Líbero

Si algo sobresale en "Líbero", algo que deja huella en la retina sobre otras consideraciones buenas pero que no llegarán a impregnar pasado el tiempo, es una imagen que tampoco es nueva en el cine, es el rostro desencajado del niño protagonista, Tommaso, frente al violento despertar de la madurez ante una familia que se resquebraja. Tommaso recibe aquí sus cuatrocientos golpes, su ración de veracidad dramática y el espectador se tambalea, recibe también las idas y venidas en esta poderosa función trágica de la vida cotidiana. Kim Rossi Stuart ha podido aprender de los maestros con los que ha trabajado como actor en su debut en la realización, influencias, porqué no, de Antonioni o Amelio, allí es nada. Pero "Libero" es un ente por sí mismo, un cuerpo magullado que no obstante reparte a lo largo de su metraje ciertas puertas abiertas para no asfixiar al espectador. Tommaso sufre pero al mismo tiempo se enamora, descubre que su lugar está en su familia y no en la de su amigo rico, desafía al vértigo en la azotea de un edificio contiguo al de su vivienda como metáfora perfecta de su lugar en el mundo. "Líbero" termina siendo la aceptación de su personalidad, unida a la de su lastimado padre, aunque Tommaso quiere ser centrocampista, su padre lo ve como líbero y él quiere agradarlo. El film de Rossi es una fábrica de nudos en la garganta, avisados quedan.

Si por algo se recordará esta película es, sobretodo, por la increíble (por impactante) actuación de Alessandro Morace, que da vida a Tommy, un niño de unos diez u once años que tiene que hacer frente a una infancia cuanto menos complicada. Es sorprendente cómo con leves gestos consigue darle veracidad a su personaje; cómo mirándole, podemos darnos cuenta de lo que le pasa por dentro. Compone, pues, un niño callado, sensible, tímido pero con personalidad y carácter para saber qué hacer cuando se le exige decidir. Me encantó este chaval cuando en forma de nota se "dirige" a la compañera de clase que le gusta.

La historia que cuenta es la de una familia que está pasando una mala fase, en una época particularmente compleja y decisiva, como es durante la educación de los hijos. Una hermana demasiado pesada con sus "jueguecitos" (incluso, en un momento, pasan el límite de la normalidad). Y un padre cercano, con reacciones un tanto descontroladas (sus cabreos son el único punto débil del guión, por excesivos), pero al que se disculpa, por lo que está padeciendo. Su historia tiene más de lo que parece, pero el foco está puesto más en el conjunto que en él.

No me pareció especialmente tópica y, sí, emocionante en ocasiones. Va ganando en torno al final, y sale victoriosa en el examen global. Constituye, además, el debut en la dirección del actor que encarna al padre, Kim Rossi Stuart. Me parece que demuestra el buen estado del cine italiano que llega a nuestras pantallas; y yo la recomendaría sin dudar.

Notable drama familiar que ha logrado engancharme durante toda su duración, sorprendiéndome con la calidad de su historia y la capacidad de su debutante director, Kim Rossi Stuart, de crear de manera muy adecuada el clima correcto para cada situación, transmitiéndome correctamente los sentimientos que la cinta desprende desde sus escenas, que parten desde lo encantador para adentrarse después, con gran realismo, en los hechos dramáticos.

La historia se centra en una familia compuesta por Renato Benetti (Kim Rossi Stuart) y sus dos hijos Tommaso (Alessandro Morace) y Viola (Marta Nobili). A pesar de faltar la figura materna en el seno familiar, Renato ha logrado compaginar su trabajo como cámara de cine con el dar una buena educación a sus hijos, que han salido muy responsables y están llenos de amor hacia su padre. La mezcla de todo esto tiene como resultado un ambiente agradable, unido y libre de más preocupaciones que las típicas de una familia humilde.

Pero los problemas llegan con la madre (Barbara Bobulova) de Tommaso y Viola, que vuelve inesperadamente al hogar tras haberlos abandonado en el pasado a todos. Su retorno supone un punto de inflexión negativo en la buena marcha desarrollada en la familia hasta el momento, siendo aquí donde se pondrá a prueba la capacidad de todos los miembros familiares para superar los quebraderos de cabeza que se presentan.

La película contiene además otras historias paralelas de gran interés (como las vividas por Tommaso en el colegio, su nuevo amigo del bloque y su elevado escondite) que por desgracia no han merecido mayor atención por parte del director y que podrán haber dado muchísimo más de si, siempre y cuando se hubiese extendido el metraje de la cinta, que se me ha hecho corto.

Como apunte y por encima de todo, lo que más me ha gustado de la película es la grandísima interpretación realizada por el chaval, Alessandro Morace, que a mi parecer alcanza la perfección, siendo también muy bueno el personaje interpretado por Kim Rossi Stuart, que pasa de lo angelical a lo diabólico sin despeinarse ni reducir en nada lo realista de su papel.

Líbero nos cuenta la historia de una familia dividida. El padre Renato (Kim Rossi Stuart), y sus dos hijos, la adolescente Viola (Marta Noboli) y el niño Tommaso (Alessandro Morace), viven solos tras la marcha de su madre Stefania (Barbora Bobulova).

La película nos muestra las conductas perjudiciales, del mal ejemplo, de los padres a los hijos y sobre el daño que esto les puede causar. La película retrata un amor familiar mal llevado y muy caótico. Lo malo es que en muchas ocasiones todo huele a estereotipo, pero ojo, aunque el film puede tener cierto olor a topicazo, no deja de ser conmovedor.

Lo mejor de la película es sin duda Alessandro Morace, quien interpreta a un niño desconsolado, descolocado y necesitado de amor. La cara desencajada de Tommaso es el fiel reflejo de una familia desquebrajada.

Una de las mejores películas de los últimos años. Con excelente actuación de Rossi-Stuart y de los niños (quedamos boquiabiertos) esta película se presenta en los códigos italianos de sensibildad y en ése ámbito cala muy hondo. En la misma cuerda que la excelente Las llaves de casa. No queda en la superficie porque es original tanto en lo dramático, como en la convicción y solidez con que es presentada la sicología de los personajes, en el planteo de temas como la sexualidad de los niños, etc. Hay un tratamiento aparentemente lineal de una situación sicológica y social compleja. Las situaciones dramáticas de alta expresión física están resueltas, como en toda obra maesta, casi en el límite de lo creíble o ridículo. Otras situaciones, con alto grado en la capacidad de conmover, están resueltas sólo con pequeños gestos, unas pocas palabras, generando un situación de gran intensidad emocional. Gran dirección, todo una revelación.