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Antigua y Barbuda Antigua y Barbuda · Punto Nemo
Críticas de Licnobio
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Críticas 10
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
6 de septiembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película nos hace recordar que el arte cinematográfico es en su núcleo, una coreografía de emociones y significados. En un mundo donde el cine ha evolucionado hasta el punto de deslumbrarnos con imágenes cada vez más grandiosas y complejas, esta película nos recuerda la belleza de lo simple, lo sencillo, lo atemporal.

Esta obra no sólo merece una votación, merece ser sentida desde lo más profundo de nuestro ser, transportándonos a una época donde el cine era una amalgama de diferentes artes en una sola. La figura de Chaplin, actor, compositor, guionista, y bailarín, nos lleva a través de un viaje en donde cada cuadro es una pequeña obra de arte, un fragmento de un collage que narra diversas historias unificadas bajo una visión única y visionaria.

El lenguaje que utiliza esta película es universal, basado en las emociones humanas que trascienden las barreras del tiempo y del espacio. Nos enfrentamos a un lienzo en donde se despliegan escenas que nos hacen reír de alegría y llorar de tristeza, donde experimentamos una tragicomedia que revela lo absurdo y lo hermoso de la existencia humana.

Se nos presenta una sociedad en la que las diferencias sociales y los estamentos están marcados, una crítica que sigue siendo válida casi un siglo después. En medio de esta estructura, encontramos a Charlot, un personaje que va a rebufo de la vida, pero que representa la humanidad y el altruismo en su forma más pura.

Una de las escenas más conmovedoras y memorables es, sin duda, la interacción con la chica ciega, un momento que transciende el lenguaje verbal y nos conecta directamente con las emociones más humanas, el amor no correspondido, el desamor correspondido, todos encapsulados en un simple intercambio que nos hace testigos de la comunión de almas.

Es en la sencillez donde reside su grandeza, en la meticulosa coreografía que es comparable con la del montacargas, en donde cada movimiento, cada gesto, están perfectamente sincronizados con la música, creando una danza visual que nos embriaga y nos lleva a un estado de contemplación y aprecio por las pequeñas cosas que hacen la vida verdaderamente hermosa.

Es casi irónico que, en una época donde el cine sonoro estaba tomando fuerza, Chaplin decidiera abrazar la esencia del cine mudo, demostrando que las palabras pueden ser superfluas cuando se tiene el poder de transmitir emociones a través de los gestos, las expresiones faciales y la música. En "Luces de la Ciudad", cada detalle, cada matiz, es una nota en una sinfonía visual que sigue resonando en nuestros corazones casi un siglo después.

En una era donde nos movemos a un ritmo vertiginoso, esta película nos invita a detenernos y apreciar la belleza de lo atemporal, lo universal. Una obra que nos hace redescubrir el verdadero poder del cine como vehículo para explorar la condición humana, en todas sus facetas, con una sensibilidad y una profundidad que raramente se encuentra en el cine moderno.

Al verla, podemos darnos cuenta de que algunas cosas trascienden el tiempo, que las emociones humanas siguen siendo tan complejas y ricas como siempre, y que, a pesar del avance tecnológico, aún existe un lugar para lo sencillo, para lo puro, para lo humano.

Nos enfrentamos a una obra maestra que no sólo nos hace apreciar las joyas del pasado, sino que también nos hace cuestionar el futuro del cine. Una película que, con su sencillez y profundidad, nos demuestra que aún tenemos mucho que aprender y descubrir, que la verdadera esencia del séptimo arte reside en su capacidad para tocarnos el alma, para hacernos sentir, para hacernos humanos.

Así, "Luces de la Ciudad" se convierte en un recordatorio de que la verdadera magia del cine no reside en la complejidad, sino en la capacidad de transmitir lo complejo a través de lo sencillo, de convertir lo cotidiano en extraordinario, de convertir lo humano en arte.
Licnobio
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10
2 de agosto de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
'The Congress', dirigida por Ari Folman, es una obra maestra cinematográfica que trasciende el tiempo y explora temas universales con maestría. Desde su lanzamiento hace diez años, esta película ha ganado una nueva relevancia en un mundo en constante evolución, donde el desarrollo de la inteligencia artificial pone de manifiesto la compleja relación amor-odio del ser humano con la tecnología y su impacto en la sociedad.

La trama sigue a Robin Wright, quien se interpreta a sí misma, al aceptar un contrato digital con Miramount Studios. Veinte años después, la historia nos transporta a un mundo utópico animado donde las personas pueden convertirse en avatares mediante sustancias alucinógenas. En esta distopía tecnológica, la película nos confronta con dilemas éticos y existenciales, cuestionando qué significa ser humano y cómo la tecnología redefine nuestra identidad.

'The Congress' aborda de manera provocativa la conciencia de la imagen propia y su relación con nuestra identidad, algo que ahora conocemos como 'personal brand', y podría ser simplemente otro invento de la sociedad de consumo. Así, Robin Wright se enfrenta a la idea de convertirse en una proyección digital de sí misma, lo que la lleva a cuestionar si esta representación es verdaderamente ella o simplemente una creación manipulada por la industria. Este tema resuena en la actualidad, donde la forma en que nos presentamos en línea y en las redes sociales afecta nuestra percepción pública y cómo nos percibimos a nosotros mismos.

Además de abordar la relación entre el ser humano y la tecnología, 'The Congress' nos invita a reflexionar sobre la identidad en el siglo XXI y cómo vender nuestra imagen puede llevar a la pérdida del control sobre quiénes somos y cómo el mundo nos ve. Esta temática es especialmente relevante en una era dominada por la publicidad y las redes sociales, donde la imagen proyectada puede eclipsar nuestra verdadera esencia. La película plantea cómo esta dinámica podría intensificarse en un futuro cercano, afectando la autenticidad y la conexión humana.

La película también destaca por su enfoque en el futuro del cine y la industria del entretenimiento en general. Presentando una visión distópica de la industria cinematográfica, donde las estrellas de cine son reemplazadas por proyecciones 'químicas'. Esta premisa cuestiona también la autenticidad en el arte y la creciente influencia de la tecnología en la narración de historias. 'The Congress' critica el consumismo y la explotación de la industria del entretenimiento, mostrando cómo los artistas pueden perder su voz y ser convertidos en productos para el consumo masivo.

Ari Folman utiliza una combinación hábil de animación y acción en vivo para explorar estos temas complejos. La animación crea un mundo utópico y surrealista donde las leyes de la realidad se desvanecen, reforzando el mensaje de que la tecnología puede alterar nuestra percepción de la verdad. La decisión de utilizar la animación para representar Abrahama City simboliza cómo la realidad puede volverse borrosa y mutable a través de la influencia de la tecnología.

La calidad de la animación en 'The Congress' es impresionante y se ha convertido en un sello distintivo del estilo de Ari Folman. Los colores vibrantes y la representación visualmente impactante del mundo utópico de Abrahama City nos sumergen en un universo alternativo que desafía nuestra percepción de la realidad. La animación se combina con la interpretación excepcional de Robin Wright y el talento del elenco, creando una experiencia cinematográfica cautivadora.

Además, 'The Congress' sorprende por su habilidad para tratar temas complejos y filosóficos sin perder la coherencia narrativa. La lucha de clases y la crítica social que se vislumbran en segundo plano, heredadas del libro de Stanislaw Lem, resuenan en la exploración de la identidad y el poder en la era digital. Asimismo, la búsqueda continua de los personajes y la interpretación final, en la que el espectador se convierte en el juez de la verdad, fomentan un diálogo interno fascinante sobre la naturaleza de la realidad y nuestra percepción.

'The Congress' es una película que desafía al espectador con su enfoque audaz y sus múltiples capas. Como ya hemos comentado, la sutileza con la que trata temas tan complejos como el futuro del cine, la industria del entretenimiento y la identidad humana es admirable y muestra la capacidad del cine de ciencia ficción para ser tomado en serio en el contexto cultural contemporáneo.

Así, en su búsqueda por explorar los dilemas y desafíos de la era digital, 'The Congress' se convierte en un viaje inolvidable a través de la conciencia y la percepción. Su enfoque en los círculos y relaciones familiares, así como la importancia de la elección y el control sobre nuestra propia identidad, deja una huella duradera en el espectador.

Además, a lo largo de la película, es evidente la enorme cantidad de referencias que hay, lo que genera una sobreestimulación inicial en el primer visionado. Sin embargo, en posteriores visualizaciones, esta característica se convierte en un regalo para el espectador, ya que siempre se pueden encontrar nuevos detalles y referencias, enriqueciendo aún más la experiencia cinematográfica.

En conclusión, 'The Congress' es una reflexión intemporal sobre esa relación ambivalente del ser humano con la tecnología y su potencial impacto en el futuro de la humanidad. Su capacidad para abordar temas complejos y universales con una narrativa cautivadora y un estilo visualmente impresionante la convierte en una joya del cine de ciencia ficción. Esta película seguirá resonando en los espectadores mucho después de verla, invitándonos a reflexionar sobre nuestra propia identidad, nuestra relación con la tecnología y el rumbo que la sociedad podría tomar en el futuro.



Sin IA > Sin lugar a dudas, 'The Congress' es una obra maestra que espero que con el tiempo, encuentre su hueco en la historia del cine.
Licnobio
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10
18 de julio de 2023
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hola desconocida:

¿Dónde estás?
Hace media vida que no sé nada de ti. Siento haberte hecho daño. Si sales ileso de una película así, no merece la pena volver a vernos.
No es que quiera pedirte nada. Pero esta distancia me mata y hace que a veces me olvide de nosotros.
Me jode tener que pedirte que hagas algo, porque sé que a ti también te jode.
Sé que si te pido que me escribas empezarás con la cosa del espacio. Que necesitas espacio.
¿Qué espacio? ¿Cuánto espacio? ¿Como siempre? Como siempre.
¿Es ahora que necesitas espacio? Aun estando a distancia, ¿más espacio?
Y qué ocurre con el tiempo ¿Cuánto tiempo? ¿Qué tiempo?
¿Qué hay de tan importante en ese espacio que me tengo siempre que quedar fuera? ¿Y qué ocurre con nuestro tiempo, ahora que vivimos en husos diferentes?
¿Y después qué? Ver cómo la distancia física en un principio es la que más nos separa, pero al final ¿será otro tipo de distancias la que nos alejará aún más?
Me gustaba mi vida, nuestra vida. La vida que teníamos.
Creo que al final, como vemos (en el increíble, desde diferentes perspectivas y ubicaciones, plano secuencia inicial), lo único que quiero es volver a lavarnos juntos los dientes, un martes cualquiera.

¿Dónde est…



Querido desconocido:

Te escribo desde uno de esos hostales cutres de carretera en los que siempre dices que te gustaría follar.
Necesitaba salir de -introducir su ciudad aquí-. Me perdí por las carreteras, llegué lejos, más allá del horizonte, para hacer unas fotos.
Era domingo. Todo eran sedes de empresas cerradas, todo tenía un aspecto fantasmagórico. Más desierto que los que acababa de cruzar esos días. Escuché en el coche una y otra vez nuestra playlist. Bailé sola con nuestra canción, intentando ‘ser feliz mientras bailamos’.
Hice muchas fotos.
La última, justo cuando se acababa el día, fue la de una granja de servidores donde estas empresas almacenan nuestros datos. Pensé que los últimos meses de nuestra relación (y la de tantas otras parejas) podían estar allá, almacenados físicamente. Bytes con peso emocional, relaciones que ya no son sólo analógicas, también son digitales.
La importancia de las palabras en la comunicación; el peso de las acciones en nuestra historia.
Y allí, en medio de un inmenso parking vacío, sin la presión a la que estaba sometida en -introducir tu ciudad aquí-, me di cuenta.
Te dije que había descubierto cosas a las que no quiero renunciar.
No quiero renunciar a ti.
Pero no quiero pedirte perdón esta vez. Si hay algo que he aprendido desde que me fui, es a aceptar lo que deseo. También mis contradicciones.
Pero mereces algo mejor que esto.
Me muero de ganas de verte, te llamaré en cuanto llegue a casa.





Pero al final, ¿sabes qué es lo más gracioso de todo?, que cuando termine de ver la película, me tocará recoger a mí solo todos mis pedazos rotos. Porque así sucede cuando en la vida ocurren cosas que cuentan en las películas. Y viceversa.



PD: Cómo se agradece que el cine español trate a los espectadores como adultos. Que nos dé historias en las que podamos sentir que nuestra propia vida podría ser la protagonista.
Y de esta forma, con que un simple email que llega ese martes cualquiera, pone tu vida del revés y cambia todo.
Licnobio
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10
12 de julio de 2023
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El otro día discutía con mi tío sobre el sistema actual, la sociedad del consumo, el capitalismo, el neoliberalismo y blablabla… Ideas normalmente lejanas en nuestro día a día, lejanas, pero que son conceptos que nos rodean y los tenemos en realidad hasta en la sopa. Pero de formal literal para casi todos nosotros: los ingredientes de la sopa, el cuenco, la mesa, la cuchara, y un largo etcétera.
Me decía que la única forma de no estar en el sistema sería saliéndote de él y siendo autosuficiente en el campo, lo cual ya es casi una Utopía (o más bien una Arcadia, o Alaska en este caso), y que como poco, habría que recurrir al trueque en algún momento, porque en una alta probabilidad acabarías necesitando algo que tú solo no podrías conseguir.

Lo interesante para mí y el porqué estoy contando esto, es que en esta ‘discusión’, sobre este punto estábamos los dos completamente de acuerdo, que en la actualidad apartarse uno solo de la sociedad, sin nadie más, es una tarea, si no imposible, más compleja de lo que ni las palabras puedan dejar intuir. Así, la discrepancia venía en que para él cualquier persona que lo hiciera, o tan siquiera intentara, era un completo descerebrado, y para mí en cambio, me parecía lo opuesto, un valiente, sólo ya por planteárselo con una cierta seriedad, y ni hablemos si llegase a hacerlo. Y para mí este debate era justo lo mismo, y que se puede encontrar en las críticas y puntaciones de este largometraje, una dualidad bastante marcada con opiniones contrapuestas.

Mi tío hablaba usando su vida y a sí mismo como unidad de medida, lo cual puede ser lícito, pero hace que cualquier otra persona o decisión, nunca sea correcta para él, porque no la ha tomado él, entonces es imposible que cualquier decisión o acción esté bien en sus estándares. Por mi parte intentaba hacerle ver que cada uno tenemos una vida, una única y maravilla vida, pero sólo una. Y si alguien considera que es más feliz en un campo, con su huerto, viendo sin problema el horizonte sólo con levantar la vista y pudiendo desayunar sin un techo sobre su cabeza y sin prisas, todos los días de su vida, pues también podría considerarse una historía de éxito. No se necesita tener una vida urbanita, laboralmente de ‘éxito’ trabajando para una empresa (que sí es completamente ajena a uno), o una casa enorme y llena de necesidades ‘inventadas’, para alcanzar una vida mejor, buena, satisfactoria, alegre… (rellenar con el adjetivo que cada no sienta más cercano), pero que no tiene por qué acabar llevando a la felicidad. Incluso todo lo contrario.

Al final, lo que acabó ocurriendo en la conversación con mi tío, fue que como en tantas otras circunstancias de la vida, no tenía ni ganas de seguir debatiendo, pero no era capaz de salir de allí por la discrepancia de ideas, que acabó siendo una contraposición de planteamientos de vida. Pagué yo la ronda y me fui a casa. Y convencido estoy, que mi tío se fue pensando que él tenía aún más razón que antes; mientras yo me fui a casa a poner a Eddie Vedder de fondo y soñar con una vida ‘más valiente’. Pero decir, que entre mi tío y yo tenemos muy buena relación, pero ideas de la vida bastante diferentes,

Entonces, y el motivo de haber contado esto aquí y por qué creo que tiene más que ver de lo que pueda parecer en un principio, es que esta película estoy convencido de que a mi tío no le gustaría nada. Que pensaría que nuestro protagonista es ese descerebrado que acaba casi encontrando justicia a sus acciones. A mí por el contrario, es una historia que me tocó por dentro, que me hizo soñar con que otra forma de vivir es posible y que no siempre tenemos que dejarnos llevar por la corriente de la sociedad ‘establecida’, o por el día a día. Creo que lo más importante es entender que esta película ejerce, además de como entretenimiento, arte, cultura o banda sonora, como un ‘espejo’ que se nos pone delante de nosotros mismos y nos hace ver reflejados de alguna forma. Y ahí es donde se puede llegar a odiar este trabajo (o más bien a su protagonista) como he visto en algunas críticas; o puede llegar a ser parte de uno mismo, viéndonos reflejados en la historia, y al interiorizarla de alguna manera, nos hace sentir un poco más libres en la sociedad actual.

Después de contar esta anécdota, pero para mí, claro reflejo (nunca mejor dicho) de la película, motivado por esta, me dispuse a leer el libro en el que está basada. Me esperaba encontrar una novela y en realidad era más bien una especie de reportaje periodístico largo, muy largo. Y aquí es donde aún me gustó más el trabajo de Sean Penn, pues había conseguido demostrar que la frase de ‘el libro es mejor’, es cierta en la inmensa mayoría de ocasiones, pero eso en casi todas. Puede que esto se debiese, a que le costó 10 años conseguir los derechos para contarnos la historia, por lo que tuvo tiempo para ir estructurándola en su cabeza.

(sigue sin spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Licnobio
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10
5 de febrero de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pensando en qué se puede decir de esta película, la conclusión a la que uno acaba llegando es, que no se puede añadir nada que no se haya dicho, escrito o pensado ya. Que esta obra de arte mejoró al séptimo arte, aportó ciencia a la ficción, que con sus diálogos y sobre todo el resto del largometraje creó un lengua audiovisual que adentró al ser humano en un viaje en el que aún estamos, y así un muuuy largo etcétera.

Total, que no merece la pena alargar esto mucho más, porque esa conclusión es que es una obra de arte y sólo puede uno sentarse a disfrutar de ella.

Lo que sí, si tuviera que poner una pega, sería la fecha elegida para el título, pues esta fue demasiado optimista (nos encontrábamos como especie a un pasito de la Luna)... pero no me extrañaría que haya algo que desconozco o que se me escape y también existiera un motivo para elegir el primer año del siglo XXI.
Licnobio
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