Empujado por las infinitas recomendaciones para ver "Entre copas" (Sideway) me puse a ello. Un par de copas de tinto, es decir, a penas 20 minutos, me bastó para convencerme de que Payne había realizado una soporífera comedia cargada de lugares comunes que más parece un documental sobre los viñedos californianos que un cómico drama sobre las relaciones.
Los personajes estereotipados nos conducen inevitablemente a la predicción de la historia hasta el punto en el que no importa si en un arranque de sentido común decides no termiar de ver esta película.

Supongo que a estas alturas todo el mundo habrá visto esta película. Yo la ví ayer siguiendo la recomendación de Cora.
Sam Mendes consigue contar una historia sobre la belleza de la vida y los motivos para vivir sin necesidad de hablar de grandes hazañas ni por medio de personajes perfectos. Es una historia sobre el valor de estar vivo contada "desde abajo". Tras mostrarnos la mediocridad hasta el punto de resultar ridículo, pone de manifiesto cómo es posible encontrar la belleza aún en una bolsa vacía...

Se es mediocre por conformista, por falta de inquietud, por apatia aún siendo consciente de la tragedia.

Una fotografía muy cuidada. Una BSO clásica con títulos como "American Woman", una interpretación perfecta.

Después de quedar maravillado por una primera temporada caracterizada por un elenco de personajes a cuál más increíble, con historias personales dramáticas bañadas con los toques precisos de humor; algunas secuencias deliciosas al puro estilo Wong Kar-wai; momentos divertidísimos en los "Ball"; llega la sengunda temporada y los estropea todo. Es como si los guionistas se hubieran dado un golpe en la cabeza y no recordasen nada de la primera temporada; como si de pronto se encontrasen con todos estos seres con infinitas posibilidades y decidieran empezar de cero, metiendo con calzador nuevas líneas argumentales, que con suerte duran un par de capítulos, sin llegar a nada, como el caso de los dos capítulos en que de pronto el activismo se apoderó de los personajes, para dejarlo en una simple anécdota. Un disparate sin ton ni son que no sólo echa al traste el argumento sino que además destroza a los protagonistas como Angel, deja sin evolución a Blanca, estanca a Elektra, que pasa de un drama personal a ser una bruja snob con toques cómicos. Lo único interesante de la segunda temporada es Pray Tell, e incluso en ocasiones éste resulta cansino, más de lo mismo. Una lástima el naufragio de "Pose".
Hazte un favor y ve sólo la primera temporada y fantasea en tu cabeza con el devenir de los personajes.

"La mujer sin cabeza", o "La mujer rubia". Último largo de Lucrecia Martel tras "La Niña Santa".

Martel me cautivó en "La Ciénaga". Me mantiene en espera y con el deseo de ver "La niña Santa"...y me deja perplejo en "La mujer sin cabeza".
Si Lucrecia Martel ha hecho cine hiperrealista, con esta película ha sobrepasado su estilo para realizar una obra que por excesiva queda vacía.
El caracter contingente de sus películas anteriores se convierte aquí en una especie de comodín-justificación que permite sumergir al espectador en un mundo cotidiano de una familia burguesa en la que las buenas formas esconden una suerte de acuerdo tácito por mantener la normalidad. O bien, estamos frente a un desvarío de su protagonista y en realidad la mitad de las cosas que suceden no han sucedido jamás....

La interpretación es buena, como siempre en el caso de las producciones argentinas. La fotografía estupenda. El rodaje y montaje genial...Sin embargo, tras verla me pregunto por qué lo he hecho.

Juzguen ustedes.

Salvajemente real, esta película muestra, como si de una ventana se tratara, un momento cualquiera de una pareja cualquiera en el complejo mundo de las relaciones humanas.

Un realismo acentuada por la cámara en mano que en algun momento puede hacerse pesado, largo, pero que en cualquier caso te dará que pensar y te interrogará sobre a cuál de los protagonistas apoyar.