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Vivir hasta el fin

Drama. Romance. Comedia Luke es un chapero gay. Jon es un crítico de cine. Ambos tienen el virus VIH del SIDA. Y ambos deciden embarcarse en un hedonista y peligroso viaje. Su lema: "Fuck the world" (que le jodan al mundo). (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
13 de octubre de 2010
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un teclado nos escribe en pantalla: ‘an irresponsible movie by gregg araki’. Poco después aparece un graffiti ¡A LA MIERDA EL MUNDO’. ‘Reza y reza para que tu país se recupere’ de fondo, pasajes de ‘Godlike’ de Kmfdm remezclado. La persona que ha escrito el graffiti y escucha en sus cascos la música realiza un lanzamiento de disco como si fuese un cruce de atleta griego y James Dean. A lo lejos la ciudad, el mundo.
Inicio arrebatador de Gregg Araki que puso los puntos sobre las íes entorno al queer cinema, el sida y el futuro incierto de los seropositivos.

‘Choose death’. Araki juega en todo momento con titulaciones en vehículos, matriculas; juego godariano implícito en la puesta en escena como retrato de una sociedad de consumo basada en la publicidad. Pintadas como ‘Culpo a la sociedad’ lanzan mensajes en un subtexto yacente.

Señas de identidad: una juventud nihilista y autodestructiva…”Vivir hasta el fin” es un viaje en un cuaderno de diario imposible que sólo puede conducir al vacío entre el surrealismo, la combinación de sexo, violencia, humor y trasfondo social. Más allá de ser un simple “Love Story” gay, Araki rompe con los filmes de jóvenes en constante huida o filmes del tipo “Thelma & Louise” o fugitivos en una road movie. Aquí existen constantes huidas y hay robo al banco y asesinato de un policía (todo en OFF). Pero todo es un mcguffin para mostrar la huida interior y social de los protagonistas. De romper con un pasado al no tener futuro. Es así, un viaje imprescindible y contracultural en su momento para todos los que somos amantes del cine independiente. Como es final completamente arrebatador donde ya no quedan balas.

El póster de “Made in America” de Godard y la reproducción de Godzilla delataban ya las intenciones referenciales como esa víctima fascista con la camiseta de “Sexo, mentiras y cintas de video” u otro homófobo con una de un cerdo. Las referencias musicales y cinéfilas con nombres como Derek Jarman, iconos culturales como una cazadora de cuero o unos cereales de Barbie y musicales con un póster de los Smiths.

Los diálogos trabajados están pulidos y trabajados en partes del guión:

- (…) nunca le había visto tan perdido.
- No es que fuera la persona más equilibrada del mundo.
- ¿Qué quieres decir?
- Estuvo dos semanas con depresión al separarse Echo and the Bunnymen.

Precisamente “Vivir hasta el fin” hay que vivirla hasta el fin con una combativa dedicatoria final.
Maldito Bastardo
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8 de abril de 2010
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vivir hasta el fin puede considerarse como la primera película del cine de Gregg Araki, el abanderado del New Queer Cinema surgido en la industria estadounidense a principios de los años noventa, como respuesta a la imagen nula o distorsionada que el cine de Hollywood mostraba del colectivo homosexual.

Y como muchas de esas películas, el valor antropológico de esta cinta es evidente, aunque en cuestiones cinematográficas cojee por varios flancos. El discurso es lo que importa en el caso de este subgénero, y por ello, la técnica y la limpieza visual de estas películas se deja a un lado, tal vez erróneamente, ya que pierden trascendencia, cosa que no ocurriría con la -esa sí- obra maestra posterior Mysterious Skin.

Pero no deja de resultar primero curioso, luego, chocante, teniendo en cuenta el año en que está realizada la película, ver en la pantalla las relaciones entre dos hombres, que además tienen SIDA, en las que se mezclan el sexo y la violencia de manera clara y sin ningún pudor.

Vivir hasta el fin habla de una sociedad marginal, de un país que abandona a sus enfermos y repudia a los diferentes, y de cómo aventurarse a un viaje en el que sólo hay cabida para la destrucción. Araki propone una demoledora visión del mundo cercana casi a Nietzsche, sobre la muerte Dios, sobre la moral de señores y la moral de esclavos, situada en un mundo repleto de símbolos trash (una constante en el cine de Araki). Sobre la soledad y el más bajo de los delirios. Fuera de campo vemos una marquesina gigante con un cartel de una película de Robert Redford. En primer término vemos a un enfermo, a la antítesis del americano sano y triunfador, a el pan nuestro de cada día.

Vivir hasta el fin es pues un valiente aunque imperfecto retrato de una generación perdida, que por suerte ha sido recuperada.
jaly
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23 de junio de 2010
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque ya había rodado algún largometraje, no fue hasta el estreno de Vivir hasta el fin, y su paso por el festival de Sundance, que el nombre de Gregg Araki comenzó a sonar con fuerza en los circuitos de cineastas independientes. Ya en esta película se pueden encontrar muchos de los temas recurrentes en la filmografía del director, como por ejemplo el protagonismo de jóvenes desorientados, la homosexualidad, el amor por el sexo, la violencia o la muerte.

La historia se centra en dos personajes, Jon (Craig Gilmore), un tipo tímido que se gana la vida escribiendo críticas cinematográficas, y Luke (Mike Dytri), quien es lanzado, visceral y algo paranoico (y peligroso), es decir, todo lo opuesto a Jon. Pero ambos tienen algo en común: son seropositivos. Cuando sus vidas se cruzan deciden iniciar un viaje a ninguna parte…

El bajísimo presupuesto de esta película menoscaba su acabado técnico, el cual resulta extremadamente pobre. Sin embargo, ello no es impedimento para que Araki aproveche su potencial como director y guionista con una historia a contracorriente, sólo se le podría reprochar su falta de garra a la hora de abordar las escenas más intensas (y violentas). Por su parte, Gilmore y Dytri interpretan con convicción a sus personajes, por desgracia no se puede decir lo mismo del resto de actores, a excepción de Darcy Marta, quien da vida a Darcy, la mejor amiga de Jon. Vivir hasta el fin es una cita ineludible para todo fan de Araki y amante del cine independiente de los noventa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
ddarko_1980
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4 de julio de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente película de Gregg Araki en la que nos muestra una historia de amor diferente de dos amigos que se conocen furtivamente y que casualmente son seropositivos.

La película hace referencias a otras de temática parecida como Telma y Louise,pero quizás llega más allá y corre una vena de sinceridad que no tiene esta última. Hay que tener en cuenta que está rodada en los tiempos que el sida era una enfermedad mortal en la que sólo habian paliativos para las enfermedades oportunistas. Sería dentro de pocos años cuando saldría el cocktail que ha hecho que la enfermedad se convirtiera en crónica y no mortal al cien por cien como lo era entonces. Esta característica hace que la película tenga aun más fuerza por ver la valentía del director de afrontar un tema escabroso en una sociedad puritana y homófoba.

Esta es una película de referencia en el cine Queer y tambien en el planteamiento de como afrontar la vida delante de una situación límite y sin marcha atrás.
Betulo
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21 de agosto de 2012
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo no cobro nada por “destrozar el trabajo de los otros” como dice el crítico de cine protagonista de esta película, pero cuando se rebuscan las imagines para contra una historia hay que tener muy presente que existe un espectador, crítico oficial o meramente un aficionado crítico y por lo tanto el director tiene que atenerse a las consecuencias. Si las imágenes son el elemento básico de una película, hay que cuidarlas y procurar que se vea lo que se necesita para entender la historia que estás contando. Aunque para eso, claro está, se necesita un director de fotografía que sepa de que va la luz, los objetivos, etc. Es aquí, en la imagen donde está el punto débil de la película porque el guión está bien construido y el director sabe seguirlo. Construir una road movie se ha hecho muchas veces en el cine y si hay dinero para desplazarse por diferentes escenarios puede salir una película interesante. Cuando no es así, el director, y en este caso guionista y editor, tiene que poner mucho de su sentido artístico, si es que lo tiene. La historia engancha, la comprendes, te conmueve y de alguna manera participas de ella, por lo que la película no es tan mala.
Del Mar
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