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Críticas de Noahivanovasilei
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
10
13 de noviembre de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un conocimiento esencial que no puede ser intelectualizado... Alcanza el adjetivo de ser inefable, una experiencia hecha verbo que atraviesa las líneas del tiempo. Donde al único pronombre al que se dirige es al de la unicidad, donde el yo, tú, los otros... somos la misma cosa. Hay una gramática universal, un sentir natural que obedece a una sabiduría interna que solo podemos percibir cuando emprendemos la aventura de adentrarnos en nuestras galerías del inconsciente arrojando la luz del que observa, con el rítmico movimiento de la respiración, capaz de expandirte de tus formas físicas.

J. A. Bayona nos habla de los monstruos visitantes, de nuestras peores pesadillas que ocultan grandes verdades acerca de nosotros mismos... Las religiones lo han llamado el mal; la sociedad, aquello que no queremos mostrar por miedo a no ser aceptados; el psicoanálisis con Carl Gustav Jung, se refiere a ello como "las sombras". Podemos referirnos a ello como nuestra cara oculta y, por tanto, desconocida, nuestras peores pesadillas o los "demonios" con los que lidiamos. "Un monstruo viene a verme" hace un homenaje apelando a la sanación y liberación interior, asumiendo la honestidad de nuestras verdades, la paradoja y compasión del que comprende: que el bueno no es tan bueno, ni el malo tan malo,.. Trayecto cuyo fin alcanza el estado de reconciliación, paz y libertad.

Nuestros monstruos se presentan así como nuestros recursos, los que nosotros mismos llamamos, no para reforzar nuestras creencias, ideas, conceptos e interpretaciones (¡todas limitadas!) acerca de una realidad que solo se da en una determinada forma de pensar. Nietzsche lo expresó de la siguiente manera: "no hay hechos, hay interpretaciones". ¿Seríamos capaces de observar desde la inocencia (sin interpretación) de nuestra mente? ¡Desaprendamos! Nos adentramos a un mundo desconocido en el que domina el miedo de dar ese salto al vacío del "No sé nada", de "no me gusta lo que siento" y "no quiero arriesgarme a cambiar la forma en la que pienso lo que veo". No vaya a ser que quien creías que eres o son, deje de ser tal cosa... ¿Estamos dispuestos a deconstruir los relatos con los que nos identificamos? ¿A descubrir que eres algo más grande de lo que tu mente dicta? Rumi nos recuerda que "Si pudieses liberarte por una vez de ti mismo, el secreto de los secretos se abrirá ante ti. El rostro de lo desconocido, más allá del universo aparecerá en el espejo de la percepción"

Tras cruzar el umbral, allí donde da miedo acceder... El miedo deja de existir. Es precisamente en este encuentro donde todo se disuelve, se quita el velo y transmutamos.
Noah JS
Noahivanovasilei
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6
6 de mayo de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto que escribo a continuación, es lo que extraigo de la película Réquiem por un sueño. Uno de los mejores diálogos que me suscita a la reflexión. Conversación entre la madre de Harry, y el susodicho.

Harry: ¿Cuál es la importancia del vestido rojo?

Madre: Me lo voy a poner... ahhh! Tú no lo sabes. ¡Voy a salir en televisión! Ya verás lo orgulloso que te sentirás al ver a tu madre en televisión con su vestido rojo y sus zapatos dorados.

Harry: ¿Qué gran cosa hay con que salgas en la tele? ¡Esas píldoras te van a matar antes que puedas salir! (píldoras que toma la madre para y caber en el vestido rojo)

****Madre: ¿Gran cosa? Tú llegaste en un taxi, ¿viste quién ocupaba el mejor asiento? Soy alguien ahora Harry. A todos les agrado. Pronto, millones de personas me verán. Y a todos les voy a agradar. Es una razón para levantarse por las mañanas. Es una razón para perder peso... Para caber en el vestido rojo. Es una razón para sonreír. Hace que el mañana sea bueno. ¿Qué pasa si muero mañana Harry? ¿Por qué debería hacer la cama o lavar los platos? Estoy sola. Tu padre se ha ido, tú te has ido. No tengo a nadie para... preocuparme o cuidar. (el dramatismo sube de tono) ¿Qué tengo Harry? Estoy sola Harry, sola y vieja.

Harry: No estás sola mamá, tienes amigos.

Madre: No es lo mismo, ellos no me necesitan. (Volviendo en sí la madre, aunque con un convencimiento febril) Me gusta cómo me siento. Me gusta pensar en el vestido rojo y en la televisión. En ti. En tu padre...

¿Qué os hace pensar? A mí, me hace pensar cosas sobre las que he estado leyendo en el libro de Un mundo feliz de Aldous Huxley. Habla del soma, pastillas, por tanto, un medio artificial con el que sentirse feliz, no saber afrontar los problemas por uno mismo y no desarrollar esa capacidad que todo el mundo tiene consigo mismo y en base a las experiencias que se viven a lo largo de nuestra vida. Menciono lo del libro (y el soma) porque, según en qué cosas depositemos la felicidad, nos apoyaremos en una u otras cosas.

Para Harry, que es el hijo, la felicidad es tener una vida como la de cualquier otro, ganar dinero, pero para ello se mete en el tráfico de drogas. Y la madre, que se siente muy sola, vive esperanzada en salir en televisión con tal de tener un objetivo que le lleve a sentirse realizada o mejor... Y en base a ese objetivo de salir en un concurso de la tele, le motiva adelgazar para ponerse un vestido en el que no cabe porque tiene unos kilos de más que intenta quitarse a base de pastillas, ya que por sí sola, no tiene la suficiente fuerza de voluntad como para mantener una dieta.

De nuevo, vuelvo a ver felicidades superfluas, felicidades vacías... que no están en uno, sino fuera. ¿No podemos ser lo suficientemente felices por nosotros mismos? No digo que tener objetivos sea negativo, siempre y cuando nos lleven a querer crecer nosotros y no, haciéndolos, por querer que otros nos hagan sentir (ya sea por reconocimiento, por aprobación, por éxito...).

Noah J.S.
Noahivanovasilei
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4
9 de diciembre de 2015
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buenismo y heroísmo del patriotismo EEUU, una vez más, protagonistas del cine. Lo que parecía ser algo prometedor del resumido análisis precedente, en el diálogo entre un letrado y un agente de la CIA, ambos ciudadanos norteamericanos con orígenes del Viejo Continente (Irlanda y Alemania), acaba siendo destripado con las ondeantes banderas estadounidenses y una sucesión de guiños. Lo que empezaba siendo sospecha de un gesto antipatriótico, como era la defensa de un presunto espía comunista por parte de un retirado letrado norteamericano que asume el caso (con tal de presumir de democracia judicial), acaba por la demostración de lo que parecía ser crítico. No sé si fruto de una baja-soberanía o, insegura identidad norteamericana, pero una vez más, el púlpito cinematográfico permite la pasarela de dicha bandera.

Introduce el contexto de las posibles sensaciones de tensión durante la Guerra Fría, donde dos sistemas antagónicos (capitalista y comunista) rivalizan por una carrera armamentística y el miedo infundido por la proliferación del espionaje. Y el miedo latente de un período de posguerras mundiales y entreguerra ideológica (bajo amenaza nuclear).

Me quedo con las fotografías, los colores y el entrañable supuesto espía comunista, el que apenas se limita a responder al letrado en sus preguntas: -¿Usted nunca se preocupa? -Para qué ¿serviría de algo? No tiene pretensiones demostrativas de su inocencia. Así como el letrado, quien acaba entremetiéndose, a tenor del caso judicial, en las labores de la CIA del intercambio de dos ciudadanos norteamericanos presos en la frontera comunista por su cliente enjuiciado de espía en terreno capitalista.
Noahivanovasilei
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