Después de regalarnos películas inolvidables como "La tumba de las luciérnagas" (1988), la melancólica "Recuerdos del ayer" (1991) y la ambiciosa "Pompoko" (1994), uno solo podía esperar que Isao Takahata se superara y creara una obra cinematográfica para el recuerdo. Pero el problema de tener las expectativas demasiado altas es que la realidad siempre puede darte de lleno en los morros.

"Mis vecinos los Yamada" (1999) peca de ser un film excesivamente plano, basado en escenas sin relación alguna que muestran la vida de una familia media en una ciudad cualquiera de Japón. La idea es interesante para ser plasmada en un film dibujado a mano en una tableta digital, pero para ello tiene que venir acompañada de una buena historia que mantenga atado al público durante las dos horas del metraje.

Sin embargo, parece que a Takahata le tembló la mano a la hora de ser original, y decidió recrear casi con total fidelidad las viñetas del dibujante Hisaichi Ishii. El resultado en el apartado visual es bastante interesante, porque crea una obra única donde cada trazo tiene un significado distinto. Es solo cuando miramos debajo de esa capa exterior que nos decepcionamos y concluimos que tragarse el día a día de una familia a la que no le pasa nada interesante durante dos horas raya el sadomasoquismo.

Duele decirlo de una persona que ha sido capaz de conmover al público con historias tan profundas como la de Seita y Setsuko en "La tumba de las luciérnagas", pero en esta película no queda nada de ese carácter. Lo único destacable en ella son sus personajes, arquetipos de la sociedad japonesa a los que Takahata trata con humor para sacar punta a las situaciones más absurdas.

Mi puntuación es un 5. La película es interesante por el estilo visual y tal vez por la alusión inicial a la fortaleza del matrimonio, pero no merece la pena hacer dos horas de esto solo para comprobar cómo funciona una tableta digital. Con una hora escasa hubiera sido suficiente para que el film fuera ameno y no se hubiera convertido en un tostón.

Muchas veces los directores "indepes" de Ghibli intentan seguir los pasos de Takahata y Miyazaki para demostrarle a sus maestros que pueden enfrentarse al reto de lanzar una buena película al público. Para Yoshifumi Kondo, que participó como director de animación en 'Recuerdos del ayer' y 'Kiki aprendiz de bruja', no tuvo que ser nada fácil poner en movimiento un guion del propio Miyazaki, con la responsabilidad que conlleva hacer justicia a los films del maestro.

'Susurros del corazón' es una película interesante para el público adolescente, a quien va dirigida, y puede que enganche a algún que otro adulto. Una trama lenta, que peca de ser excesivamente plana hasta la mitad del film, un desarrollo demasiado empalagoso donde todo sucede con optimismo y la falta de un conflicto externo que amenace la seguridad de los protagonistas son las causas por las que este admirable esfuerzo de Yoshifumi por dirigir algo que merezca la pena se queda en terreno de nadie.

La niña está de vacaciones. Perfecto. Quiere leer muchos libros. Perfecto. Su hermana es un pelín gilipollas, te lo acepto. ¿Y qué? La trama se desarrolla con tanta tranquilidad y parsimonia que más de una vez me he sentido tentado de apagar y cambiar a otra cosa. Solo a la mitad de la película, cuando la chica entra en la tienda del abuelo puedo ver la magia de Ghibli, la fantasía, las ganas de extasiar al público con imágenes ricas en colores... Pero esa misma magia se difumina en el final, que rápido y apresurado, nos demuestra que al director se le acababan los minutos del metraje y tenía que darle una solución para salir del paso.

No todo va a ser negativo, ni mucho menos. El diseño de las escenas es precioso, y la representación de la ciudad japonesa es magnífica. Paisajes muy cuidados, pequeños objetos como la piedra preciosa o los violines, dotados de gran belleza. Además, tenemos un conflicto interno muy interesante, donde la chica nos demuestra que puede hacer grandes sacrificios por amor. Para un adolescente, puede que esta visión sea algo difícil de entender, pero un adulto mira estas escenas y no puede evitar ese susurro en el corazón que le invita a recordar su infancia con melancolía.

Con sus pros y sus contras, no puedo poner más que un 6 a la película. Puede que sea demasiado quisquilloso y mida todas las películas del estudio con la misma vara con la que juzgo a Miyazaki y Takahata, pero no puedo evitar sentirme decepcionado cuando pienso en cómo los primeros 30 minutos del film me hicieron poner los ojos en blanco. Me da la sensación de haber visto los susurros del corazón sí, pero de uno bello por fuera y descosido por dentro; de uno que finge ser y no llega a ser. De una aspiración a convertirse en alguien pero de no lograrlo y dejar a mucha gente con la miel en los labios.