Diane

Debut en largometraje de ficción de Kent Jones conocido por sus documentales sobre el mundo del cine producidos por Martin Scorsese como"Hitchcock-Truffaut" o "Una carta a Elia Kazan" son buenos ejemplos. Su película Diane ganó el premio a la mejor película en el Festival de Tribeca y pudo verse también en Locarno, es un retrato profundo y bellamente humano de una mujer con mucho coraje, que lucha contra un pasado que le oprime y lo que le queda de su vida en busca de la redención.

Diane parece que está en trance, yendo a todas partes su pequeño pueblo de Massachusetts, es una madre viuda de unos 60 años cuya vida ahora discurre en una rutina triste de servir a los demás. Ayuda a dar de comer a los pobres en un comedor de beneficencia, visita a su prima moribunda todos los días y a su hijo drogadicto que no hace mas que darle problemas continuamente.

Todos hemos conocido a personas como Diane, dispuestas a ayudar a todos sin exigir nada a cambio. Toda una "santa" que interpreta magistralmente Mary Kay Place, que es como un ángel sin darse cuenta del martirio que lleva por dentro. Descuidando sus propias necesidades y apresurándose a ir a cualquier sitio después de recibir alguna llamada. Pero hay peligro de que acabe colapsando.

La película transcurre con mucha melancolía y pueden que sean los 96 minutos mas tristes y deprimentes que he visto últimamente. Tratando también el envejecimiento y la muerte con mucho respeto ante lo inevitable de ambos casos. Todo un drama que no te va a animar mucho después de verlo.
Destino Arrakis.com

El caso es que parecía que iba a ser estupenda, lo tenia todo, crisis, guion, clases bajas, cine independiente, pero luego cuando la he visto, la he terminado, por que habla que terminarla, pero es que la película no me atrapa, por que no me emociona por que ni me transmite nada, por que los actores para empezar, no se lo creen, no les veo internamente sufrir el guion, solo interpretar un papel.

No hablemos de la iluminación, es cine independiente, y no se usa.

El director, ha perdido una oportunidad de hacer una gran obra, de llegarnos al corazón. La película no tiene corazón, ni ritmo, ni tempo. Nos cuenta un guion social, al uso, pero mal usado.

Creo que hay películas de este tipo mucho mejores

Sin solución de continuidad se proyectó la estadounidense Diane, debut en la ficción del documentalista Kent Jones que compitió en la Sección Oficial de Locarno. Diane tiene setenta años, y hace tiempo que es viuda. Vive y se desvive para ayudar y buscar el bien de aquellos que le rodean, tanto amigos, vecinos y familiares como sin techo a los que nutre en el comedor social en el que trabaja. Visita a enfermos, y centra su energía en un hijo de mediana edad atascado en la droga. Todo ello es una manera de solventar el vacío existencial y no encarar sus demonios personales y resentimientos, que en su declive afloran de golpe. Un drama naturalista, de costumbrismo suave y mundo rural estadounidense reflejado con sencillez, cercanía y suave pero efectiva emotividad y humanidad. Un mosaico de relaciones humanas veraces y entrañables, orbitando alrededor de un protagónico poderoso muy bien interpretado. Una película que te va ganando, y que transmite honestidad. Pero que no nos engañemos, es nimia, muy poca cosa. Su realización y estilo narrativo son pobres y carecen de ambición o personalidad, y su guión presenta un interés relativo, pues la extrema naturalidad roza la banalidad cotidiana de continuo. El mar del cine indie es tan vasto que nada hay aquí que la haga flotar. Un filme compacto y conciso, acertado en no ser azucarado ni histriónico en el dolor, sin grandes defectos y coherente con lo que se propone. Pero en el terreno del cine de calidad no puede bastar con la mera corrección.

Me ha parecido excesivamente larga, con una interpretación plana de la protagonista, al menos para mí.
Primer film del guionista, crítico y documentalista estadounidense Kent Jones y producida por Martin Scorsese.
El recorrido a un comedor social o al hospital, se convierten en viaje retrospectivo para la protagonista.

Hubo un tiempo en el que el cine independiente norteamericano fue un bálsamo y un soplo de aire fresco. La esfera indie nos transportó más allá de las grandes fórmulas manidas y repetitivas del cine comercial de la gran industria para zambullirnos de cabeza en la América profunda, la rural de la nieve y el frío durante buena época del año, la del gorro de lana en la cabeza como forma de vida y la leña cortada en la puerta de casa, la de la gente humilde que no llega a fin de mes y vive como puede… Y resultó ser algo novedoso e ilusionante.

Pero, desde que gracias a Sundance y a la atención mundial tras tan novedosa fórmula, las grandes productoras se interesaron y acabaron por copar también ese mercado creando marcas blancas para producir un tipo de cine que se ha acabado anquilosando en ciertos convencionalismos indies tan repetitivos a la postre en sus caracteres reconocibles y en su género como lo es el cine comercial palomitero en los suyos.

Ese aletargamiento del que hablo encuentra un paradigma perfecto en “Diane” de Kent Jones. Seguramente una película que me hubiera entusiasmado hace una década pero que ahora me ha dejado una ineludible sensación de ya vista, una muestra perfecta del cine indie que nada aporta en esta historia de una señora mayor de una zona rural gélida que se desvive ayudando a una prima agonizante en una cama de hospital por un cáncer de útero y con la que tiene una cuenta pendiente del pasado, unos vecinos mayores a los que echa un cable, un comedor social al que asiste como voluntaria y, sobre todo, tratando de cuidar a quien no quiere ser cuidado, su problema, su frustración, su derrota, su fracaso, su hijo drogadicto.

Sé que sobre el papel promete, y que además goza de todo el crédito estético de humildad plástica que se fraguó como canon del cine independiente norteamericano, pero… es la fórmula de siempre, la que antes funcionaba y me apasionaba pero a estas alturas ya no, porque te acaba dejando una sensación de película ya vista indeseable.

Y todo ello a pesar de la extraordinaria y veraz interpretación de Mary Kay Place, absoluto pilar sobre el que sustenta una película en la que ella aparece en todas sus escenas, absoluta reina de la función. Un personaje que vive con un único objetivo, espantar la soledad que le acecha como septuagenaria viuda por cada rincón de su casa y de su vida.

Su constante periplo de un lado para otro en su coche entre carreteras nevadas acaba dándole un cierto aire de road movie muy agradable pero no indeleble.