Las películas afectan de forma diversas según el estado anímico del momento. Algunas, pocas en realidad, son capaces de trascender esa situación. Y no, no es el caso. Es un drama bien ejecutado y sí, un poco previsible, como la mayoría. No obstante, esta película es inolvidable gracias a su protagonista principal, el ex militar ciego interpretado por Al Pacino. Una masterclass de cómo se interioriza un personaje y se conquista al público, con una película menor.

Magnífica película española que, como tantas otras, pasará desapercibida para muchos. A la historia tantas veces contada del atraco imperfecto, le gana el cariño y la interpretación magistral de un elenco que nada tiene envidiar a los clásicos. Este Made in Spain vale mucho más que los refritos venidos del otro lado del atlántico.

No se la pierdan. merece la pena solo por ver, una y otra vez, a José Luis López Vázquez y su mítica escena: "Fernando Galindo: Un admirador, un esclavo, un amigo, un siervo..."

Una de esas película que funciona porque se ajusta como un guante a una estructura mil veces probada y que Syd Field convirtió en plantilla para principiantes. Aún así, tiene ritmo y mide muy bien los tiempos de las situaciones.

Es una comedia adolescente con un poco de moralina de fondo, pero sin excederse. Un descenso a los infiernos en dos tiempos, medidos con exactitud suiza, para ajustarse al esquema de guion predominantes en el cine comercial norteamericano de las décadas de los 80 y 90, que popularizó Syd Field en sus libros sobre técnica de guion. Tres tiempos, con dos nexos que marcan los cambios de rumbo de la historia. Una película digna, con buen pulso y una escena final memorable. Aunque la que pasó a la historio sea otra, mil veces imitada y recreada de distintas formas, hasta en Home alone.

Que Guillermo del Toro es un director clásico de género pero con una mirada gamberra extraída del cómic y la serie Z queda claro en cada una de sus películas. Alterna la sonrisa con el terror psicológico y los mitos tradicionales del genero de monstruos tamizando todo por una visión de eterno adolescente. Ésta tiene el sabor de la juventud y los primeros pasos, pero mantiene la entereza con un guion bien estructurado, que se beneficia de un elenco muy bien escogido. Federico Luppi y Ron Perlman cumplen a la perfección en sus papeles dotando a la cinta de la fuerza que necesitaba para solventar algún defecto de ritmo. Fue verla y hacerme fan de Del Toro. Vampirismo sí, pero por una vez los colmillos pasan a mejor vida.

Una cinta imprescindible. Más allá de las relecturas políticas, es una obra de terror psicológico, que empieza al más puro estilo del cine familiar español de los sesenta y setenta. Una situación fortuita y casi cómica desemboca en un interludio surrealista ante la imposibilidad de resolver algo que parece sencillo, pero que encierra un destino fatal, que crece por momentos, sin dejar respiro al espectador. Es cierto que la interpretación de López-Vázquez enriquece la cinta, pero también que el juego de planos generales y cortos, y una sucesión de situaciones cotidianas contrastan y dan aire al espectador inmerso en una tensión creciente. Los años la siguen tratando bien.