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Voto de Killer_Wolf:
7
7,0
1.233
Drama
Cuando todo va bien en el hogar de Johan Moritz (Anthony Quinn) con el bautismo de su nuevo hijo, el sargento Nicola Dobresco (Grégoire Aslan), decide entregarlo para ser llevado a un campo de trabajo alemán, presentándolo como judío sin serlo para que, así, su linda esposa Suzanna (Virna Lisi) quede a su merced. Ha comenzado la II Guerra Mundial y Moritz se verá involucrado en crueles y difíciles situaciones durante varios años. (FILMAFFINITY) [+]
3 de julio de 2012
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película dura, precisa, directa y con olor a Pepe Gafez, sin duda.
A mí ya se me agotan los calificativos para este mamut cinematográfico que atiende al nombre de Enrique Castro Quini, de verdad.
Uno de los papeles más conmovedores que he visto en una pantalla y seguramente, y mira que es difícil, uno de los trabajos mas brillantes jamás realizados por un actor delante del mundo.
"No hay desgracia que no se pose sobre mis hombros" espetaba Salinas en el Mercader de Venecia, pero es que aquí es un campo de flores al lado del entrañable Johan Moritz encarnado de manera descomunal por Quini, levantando al pueblo de sus camas tocando la corneta, demarrando en el mortirolo, desgarrando almas, y finalmente, perforando porterías cardiovasculares.
Ahora mismo no recuerdo un personaje tan ingenuo y magnético situado siempre en el lugar equivocado en el momento equivocado, quizás un tributo a Pepe Gafez, quién sabe, porque es verdad que todo huele demasiado a calamidad algo reiterativa pero cuando llega la traca final no hay quien pueda mantener su culo pegado a la butaca, tuve que levantarme para aplaudir efusivamente a este monstruo cinematográfico.
Siempre he dicho que Salinas posee la mirada mas fulminante de la historia del cine, en el Padrino o en el último minuto de A la Caza cuando miraba un espejo y decía todo sin mover un músculo y aquí he visto a Quini incluso superando la proeza. Una petaca señala que el final de la Hora 25 roza lo épico, pero para mí lo aniquila por completo, el poder abrumador de la mirada de un ser humano vuelve a quedar demostrado, cuando se habla con sentimientos sin decir nada, qué barbaridad, qué manera de fulminar almas.
En fin, estoy por subir a un chocho la puntuación por la incendiaria secuencia final.
Gracias por sentirte pájaro Quini.
Se despide desde una juguetería.
Ricardo Albis.
A mí ya se me agotan los calificativos para este mamut cinematográfico que atiende al nombre de Enrique Castro Quini, de verdad.
Uno de los papeles más conmovedores que he visto en una pantalla y seguramente, y mira que es difícil, uno de los trabajos mas brillantes jamás realizados por un actor delante del mundo.
"No hay desgracia que no se pose sobre mis hombros" espetaba Salinas en el Mercader de Venecia, pero es que aquí es un campo de flores al lado del entrañable Johan Moritz encarnado de manera descomunal por Quini, levantando al pueblo de sus camas tocando la corneta, demarrando en el mortirolo, desgarrando almas, y finalmente, perforando porterías cardiovasculares.
Ahora mismo no recuerdo un personaje tan ingenuo y magnético situado siempre en el lugar equivocado en el momento equivocado, quizás un tributo a Pepe Gafez, quién sabe, porque es verdad que todo huele demasiado a calamidad algo reiterativa pero cuando llega la traca final no hay quien pueda mantener su culo pegado a la butaca, tuve que levantarme para aplaudir efusivamente a este monstruo cinematográfico.
Siempre he dicho que Salinas posee la mirada mas fulminante de la historia del cine, en el Padrino o en el último minuto de A la Caza cuando miraba un espejo y decía todo sin mover un músculo y aquí he visto a Quini incluso superando la proeza. Una petaca señala que el final de la Hora 25 roza lo épico, pero para mí lo aniquila por completo, el poder abrumador de la mirada de un ser humano vuelve a quedar demostrado, cuando se habla con sentimientos sin decir nada, qué barbaridad, qué manera de fulminar almas.
En fin, estoy por subir a un chocho la puntuación por la incendiaria secuencia final.
Gracias por sentirte pájaro Quini.
Se despide desde una juguetería.
Ricardo Albis.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Inolvidable el momento mono de feria encajado por Quini posando como un nazi sin saber si viene o va.
Memorable relámpago final recibiendo instantáneas en el que Quini ante su destrozada mujer y desconcertados hijos sonríe en un principio, pero luego en otro heroico intento por seguir siendo quien es para bien o para mal, se volatiliza y transforma, viéndose incapaz de mostrar otra sonrisa convirtiendo su rostro en añicos de desolación, en la persona que fue pero que ya no logra ser, todo ello expresado con una rotundidad por Quini realmente espeluznante.
Desgarrador.
Qué cojones tenía Quini, la virgen.
Memorable relámpago final recibiendo instantáneas en el que Quini ante su destrozada mujer y desconcertados hijos sonríe en un principio, pero luego en otro heroico intento por seguir siendo quien es para bien o para mal, se volatiliza y transforma, viéndose incapaz de mostrar otra sonrisa convirtiendo su rostro en añicos de desolación, en la persona que fue pero que ya no logra ser, todo ello expresado con una rotundidad por Quini realmente espeluznante.
Desgarrador.
Qué cojones tenía Quini, la virgen.