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Críticas de clarice éte
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
2
11 de abril de 2016
8 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película que podría haber sido buena (la idea es original: un niño cuyo hobby es acumular intentos de suicidio) acaba siendo agotadora, cargante, cursi, insoportable, irritante, molesta... cargada de lugares comunes y frases escogidas de cualquier predicador del más sureño de los estados. Al final las preguntas a las que te lleva la película son tan incómodas que preferirías no haberla visto (¡ATENCIÓN SPOILER!): ¿por qué ese pobre niño rico que parece no haber superado la mayoría de edad acaba acostándose con una mujer octogenaria?, ¿por qué los más inteligentes y lúcidos del film acaban siendo justamente tres de las figuras más tóxicas y retrógradas -el psicoanalista, el cura y el militar- que son los únicos que le recomiendan al insulso niño que se deje de hacer el gilipollas con señoras en edad vegetativa? y lo más importante ¿por qué no acaba tirándose también él por ese precioso acantilado -que es posiblemente lo mejor de la película- y nos quedamos todos satisfechos y en paz de que esas dos almas y su amor sin parangón sean para siempre eternos? Muchas preguntas y muy pocas respuestas en un film altamente edulcorado, con una banda sonora en la que la misma canción no cesa de sonar durante hora y media y en donde acabamos por desconocer qué razón había para escribir tanta tontería a modo de carpie diem absurdo.
clarice éte
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7
9 de mayo de 2016
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Brandon es un hombre atractivo, inteligente con dotes supremas para el ligoteo y la conquista. Trabaja en la típica oficina neoyorquina, grande, minimalista, donde todo parece estar en su sitio (la máquina de café al fondo, la moqueta oscura reduciendo el sonido de las pisadas de los trabajadores, el jefe en su despacho acristalado translúcido desde el que mostrar una imagen sutil de transparencia absoluta). Todo pulcro, ordenado, asquerosamente sistematizado. En su casa más de lo mismo: el típico piso de soltero de mediana edad que todavía quiere disfrutar aún más de su soledad sentimental (porno 24/7 en su portátil, televisión de plasma, nevera grande y desbordada de comida precocinada). Pero la misma limpieza refinada que también mantiene en sus relaciones. Y de esto precisamente va la película; del aburrido y pulcro tedio de la soledad en mayúsculas del individuo moderno occidental que no sabe, no quiere, no puede dejar de estar solo porque teme el conflicto, el dolor, la muerte. Mantiene relaciones esporádicas con desconocidas porque es lo único que alimenta su necesidad de adrenalina vital sin coste alguno para el desarrollo óptimo de sus días. Folla sin parar con un sinfín de cuerpos hermosos, saludablemente perfectos y jóvenes. Y, por supuesto, desconocidos. Todos ellos de una corporeidad sin rostro que sólo muestra lo fácilmente reconocible, lo inútilmente visible, lo evidente. A cualquier atisbo de sentimentalismo, nuestro nuevo hombre moderno, se bloquea, se irrita, se vuelve violento e irascible como un niño al que le han hecho daño donde más le duele. Así, el comportamiento ambiguo que le genera su hermana, su único lazo con la unión familiar y afectiva no hace más que indagar en la idea de que cuando era niño nadie le enseñó a amar correctamente, y por ende, no se le pueden pedir mayores esfuerzos emocionales. Los descarta, los elimina, los evita tanto en sus escasas relaciones amistosas como en las pocas mujeres que han intentado adentrarse por algún recoveco de sí mismo. No existe más allá de lo que se ve y de lo que se palpa porque más adentro, aún en sí mismo, se perpetúa un universo tan desconocido como sus amantes al que también prefiere seguir desconociendo.
clarice éte
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Fin (C)
CortometrajeDocumental
Armenia1992
6,3
592
Documental
8
8 de mayo de 2016
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Maravilloso cortometraje que muestra el interior y el exterior de un tren en el que apreciamos los primeros planos de mujeres y niños principalmente (símbolo por excelencia de la vida); muchos se aburren, otros intentan desesperadamente dormir, algunos miran por la ventana buscando algún horizonte desconocido y todos recorren el mismo camino con idéntico final, desconocido también. Pelechian propone algunas claves utilizando el simbolismo poético de un túnel y la luz cegadora que les (nos) espera al final, en lo que parece una actitud para nada derrotista para con la muerte, como si acaso fuera nada más que el inicio de una nueva vida.
clarice éte
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