Días perros (Día de perros)

La opresión y la depresión se trenzan en una urbanización austríaca donde los vecinos, bajo el imperativo de sacar de sí mismos el máximo de eficacia y goce individuales, toman el sol en sus terrazas y jardines silenciosos, desconocidos y desunidos (desunión que no excluye orgías multitudinarias, planificadas y puntuales, tal vez faltas de reconocimiento, en el sótano del supermercado).

En Austria, también, hace tan sólo unos días, decenas de inmigrantes ilegales morían confinados en el frigorífico de un camión al intentar penetrar a escondidas en la ciudad. Todavía viven en nuestra memoria las diversas historias recientes en las que padres austríacos -respetables ingenieros jubilados que siempre saludaban - encerraban a sus hijas durante decenas de años en un sótano para violarlas y poseerlas locamente y en secreto. Vaya, el Paraíso Artificial de condiciones ideales de vida es asaltado por la Desgracia Humanitaria de vez en cuando, dirán los diarios y las televisiones. Pero Ulrich Seidl, tal vez, diferencia el Mal del "pathos" en Dog Days, encadenando y mostrando acontecimientos fragmentados y cotidianos que revelan la "historia passionis" que termina por formar la realidad, y que tan pocas veces significa nada para el saber formal y oficial. Una sociedad del bienestar compuesta por una enferma mental y sin hogar que se divierte haciendo autoestop y vive viajando en coches ajenos y repitiendo estadísticas sobre comercio o presentadoras televisivas como un loro, un anciano viudo que se tranquiliza llenando su enorme despensa y pidiendo estriptis a la señora de la limpieza, una pareja que convive en la angustia y el silencio por su hija muerta, mujeres solitarias y bellas que se atan al hombre que las maltrata entre el odio, el vértigo y la necesidad.

Tal vez, cuando Ulrich piensa en la condición humana pierde cualquier noción de felicidad o desgracia, y tan sólo se queda con el enigma entre los dedos. Un enigma que recuerda al final que su paisano Haneke destina a la película Caché (2005); porque cuando Dog Days termina, las preguntas caóticas y tan contemporáneas no encuentran respuestas sencillas en el silencio, y la película y la vida prosiguen en el sofá de casa, en la urbanización.

Tras una cruda e inteligentísima dirección y la puesta en escena de unos personajes tan estrambóticos como desesperadamente incomprensibles se respira una gran cruel humanidad; historias extremas apoyadas por un cúmulo de imágenes explícitas de una violencia brutal (no solamente en lo referido a la acción despiadada en sí, sino en el sentido más amplio de imagen violenta para una mirada socialmente filtrada de tales sórdidas situaciones) y que consiguen sobrepasar la línea de la ficción filmada gracias a un hiperrealismo sublime.
Me rindo ante tal cine donde impera su falta de tacto así como su gusto por la ferocidad de su empedernida transparencia, en vez de caer en el fácil engatusamiento de efectos especiales y amoríos fantasiosos, sin olvidar el gran manejo de sus personajes y sus recónditas historias.

Violencia gratuita, exceso de mal rollo, Seidl busca hacer sentirse mal al espectador y lo consigue. Buenos encuadres, interpretaciones amateurs aunque muy creíbles, lo más destacable es una protagonista loca divertidísima que tampoco se libra del mal gusto general de la cinta.
Un decepcionante ejemplo más de cine "Dogma", en el que constituirse distinto no sólo significa ser parcos en la utilización de medios, en la ausencia de música, de maquillaje y de decorados, en la inclusión de actores noveles o desconocidos, etc. Además buscan premeditadamente el desaire y el desánimo, tratando de despertar los más bajos y viles instintos del público, quizás con el fin de meterse dentro de un mercado cinematográfico lejos de otras opciones más comerciales, acaudaladas, afamadas y rimbombantes.

Ulrich Seidl, este tipo es un crack, ¿como algo tan sencillo puedes ser tan bueno? porque es real, los actores son de 10, incluso los secundarios y figurantes, parece que no haya camara, como si la grabase un "ente", la camara se convierte en observadora pero sin que nadie se fije o se percate de ella. No apta para "evadidos de la realidad".

Esta película es muy interesante en cuanto a las peculiares tramas mostradas, con historias crudas y atípicas que rayan en lo bizarro. Sin embargo tiene aspectos poco brillantes como la falta de evolución de los personajes y un final que da la sensación de que se vio una historia estancada que en dos horas solo dio un paso, salvo un par de personajes que tienen una interacción interesante resultando ser la única parte memorable de la trama. Pero en general terminan sin una conclusión clara igual que el resto y sin conocer su origen y fin. Las historias aunque fuertes, no se explotan dramáticamente lo suficiente como para impactar.

El estilo de la historia sobre anécdotas de vidas que en algún punto coinciden no se aprovecha y resulta algo mediocre. Algunas escenas pueden llegar a aburrir.