velada de misterio.
German
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