Stryker

Cirio H. Santiago, colaborador adelantado del pícaro Roger Corman, encontró en los 80 un filón rodando películas de bajo presupuesto ambientadas en la guerra del Vietnam y en un futuro post-apocalíptico tipo "Mad Max". No eran buenos filmes, pero al menos eran entretenidos. "Stryker" fue uno de tantos con los mismos ingredientes fílmicos : un héroe con coche trucado que se enfrenta a un ejército de saqueadores que suelen vestir de cuero negro y conducir vehículos militares, violar a las coprotagonistas, y estar liderados por un villano con ínfulas de dictador. Las chicas guerreras que aparecen siempre van con minishorts ultraceñidos - en este caso llevan hombreras como en " Mad Max II". Siempre hay algo que buscan los malos, sea agua o petróleo. Escenas de acción del montón, inacabables persecuciones por caminos polvorientos y una tribu de enanos que recuerdan a los jabbas de Star Wars como nota diferencial.

Son filmes rodados en los mismos lugares una y otra vez, como son unas canteras mineras y un fuerte español como base del maloso. Son películas con secuencias intercambiables entre ellas. Si hiciésemos un concurso de "Adivina cual es la película" realmente sería difícil diferenciarlas.

Es una película difícil de recomendar PERO ver una imitación filipina de Mad Max de 1983 con un comando femenino en mini-shorts sacado de las portadas de Playmate, bien merece una oportunidad.
Tiene algunos otros pequeños detalles que hacen que se deje ver hasta el final, como p.ej. su corta duración, los fallos de raccord, la sorpresiva finalización de algunas escenas (más de uno seguro que acabó en la enfermería),...
Mis expectativas eran muy bajas, por eso ni me ha decepcionado ni me ha aburrido; de hecho, he pasado 80 minutos "ojiplático".

Estalla la guerra, caen las bombas, la Humanidad bajo la ley de la supervivencia, ruinas por todas partes, los bosques son desiertos interminables, es la hora del apocalipsis, servido en ruidosas dosis...
¿Estamos preparados para el embate a la cordura que nos ofrece Cirio Hermoso Santiago?

Es desde luego uno para rescatar del olvido ya que se trata ni más ni menos que de la primera piedra que pondría en su durísima fortificación de títulos derivados de la costilla de la tan celebérrima secuela de "Mad Max". Seguramente, cuando ya no encontraba géneros para explotar (a todo se atrevía este hombre: "blaxploitation", "sexploitation", cine de chicas en prisiones, de artes marciales, de guerra, de terror...), le llegó de golpe la película de George Miller y supo instantáneamente, como bien se demostraría en otras partes del Globo, que ahí residía un filón jugoso del que aprovecharse.
La imitación es tal que su "Stryker" empieza con ese clásico aviso sobre la situación actual mundial, tras las clásicas bombas que han barrido ciudades enteras (y continentes, se presume...). Pero esto, señores, es simplemente una excusa para lanzarnos de cabeza a la acción más ilógica, y entonces me vuelve a sobrevenir la misma cuestión cada vez que me enfrento a estas historias: si la sociedad ha sido destruida y la raza humana lo ha perdido todo...¿de dónde saca la gente el material militar, los trajes, los vehículos, el combustible para conducirlos, y los artefactos de combate? Pero es una de esas preguntas retóricas sin respuesta, por desgracia.

A nadie le importa aquí la razón de nada para aceptar lo sucedido en pantalla. De hecho hasta más de la mitad de metraje ninguno de los personajes tendrá la decencia de revelar quién es en realidad, cuál es su propósito, ¡apenas se cruzarán dos líneas de diálogo! Lo que importa es la diversión: tras unos créditos servidos con teclados a lo Castellari, a pleno sol, por las dunas filipinas, Delha (una escultural Andria Savio recién salida, como todas sus homólogas, de una sesión de fotos de Playboy) huye de un puñado de tipejos (recién salidos de la producción de "Los Valientes visten de Negro") que la persiguen para robarle sus reservas de agua.
En esta ocasión es ésto y no la gasolina el bien más preciado (insisto...¿de dónde han sacado la gasolina así como así?). Y sale de la nada el héroe de la película (un Steve Sandor de lo más rancio, impenetrable y poco carismático que uno pueda imaginarse en el catálogo de héroes duros del género) y otro tipo más, pero su participación para salvar a la chica termina con ella huyendo en el coche del primero. Este sólo es el inicio de un argumento, por llamarlo de algún modo, donde los personajes sólo sabrán moverse de aquí para allá, esquivando peligros o enfrentándose entre ellos, pero sin tan siquiera dirigirse la palabra.

Como longevo colaborador y aprendiz de Roger Corman, Santiago sabe que el jugo no se halla en la pulpa de su preciado fruto, sino en la misma corteza (de hecho la pulpa, que vendría a ser la historia, no existe en ninguna parte), por lo que la rascará hasta llegar al hueso del mismo. Sí, tal vez el guionista Howard Cohen añade rivalidades pasadas entre el villano (Trun, un chiflado inútil con ínfulas de dictador) y Stryker, rencillas entre éste y su hermano Kardis, alguna subtrama dramática versando sobre la violencia a la que llegan los hombres por dominar un bien común como es el agua, y que amarga a Delha en serias reflexiones...
Pero no nos engañemos. Si a todo esto se le diera importancia los personajes interactuarían de verdad y la acción se convertiría en una necesidad del argumento, y no al revés. Corman pedía a sus guionistas pensar un título impactante, luego la realización un póster y por último un guión a partir de ello; Santiago sigue esta técnica y primero despliega la acción sin pies ni cabeza para ser la historia y los personajes su excusa, un truco sucio que se descubre fácilmente. Y aun así...¿no es divertido? El carrete de explosiones, persecuciones, muertes y disparos (así los quisiera Michael Bay) abruma de tal manera que sólo nos queda rendirnos ante el espectáculo.

Elementos que formarán parte del inconfundible imaginario post-apocalíptico de cómic "2.000 AD" del director de aquí en adelante: los grupos militarmente armados bajo las órdenes de un dictador despiadado del páramo que parece tener alguna cuenta pendiente con el héroe, siempre lacónico, de pocas palabras, además de un bien codiciado por varios grupos (en "Equalizer 2.000" será una poderosa arma, por ejemplo), toda la parafernalia futurista/"heavy"/militar, tan "madmaxiana", y el secuestro de una joven como excusa narrativa, además de la presencia de amazonas muy esculturales, fuertes y ligeras de ropa y de enanos aquí y allá cuales jawas de "Star Wars".
Todo ello, unido a la ausencia de continuidad, la violencia extrema, los personajes estrafalarios, los infinitos enfrentamientos en el desierto y la falta de ritmo y sentido común en general provocará que sus obras sean, en mayor o menor medida (tal vez les añada algunos peculiares detalles, como espada y brujería, pero poco más...), muy difíciles de distinguir entre sí (por eso y porque, para ahorrar costes, las escenas de acción de una estarán insertadas en otra), formando un todo dentro del mismo universo, cual saga interminable (esto sí es "multiverso" y no las tonterías de Marvel).

"Stryker", pese a lo que es, pese a su enorme hueco, pese a su música chapucera que quita tensión en lugar de darla, pese a tener incluso el mismo final que "El Exterminador de la Carretera", otra joya de la "post-apocalyptic trash fiction" realizada el mismo año, se exhibe con un descaro honesto y brutal, totalmente consciente de su locura sin limitaciones.
Sólo por eso ya merece un hueco en el corazón del fan "freak" del género y de los '80, si bien "Ruedas de Fuego" será la "obra maestra" de Santiago en este campo.