Sobrenatural documental que nos presenta a un Buk realmente pletórico, incluso antológico por momentos sobretodo porque no hay artificios, ni disfraz alguno.


"Lo que ves,es lo que soy", solía cantar Yosi, y aquí se despliega de un modo soberbio. Hank en estado puro, con sus alimañas y ángeles interiores, sus pesares y mala baba haciendo de ello un modo de vida, alejado de todo y siendo antitodo.

Como apunte negativo duele mucho ver a un plomizo Bono que, la verdad, sigo sin entender, pero aparece hasta en mi cuarto de baño.

Un diamante en bruto pasado por la mejor destilería capaz de partirte en dos.

"No olvides las aceras, las putas, la traición, el gusano en la manzana, los bares, las cárceles, los suicidios de los amantes".

Desde luego que no Hank, desde luego que no.

Agradable sorpresa que apareció en mi farruquito por arte de magia, otra vez, el no conocer la sinopsis y no haber recibidio la trepanación del trailer han hecho el resto.

Creo conveniente no desvelar nada, y por supuesto que nadie acuda a sufrir una tragedia solicitando el trailer.

Los primeros 45 minutos los he gozado en mi cojín dando voleteretas gracias a un apoteósico David Hyde Pierce, que firma un papel memorable, sin duda alguna.

Pero como era de esperar, no tarda en visitarnos el calzador, el rizo y el nuevo rizo para un final algo forzado.

Recomendable, de todos modos.

Se despide desde las montañas.

El hombre que esta vez quedó sin habla, Amador Mohedano, con los huevos en la mano.

Tras Ed Wood, el peor director de la historia del cine, dicen, el señor Uwe Seeler, un enigmático sujeto que aplica con contundencia aquello de que la vergüenza sólo sirve para perder oportunidades.

Al parecer, los amantes de los videojuegos piden su castración química, sus pueriles adaptaciones han irritado a la parroquia y la recolecta de indignados ya no tolera nada por parte de Seeler, pero yo voy a romper una pértiga en su favor.

Con Rampage se hizo un sitio en el mundo mostrando a un Jorge Lorenzo en pleno estado de forma, uno podía intuír que el glande estaba ahí, del tamaño de una seta gigante y parecido a una casa de pitufos.

Posteriormente tuvo la brillante idea de filmar una película sobre la primera superhéroe gorda de la historia, Blubberella, un título rompedor que finalmente no terminó de cuajar y que por descontado luce un 1,8 de media en la licorería, la película es mala, no nos vamos a engañar, pero en algun momento llegué a disfrutar con el desfile de la foca monje portando una cuchara de madera aporreando nazis, ese detalle aleccionador de la cuchara merece al menos un cuatro por mi parte.

Con este asalto a Wally seguramente, tras terminar la función, el respetable se sienta flex, no obstante, cuenta con el lastre del peor actor del mundo actualmente, Bisonte Purcell, un bochornoso individuo que es capaz de convertir a mesilla de noche Reeves en hipopótamo Brando.

El primer tramo es bastante serio cabe añadir, resuelto con oficio, aunque previsible, y podemos contemplar el ir y venir de un Edward Furlong hecho trizas prácticamente irreconocible así como el caricaturesco Eric Roberts, el amigo de los niños, que también se une al carnaval haciéndose notar.

La segunda parte casi se convierte en un shooter en primer persona donde ya aparecen la brocha gorda y la incredulidad, pero eso no es óbice para que uno pueda disfrutar de esta píldora anti crisis donde incluso, una irrupción en Wall Street cachonda y memorable en versión matarife de todo a cien de Bisonte, consigue regalar buenos momentos al populacho que quiere rebanar la porción de pirámide social más elevada.

La jungla de los listos, que diría Revilla, qué manera de joder al mundo, qué manera de darnos por detrás.

Seeler, yo te aplaudo, igual que cuando metías goles imposibles de cabeza.

Se despide desde Bagdad.

El único hombre sobre la faz de la tierra con la cabeza parecida a un pájaro, Amador Mohedano.

Absolutamente atronadora, alfombra roja con hurras de fondo por favor, y también si puede ser, con mi abuela enseñando el ombligo tras menear su pandero.

Mr hilo de hormigas Flynn asoma su estela plateada para noquear al respetable con un papel increíblemente memorable, arrollador y apoteósico, ahora mismo, no recuerdo una película tan infravalorada del señor soplete con pajarita, quizás Objetivo Birmania.

Flynn dinamita la pantalla y vierte ácido sulfúrico con frases absolutamente antológicas.

-"Es usted un caballero"
-"Y con aguante señora".



Y con aguante, y con aguante, para enmarcar.

Mil aplausos para Raúlito Walsh que demuestra ser un auténtico todo terreno y una estatua al Mr. piano de cola.

Película dura, precisa, directa y con olor a Pepe Gafez, sin duda.

A mí ya se me agotan los calificativos para este mamut cinematográfico que atiende al nombre de Enrique Castro Quini, de verdad.

Uno de los papeles más conmovedores que he visto en una pantalla y seguramente, y mira que es difícil, uno de los trabajos mas brillantes jamás realizados por un actor delante del mundo.

"No hay desgracia que no se pose sobre mis hombros" espetaba Salinas en el Mercader de Venecia, pero es que aquí es un campo de flores al lado del entrañable Johan Moritz encarnado de manera descomunal por Quini, levantando al pueblo de sus camas tocando la corneta, demarrando en el mortirolo, desgarrando almas, y finalmente, perforando porterías cardiovasculares.

Ahora mismo no recuerdo un personaje tan ingenuo y magnético situado siempre en el lugar equivocado en el momento equivocado, quizás un tributo a Pepe Gafez, quién sabe, porque es verdad que todo huele demasiado a calamidad algo reiterativa pero cuando llega la traca final no hay quien pueda mantener su culo pegado a la butaca, tuve que levantarme para aplaudir efusivamente a este monstruo cinematográfico.

Siempre he dicho que Salinas posee la mirada mas fulminante de la historia del cine, en el Padrino o en el último minuto de A la Caza cuando miraba un espejo y decía todo sin mover un músculo y aquí he visto a Quini incluso superando la proeza. Una petaca señala que el final de la Hora 25 roza lo épico, pero para mí lo aniquila por completo, el poder abrumador de la mirada de un ser humano vuelve a quedar demostrado, cuando se habla con sentimientos sin decir nada, qué barbaridad, qué manera de fulminar almas.

En fin, estoy por subir a un chocho la puntuación por la incendiaria secuencia final.

Gracias por sentirte pájaro Quini.

Se despide desde una juguetería.

Ricardo Albis.