Una cinta imprescindible. Más allá de las relecturas políticas, es una obra de terror psicológico, que empieza al más puro estilo del cine familiar español de los sesenta y setenta. Una situación fortuita y casi cómica desemboca en un interludio surrealista ante la imposibilidad de resolver algo que parece sencillo, pero que encierra un destino fatal, que crece por momentos, sin dejar respiro al espectador. Es cierto que la interpretación de López-Vázquez enriquece la cinta, pero también que el juego de planos generales y cortos, y una sucesión de situaciones cotidianas contrastan y dan aire al espectador inmerso en una tensión creciente. Los años la siguen tratando bien.