Hasta ahora parece que sólo hago críticas cuando me decepciona una película, y de momento es así, pero al igual que me ocurrió con The artist me ha vuelto a suceder algo similar. Confieso que siempre echo un vistazo a las votaciones de mis almas gemelas antes de empezar a ver un peli y ésta la mayoría de ellas la tienen en un pedestal, así que las expectativas eran máximas.
Si Sed de mal es el paradigma para mí de cine negro, poseedora de una atmosfera lúgubre y sórdida que se contagia de tal manera al espectador que te sumerge en ella y por momentos llega a ser irrespirable y, al mismo tiempo, tiene una trama que te mantiene pegado al televisor sin poder apartar la vista ni un momento de la pantalla… si hacemos un símil deportivo, películas como Perdición y Muerte entre las flores la escoltarían en un hipotético podium al que se podrían subir algunas más pero Retorno al pasado no obtendría ni un diploma olímpico.
Tras un inicio esperanzador que nos sitúa en la historia, un argumento en ocasiones muy confuso crea situaciones algo forzadas en las decisiones que toman algunos personajes en el devenir de la historia, no la hacen acreedora para acompañar a las mejores del género en el Olimpo de los grandes clásicos del cine negro. Un buen final pone el epílogo a una película que por momentos hacía que me perdiera en su desarrollo y me aburriera un poco.

Gosford Park es una buena película, de hecho, en pocas películas se narra mejor que en ésta, esa sórdida hipocresía que de forma soterrada viven la nobleza y los empleados a su servicio. Desde tiempos inmemoriales los nobles han sido padres de hijos bastardos y han deseado en privado lo que repudian en público. Han explotado, humillado y ninguneado al pueblo llano y han ocultado bajo las faldas de sus sirvientas sus bajos y, al mismo tiempo, humanos instintos. Y sus sirvientes han disimulado muy bien la animadversión que sienten hacia ellos y sus mojigaterías, vistiendo su rechazo con gestos de falsa aquiescencia y medias sonrisas.
Pero si hay algo que llevo mal en una película es vislumbrar la identidad real de ciertos personajes (no desvelo más porque no pretendo incluir ningún spoiler) cuando se supone que eso debe ser parte de un sorpresivo final que rompa con los esquemas y elucubraciones realizadas por el espectador. Y eso ocurre por la gran cantidad de pistas que se van dejando a lo largo de la película aunque no se hagan de manera explícita.
Por otro lado, por mucho que la sociedad en la que vivimos nos demuestre que el "Principio de Peter" se cumple con muchísima frecuencia, no sirve como excusa para que el detective encargado de resolver el caso sea un imbécil de tal calibre que convierte la obra en un sainete.
La película en su parte final se podía haber convertido en un auténtico thriller y no le perdono al director que no haya sido así.

Algo decepcionado después de hacerme tantas ilusiones por la fama que la precede. No está mal pero no me ha emocionado, y si al cine o a cualquier arte le quitas las emociones se queda en nada. A destacar solamente la escena en la que la protagonista entra en el camerino de George Valentin y evoca un encuentro con él introduciendo su mano por la manga de la chaqueta de éste, que se encuentra colgada en la percha. Me ha parecido maravillosa. Lo mismo sucede con algún plano aislado.
Por lo demás, tiene un argumento demasiado previsible para que la pueda considerar una buena película; se vislumbra cómo acaban casi todas sus escenas. Y me parece muy poco bagaje en una película de 100 minutos destacar en ella apenas unos segundos.
Para aventurarse en este género y dejar huella en él se debe aportar algo nuevo y The Artist no lo hace.